lunes, 24 de diciembre de 2012

Cernunnos en la Numancia celtica

Hace unos años, en 2001, el Caldero de Gundestrup fue una de las piezas estrella de la exposición "Celtas y Vettones" celebrada en Ávila. Una de las escenas más conocidas de dicha pieza, que fue cedida por el Museo Nacional de Dinamarca, es la que representa al dios Cernunnos con un torque en la mano derecha -además de llevar uno puesto en el cuello- y una serpiente en la mano izquierda. Esta divinidad pancéltica, identificada con la abundancia y la fertilidad, se pensó que pudiera ser la representada en un conocido fragmento de cerámica numantina. Así lo creyeron estudiosos tan reputados como José María Blázquez, aunque últimas interpretaciones -como la que hoy traemos-, niegan dicha hipótesis. Sea cierto o no, con la excusa de dicho enigma histórico, al menos dejamos constancia de este importante dios del panteón céltico y de aquella ciudad arévaca que pasó a formar parte de la Historia Universal como símbolo de heroica resistencia.
 
La Comisión Ejecutiva responsable de las excavaciones de Numancia describía en 1912 la imagen pintada sobre una cerámica numantina como "una figura estilizada, con aspecto de ídolo, de frente, con vestidura blanca, los brazos levantados y corona con astas de venado". Tiendo en cuenta esta descripción, y sobre la base de los paralelismos formales existentes entre la imagen numantina y un grabado de Valcamónica (Italia), J.M. Blázquez interpretó esa figura como una representación de Cernunnos en la que el dios aparece de pie, con cuernas de ciervo, los brazos en alto como si se tratara de un orante y una túnica talar. Esta identificación, que ha sido aceptada mayoritariamente por la historiografía, ("La iconografía divina en Celtiberia: una revisión crítica", Silvia Alfayé Villa)
Cernunnos, en la mitología celta, es la deificación del animal macho cornudo. Dios relacionado con la fertilidad y la regeneración ctónica (del griego antiguo χθόνιος khthónios, ‘perteneciente a la tierra’, ‘de tierra’) y divinidad de la abundancia y amo de los animales salvajes. Su rasgo más particular son los cuernos de ciervo. En las representaciónes que se conservan, se le ve anciano, con orejas y cuernos de un ciervo, portando un torque al cuello y en la mano. Está a menudo acompañado por una serpiente con cabeza de carnero o simplemente, con cuernos, esta simbiosis simboliza fertilidad y renacimiento (en la tradición gaélica virilidad y renovación), vinculado con el mundo inferior.

Las informaciones exactas sobre el panteón celta provienen de los romanos. Por lo que se desconoce el nombre exacto que los antiguos celtas daban a la mayor parte de sus dioses incluyendo al dios con cuernos. El nombre Cernunnos es de origen latino, que significa "el cornudo" y solamente aparece inscrito en el llamado "Pilar de los navegantes" (Pilier des Nautes), un monumento galo-romano encontrado bajo la catedral de Notre Dame, en París, Francia en 1711. Dicho monumento se encuentra dedicado al emperador romano Tiberio por lo que su datación se remonta hacia el siglo I a.C.2.

Cernunnos aparece comunmente como amo de los animales salvajes, terrestres y acuáticos. Sin duda manifiesta la fuerza, el poder y la perennidad (simbolizada por el ramaje). Se le representa como el donador de un altar con un cesto de vituallas, pasteles y monedas.
La imagen frecuente de la serpiente con cuernos de carnero que acompaña al dios celta, lo asocia con la fertilidad y la regeneración ctónica, así como con la virilidad, prosperidad y abundanca. Otros animales que le acompañan en su rol de «Señor de las bestias» también reafirman dicho simbolismo.
Hallazgos arqueológicos demuestran que fue venerado en la costas al sur de Bretaña y en las Galias Transaplina y Cisalpina. Es asociado en Irlanda con la deidad Derg Corra. Los romanos lo identificaron como su dios Mercurio.
En España se ha encontrado una estela con la representación de este Dios en el Valle de Alcudia (Ciudad Real) relacionada con la migración celta oretana, así como en un vaso encontrado en Numancia.
Cernunnos, posiblemente sobreviviera en la España medieval y renacentista, en diferentes criaturas del folklore popular hispanico, como el Busgoso cantabro.
 


 

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