Estudiado desde 1981, este "monumento de primer orden" según los arqueólogos, es un excelente ejemplo de poblado construido con planificación previa. La malla perfecta de calles perpendiculares de nueva planta se extiende a la vista de cualquiera (entendido o no) en este suave promontorio de la Sierra del Molar, a 40 metros sobre el nivel del mar, y con unas vistas de la desembocadura del Segura que para sus chalés hubieran querido muchos promotores inmobiliarios de la zona. Uno se pregunta de hecho cómo ha podido sobrevivir este lugar a la vorágine urbanística de la Vega Baja, en cuya lista de despropósitos y depredación del suelo el municipio de San Fulgencio brilla con luz propia. Aunque tampoco se puede decir que se haya librado de la agresividad económica de su entorno, como lo demuestra el "paseo" que se dio la excavadora de una cantera próxima en 2004 y que terminó arrasando de un "palazo" un tercio del yacimiento, según informe técnico de la Universidad de Alicante. Menos mal que la zona era propiedad del Ayuntamiento de San Fulgencio desde 1992. Ahí estaban ya las autoridades atentas protegiendo el patrimonio de todos.
Los estudios de Lorenzo Abad y Feliciana Sala hablan del Oral como un espacio rodeado de albufera y con variada economía. Sus gentes tendrían quizá en el comercio su motor de desarrollo local según atestiguan ánforas púnicas, griegas y etruscas encontradas en el lugar, y además se dedicarían a trabajos de tipo extractivo y de transformación relacionados con la industria del salazón. Hasta ahora y en diferentes campañas se han excavado 21 casas, alguna de especial interés.
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