Los celtiberos suministran para
la lucha no sólo excelentes jinetes, sino también infantes que destacan por su
valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras, cuya
lana recuerda al fieltro; en cuanto a armas, algunos de ellos llevan escudos
ligeros similares a los de los galos, y otros grandes escudos redondos del
tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y
cubren sus cabezas con cascos broncíneos adornados con rojas cimeras. Llevan también espadas
de doble filo, forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de largo
para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación
de sus armas. Entierran piezas de hierro y las dejan oxidar durante algún tiempo, aprovechando solo el núcleo, de forma
que obtienen, mediante una nueva forja, espadas magnificas y otras armas.
Son muy hábiles en la lucha de
dos modos diferentes. Primero atacan a caballo y, en el caso de ser rechazados,
desmontan y atacan de nuevo como soldados de infantería… Según sus normas
habituales son extremadamente crueles con los criminales y los enemigos aunque
con los forasteros son compasivos y honrados.
En cuanto a su alimentación, se
sirven de toda clase de carnes que abundan entre ellos, y como bebida poseen
una combinación de vino y miel
(Diodoro de Sicilia, 5, 33, 2, y ss)
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