Amiano menciona a los hunos y alanos tomando parte junto con los godos en los saqueos tras esta gran derrota romana. Sin duda, no se separaron después de romper el cerco en los montes Haemus. Y debido a que no hubo muchos supervivientes para contarlo, Thompson piensa que quizá el ataque por la caballería fue encabezado por los hunos, pero Maenchen- Helfen rechaza tajantamente esta suposición. A pesar de esta gran victoria, el principal problema de los bárbaros seguía siendo la falta de víveres. Y, debido a su malnutrición fueron las víctimas propicias de las grandes epidemias de peste. Tan grande fue la destrucción de los cultivos, ganados y hombres que hasta las ciudades y aldeas no directamente involucradas en las luchas comenzaron a sufrir hambre. Después de Adrianópolis numerosos grupos de visigodos se vieron forzados a unirse al ejército romano para poder comer.
El Imperio romano estaba muy afectado tras la derrota de Adrianópolis y la muerte de Valente y son numerosos los autores que «veían en los hunos los heraldos del fin del mundo o el instrumento de la cólera divina (...) que por un lado, debilitaba el poderío romano y también a la cristiandad, y, por otro, había determinado la muerte del emperador (convertido al arrianismo)castigando así a un hereje». Roma estaba en peligro y el fin del mundo parecía estar cerca.
«No sólo era aterrador el peligro huno sino que además la peste, la carestía y el hambre se extendían por todas partes. Lo que hace decir a San Ambrosio que estaba llegando el momento, ya presagiado por los profetas, en el que había que 'congratularse con los muertos y compadecerse de los vivos'.».
El retraso de Graciano en acudir en ayuda de Valente puede explicarse por el hecho de que se detuvieron para luchar contra los pueblos que los mismos hunos habían empujado hacia Pannonia y, quizá, contra los hunos. Ambrosio escribió en el 378: «Hemos oído que a lo largo de la frontera, desde Tracia, Dacia ripensis, Moesia y Valeria hay una invasión de predicadores blasfemos y bárbaros.» Más tarde dice: «Los hunos cayeron sobre los alanos, los alanos sobre los godos, los godos (los visigodos de Atanarico que no se habían unido a Fritigemo) sobre los taifali y sármatas: los godos, exiliados de su patria, nos hicieron exiliados en Illiricum, y todavía no ha llegado el En esta misma línea Pacato (XI, 4) escribió, «Lo que los godos devastan, los hunos lo saquean, los alanos se lo llevan, Arcadio luego lo echará de menos».
En diciembre del año 378, el general Teodosio, entonces en España, fue llamado, y derrotó a los invasores. finales de este año en Trier, Ausonio recibió noticias de grandes victorias romanas sobre los bárbaros (y a finales del año siguiente, exaltará a Graciano por haber pacificado las fronteras del Rhin y del Danubio «en un solo año»). Sin embargo, estas victorias no eran tan decisivas como parecían en aquel momento.
Extracto del libro – Los Alanos
El Imperio romano estaba muy afectado tras la derrota de Adrianópolis y la muerte de Valente y son numerosos los autores que «veían en los hunos los heraldos del fin del mundo o el instrumento de la cólera divina (...) que por un lado, debilitaba el poderío romano y también a la cristiandad, y, por otro, había determinado la muerte del emperador (convertido al arrianismo)castigando así a un hereje». Roma estaba en peligro y el fin del mundo parecía estar cerca.
«No sólo era aterrador el peligro huno sino que además la peste, la carestía y el hambre se extendían por todas partes. Lo que hace decir a San Ambrosio que estaba llegando el momento, ya presagiado por los profetas, en el que había que 'congratularse con los muertos y compadecerse de los vivos'.».
El retraso de Graciano en acudir en ayuda de Valente puede explicarse por el hecho de que se detuvieron para luchar contra los pueblos que los mismos hunos habían empujado hacia Pannonia y, quizá, contra los hunos. Ambrosio escribió en el 378: «Hemos oído que a lo largo de la frontera, desde Tracia, Dacia ripensis, Moesia y Valeria hay una invasión de predicadores blasfemos y bárbaros.» Más tarde dice: «Los hunos cayeron sobre los alanos, los alanos sobre los godos, los godos (los visigodos de Atanarico que no se habían unido a Fritigemo) sobre los taifali y sármatas: los godos, exiliados de su patria, nos hicieron exiliados en Illiricum, y todavía no ha llegado el En esta misma línea Pacato (XI, 4) escribió, «Lo que los godos devastan, los hunos lo saquean, los alanos se lo llevan, Arcadio luego lo echará de menos».
En diciembre del año 378, el general Teodosio, entonces en España, fue llamado, y derrotó a los invasores. finales de este año en Trier, Ausonio recibió noticias de grandes victorias romanas sobre los bárbaros (y a finales del año siguiente, exaltará a Graciano por haber pacificado las fronteras del Rhin y del Danubio «en un solo año»). Sin embargo, estas victorias no eran tan decisivas como parecían en aquel momento.
Extracto del libro – Los Alanos
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