Identifican en los Montes de León y a
1.800 metros de altura una circunferencia con las mismas dimensiones que el
famoso monumento megalítico inglés de Stonehenge.
Que el Teleno ejerció sobre nuestros antepasados una poderosa influencia y fascinación que los llevó a adorarlo como si fuera un dios —el nombre latinizado de esta divinidad de la guerra astur era Marte Tilenus— es cosa harto sabida. Que todo el entorno de la montaña hierve de vestigios arqueológicos —restos de minería romana intensiva, inscripciones, antiguas imágenes como el ídolo de Tabuyo—, también. Una realidad que se vio contrastada y amplificada con la aparición, hace cuatro años, de un singular conjunto de petroglifos que habrían sido realizados hace 5.000 años y que demostraron cómo el entorno del Teleno puede revelar, en cualquier momento, nuevas sorpresas relacionadas con su condición de sobresaliente lugar de culto.
Que el Teleno ejerció sobre nuestros antepasados una poderosa influencia y fascinación que los llevó a adorarlo como si fuera un dios —el nombre latinizado de esta divinidad de la guerra astur era Marte Tilenus— es cosa harto sabida. Que todo el entorno de la montaña hierve de vestigios arqueológicos —restos de minería romana intensiva, inscripciones, antiguas imágenes como el ídolo de Tabuyo—, también. Una realidad que se vio contrastada y amplificada con la aparición, hace cuatro años, de un singular conjunto de petroglifos que habrían sido realizados hace 5.000 años y que demostraron cómo el entorno del Teleno puede revelar, en cualquier momento, nuevas sorpresas relacionadas con su condición de sobresaliente lugar de culto.
Ahora, un curioso elemento ubicado también en
estos parajes ha sido sacado a la luz pública para conocimiento y análisis de
otros expertos: así, el investigador y profesor de instituto Antonio García
Montes publicará en breve, en una revista especializada, el estudio que ha
redactado sobre un círculo ubicado a casi 1.800 metros de altura, cercano a las
fuentes del río Duerna, entre el Teso del Acebo y el Pico la Reina. La
circunferencia, en apariencia casi perfecta, «es fácilmente visible
entre la masa vegetal que lo rodea», informa García Montes, explicando que,
definido «por el pasillo de más de dos metros de anchura que forma el anillo,
tiene unos 32 metros de diámetro exterior y 28 metros de diámetro interior»,
apuntando además que, como curiosidad, mide lo mismo que el círculo principal de
Stonehenge.
«A simple vista se aprecia en toda su extensión
debido a que la vegetación que lo cubre es diferente y de menor talla que la que
crece en el entorno, acaso porque debajo exista una mayor concentración de
materiales acumulados para marcar este presunto ‘recinto sagrado’ o servir de
base o cimiento a posibles estructuras de piedra o madera que allí se pudieron
erigir», continúa, con todas las precauciones lógicas, García Montes, señalando
que en su artículo cita a tres investigadores estadounidenses que en su día
estudiaron estructuras semejantes. El autor ha comprobado que en la base del
anillo se aprecia una mayor y más apretada concentración de piedras —vistas con
lupa binocular, formadas por cristales de cuarzo machacados— y que, ante todo,
el tipo de vegetación cambia: «Entre el brezo nacen otras plantas de menor talla
y esas son las que predominan, mientras que el brezo disminuye su presencia,
siendo el que nace de mucho menor tamaño», añade.
En concreto, fueron miembros del grupo de
investigación, promoción y defensa de la cultura y de la naturaleza Teleno
Adventure quienes, buscando nuevas rutas de senderismo, hallaron por casualidad
el lugar; también se encargaron ellos de realizar las primeras mediciones y
fotografías que han servido de base para la redacción de este primer artículo
del profesor Antonio García Montes.
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