La figura primitiva de este Dios, que se conservará hasta el
final de la antigüedad y la de todos sus hijos, hijas y pueblos a él asociados,
ya sean el de los hombres de la raza de bronce o el de las amazonas, será la
encarnación del guerrero en su forma más pura. Es decir que representará a la
figura de un guerrero solitario, salvaje, cruel, y desmedido, al que su propia
violencia excluye del contacto con el resto de los hombres y cuya vida se
centra única y exclusivamente e la práctica de la guerra (..). Esa imagen
contrastara con la de Atenea que representa un nivel de pensamiento más
evolucionado; sus acciones tienen un fin: la protección de un príncipe o de un
pueblo. Es decir, que la diosa representa a la guerra “civilizada”, a la guerra
política al servicio de la ciudad, nación, patria, pueblo. (..)
Es imposible, se segimos la hipótesis de F. Vian, que el
culto de Ares fuese el patrimonio de las cofradías de guerreros de origen
indoeuropeo que sobrevivirían en Grecia a nivel divino (los gigantes), o
heroico (los espartoi tebanos).
Es costumbre bárbara en general, y de la raza gala en
particular, la práctica de la guerra apasionada y colérica. Los guerreros
bárbaros actúan movidos por una enorme violencia y por ello, como indica
Estrabon, para los galos, es muy fácil derrotarlos en el combate, pues como
atacan en bloque, de forma anarquica y sin mirar ni a derecha ni izquierda son
fáciles de vencer por parte de quienes sepan utilizar la maniobra militar bajo
disciplina.
Algo similar ocurre con os guerreros celtiberos*, que son hábiles en las
emboscadas y las exploraciones, a la vez que ágiles, ligeros y capaces de salir
de los peligros. Pueden ser fácilmente derrotados en campo abierto y en combate
regular, pero resulta muy difíciles de controlar cuando combaten en guerrilla y
en terreno montañoso.
(..) Esos guerreros, bien sean galos, celtas de la Hispania
interior o barbaros de la Germania. Combatan con armaduras, a pie o a caballo,
siempre lo harán desordenadamente, porque son como los guerreros de Ares:
violentos, apasionados del combate, irracionales, irascibles, e ignorantes de
la disciplina y el orden para los combates.
J.C. Bermejo Barren – Mitología y mitos de la Hispania
prerromana.
Vemos como según Bermejo Barren, se podría clasificar desde un punto de vista
simbólico al guerrero antiguo en dos claros grupos. Uno el de los guerreros
primitivos, comunes seguramente a todos los pueblos indoeuropeos y
representados por Ares: Anárquicos en el combate, salvajes, sin disciplina,
irascibles, irracionales, fruto de su primitivismo y poca civilización. Y un
segundo grupo más “evolucionado” representado por la nueva modalidad de combate
en falanges y formaciones guerreras. Donde los soldados ya no encuentran en la
guerra un acto fruto de una simple expresión de la violencia, sino algo más
“civilizado” unido a la política, los reyes, las patrias y los
territorios.
Cuando los escritores griegos describen o comparan a las
deidades de la guerra nativas de la Hispania celta con su dios Ares, y no con
Atenea, están resaltando esa característica primitiva pura de los primeros
indoeuropeos, que aun reside en los dioses de la guerra de las diferentes
tribus de Hispania, y de buena parte de la Europa bárbara durante la edad del
hierro.
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