viernes, 10 de junio de 2011

LOS CELTÍBEROS Y LA GUERRA (III-I A. C.). FUENTES CLÁSICAS Y ARQUEOLOGÍA.

Los textos escritos entre finales del siglo III y el I a. C. definen una elite social, que podría identificarse con los nobiles. Individuos que tuvieran ascendencia sobre su comunidad en función de su valor militar (furor). Por ejemplo, una figura destacada del conjunto de ideales celtibérico es el numantino Retógenes, cuya posición social se puede asociar a los equites, formando parte de una elite social ligada a un princeps. Como la unidades compactas que Alucio, y esta elite social se representa en los ajuares de las necrópolis de la Meseta, en los que los bocados y arreos de caballo, los cuales se asocian a panoplias o equipos de guerrero completos.
Esta elite guerrera mantenía su cohesión a partir de una serie de ideas, la virtus, como es la heroización del valor del guerrero, llegando a pensar que la muerte en combate es el único medio digno de muerte para ellos, siendo una deshonra la muerte por enfermedad o vejez. Por ejemplo, los numantinos, cuando se dieron cuenta de que no podrían romper el cerco y no iban a ser socorridos, le pidieron a Escipión que les prestase batalla campal, no con la intención de vencer a las legiones, sino para morir con orgullo en la batalla como hombres libres.
Siguiendo esta idea, el tratamiento del cadáver del guerrero caído en batalla, no era incinerado, ya que no necesitaba purificación, el morir como un héroe, era una forma de purificación. El cadáver permanecía en el campo para ser devorado por los buitres, entendiendo que los buitres, mediante la ingesta de la carne, llevaban el alma junto a los dioses, el buitre para ellos era un ser psicopompo. Tenemos ejemplos arqueológicos que lo corroboran. Es el caso de algunas estelas, como la Estela de El Palao, en Alcañiz Teruel, o la Estela de Zurita, en Piélagos, Cantabria, y las representaciones en la cerámica, como es la cenefa de buitres transportando cabezas humanas en una urna cineraria de Uxama, Soria, los restos de un boch pintado con buitres devorando a guerreros caídos, de Numancia, Garray, Soria.
Este ideal celtibérico, también se representaba en el combate individual, la monomachia, a través de la cual se demostraba el valor ante los nobiles. Tenemos una representación en el vaso de los Guerreros de Numancia.
Las fuentes clásicas recogen, por ejemplo, las victorias de Quinto Ocio, que se impuso en combate singular a dos miembros de iuventus de los celtíberos, quienes, en reconocimiento de su derrota, le entregaron los símbolos de su estatus; el sagun, la espada y el arma de puño, emblema de su posición social. O el caso de Escipión Emiliano en 151 a. C., durante la campaña del cónsul Lucio Licinio Lúculo contra Intercatia, quien venció a un jinete que desafió en varias ocasiones a las legiones. El honor logrado por el vencedor, era tal que según Plinio, su hijo firmaba con un sello que representaba el combate singular. Podemos deducir que el prestigio obtenido sería clave para el ascenso social del vencedor y también de la familia o gens a la que pertenecía.
La iuuventus celtíbera se relaciona con la existencia de rituales iniciáticos, como son el entrenamiento militar, primeros combates, expediciones de saqueo que se articularían en fratrías, banquetes y baños de vapor. Para aspectos como las comidas en grupo, Estrabón hace referencia a este aspecto, pero no se han podido documentar arqueológicamente, aunque por ejemplo, los baños de vapor, en el ámbito de la Península Ibérica sí se han documentado, aunque no para los celtíberos, para los Vettones, con la Sauna de Ulaca.
Las relaciones entre jefes militares y guerreros celtibéricos se basaban en la devotio concepto derivado de la fides, a través del cual un guerrero se comprometía a mantener fidelidad a un caudillo, apoyarlo en combate, defenderlo, llegando incluso a sacrificar su vida para preservar la suya, costumbre que también recogen Estrabón, Plutarco y Valerio Máximo.
La iuventus celtibérica, en ocasiones se enfrentaba con el consejo de ancianos, o senatus, de la ciudad, por sus intenciones de participar en la guerra, con independencia de las consecuencias políticas que tenga el hecho. Como por ejemplo ocurre en la ciudad arévaca de Lutia, cuando los miembros de la iuventus tras oír a Retógenes, guerrero numantino, intentaron ayudar a la ciudad sitiada, pero los ancianos avisaron a Publio Cornelio Escipión, el cual exigió la entrega de los guerreros bajo pena de destrucción de Lutia. Fueron entregados 400 hombres, a quienes les fueron cortadas las manos. Las consecuencias para ellos debieron ser extremas, por un lado estaban incapacitados para la guerra, y no volverían a valerse por sí mismos en caso de sobrevivir a la amputación, y por otro lado, nunca más volverían a empuñar las armas, acto emblemático de su estatus, y sin poder realizarlo, perderían su estatus de guerrero.

• Gracia Alonso, F (2003): La Guerra en la Protohistoria. Héroes, nobles, mercenarios y campesinos. Ariel Prehistoria. Barcelona.
• Lorrio, A (1997): Los Celtíberos. Extra Complutum 7. Ediciones de la Universidad Complutense, Madrid.
• V.V.A.A. (2005): Celtíberos: Tras la Estela de Numancia. Catálogo de la Exposición. Junta Castilla y León. Soria.

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