Muy arraigada la creencia de estos seres, descritos como un género de demonios «caseros, familiares y tratables», ocupados en hacer toda serie de burlas ridículas a las personas ( “Práctica de exorcistas y ministros de la Iglesia (1668) Benito Remigio Noydens). Parece ser que el origen del termino castellano “duende” proviene de la expresión "duen de casa" o "dueño de casa", por el carácter entrometido de los duendes al "apoderarse" de los hogares y encantarlos. Pero según Fray Fuentelapeña, a los duendes “…En castilla les llama trasgos, y en Cataluña Folletos…”. Una de las acepciones que recoge el DRAE sobre “trasgo” es la de “niños vivo y enredador”. Como botón, puede tomarse unos versos de Quevedo donde dice “A fugitivas sombras doy abrazos / en los sueños se cansa el alma mía; / paso luchando a solas noche y día, / con un trasgo que traigo entre los brazos”. Así mismo el DRAE describe al “duende” como “ … figura de viejo o de niño en las narraciones tradicionales”. Se les representan con forma humana y de unos 60 cm de altura, con la capacidad de hacerse invisibles o de mutarse en pequeños animales. Gustosos de morar desvanes, sótanos y bodegas en donde jugar y hacer ruidos por las noches.
Menciona Ángel del Pozo “En el siglo XVI la creencia en la existencia de los duendes era generalizada, de tal forma que era práctica forense en Castilla, así lo asegura el escritor Julio Caro Baroja en su obra 'Del viejo folclore castellano': «Que si una persona iba a habitar una casa y luego se enteraba de que en ella había duendes, podía abandonarla».” También alude las costumbres de estas criaturas “El tirar piedras y realizar pequeñas fechorías es una de las principales características de los duendes castellanos -también conocidos como martinicos o martinillos- para molestar y asustar a los humanos en sus casas, donde se introducen haciendo de ellas su residencia permanente.” En tierras burgalesas se recogen relatos de su existencia en el municipio de Cornejo (Merindad de Sotoscueva, Burgos) y famoso fue el duende de Horna (Burgos). Muchas veces vemos como una casa encantada es causa de trasgos y no de fantasmas. Siendo casos conocidos los duendes de Mondejar y Berrinches (Guadalajara), Los palacetes de Madrid (Palacio del Conde Duque, El Palacio de Cañete) o el duende del Retiro.
Cuenta de ello es la continua mención a estos seres en la literatura castellana del Siglo de Oro. Autores como Cervantes, Quevedo, Calderón de la Barca y tantos otros. Pudiendo recoger mención a estos “espíritus familiares” en relatos populares, tanto en las actas de la Inquisición o de la intervención de la Guardia Civil ya entrado el siglo XX.
Como podemos ver, los trasgos son criaturas del mundo mitológico castellano, relacionados con las travesuras o la maldad no tan mala.
Dicen que la palabra trastada procede precisamente de trasgo. Como sinónimo de: no hagas cosas de trasgos. Es decir; no hagas trastadas, travesuras.
En Asturias se les conoce como trasgu, algo muy relacionado con nuestro trasgo castellano. Naturalmente por que la propia mitología de toda esa Castilla la vieja, nace en las montañas y serranías de Cantabria y Asturias.
Muy posiblemente, la tradición o creencia de los trasgos, quizás con otro nombre. Procede de las viejas poblaciones pre romanas de la meseta central o del norte cantábrico. Criaturas malignas de la naturaleza, cuando el hombre vivía en los bosques, y hacía de ellos su hogar. Y que paso a ser un demonio menor de los hogares y casas, cuando este dejo los campos para vivir en casas, pueblos y masificadas ciudades.
Aunque mas adelante trataremos el mito de los trolls castellanos. Si podríamos decir que el trasgo es una especie de troll. Es decir, un ser mitológico o espíritu del mas allá, mágico no relacionado con el mundo de los hombres.
Menciona Ángel del Pozo “En el siglo XVI la creencia en la existencia de los duendes era generalizada, de tal forma que era práctica forense en Castilla, así lo asegura el escritor Julio Caro Baroja en su obra 'Del viejo folclore castellano': «Que si una persona iba a habitar una casa y luego se enteraba de que en ella había duendes, podía abandonarla».” También alude las costumbres de estas criaturas “El tirar piedras y realizar pequeñas fechorías es una de las principales características de los duendes castellanos -también conocidos como martinicos o martinillos- para molestar y asustar a los humanos en sus casas, donde se introducen haciendo de ellas su residencia permanente.” En tierras burgalesas se recogen relatos de su existencia en el municipio de Cornejo (Merindad de Sotoscueva, Burgos) y famoso fue el duende de Horna (Burgos). Muchas veces vemos como una casa encantada es causa de trasgos y no de fantasmas. Siendo casos conocidos los duendes de Mondejar y Berrinches (Guadalajara), Los palacetes de Madrid (Palacio del Conde Duque, El Palacio de Cañete) o el duende del Retiro.
Cuenta de ello es la continua mención a estos seres en la literatura castellana del Siglo de Oro. Autores como Cervantes, Quevedo, Calderón de la Barca y tantos otros. Pudiendo recoger mención a estos “espíritus familiares” en relatos populares, tanto en las actas de la Inquisición o de la intervención de la Guardia Civil ya entrado el siglo XX.
Como podemos ver, los trasgos son criaturas del mundo mitológico castellano, relacionados con las travesuras o la maldad no tan mala.
Dicen que la palabra trastada procede precisamente de trasgo. Como sinónimo de: no hagas cosas de trasgos. Es decir; no hagas trastadas, travesuras.
En Asturias se les conoce como trasgu, algo muy relacionado con nuestro trasgo castellano. Naturalmente por que la propia mitología de toda esa Castilla la vieja, nace en las montañas y serranías de Cantabria y Asturias.
Muy posiblemente, la tradición o creencia de los trasgos, quizás con otro nombre. Procede de las viejas poblaciones pre romanas de la meseta central o del norte cantábrico. Criaturas malignas de la naturaleza, cuando el hombre vivía en los bosques, y hacía de ellos su hogar. Y que paso a ser un demonio menor de los hogares y casas, cuando este dejo los campos para vivir en casas, pueblos y masificadas ciudades.
Aunque mas adelante trataremos el mito de los trolls castellanos. Si podríamos decir que el trasgo es una especie de troll. Es decir, un ser mitológico o espíritu del mas allá, mágico no relacionado con el mundo de los hombres.
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