martes, 24 de enero de 2012

lunes, 16 de enero de 2012

Nertóbriga y sus emisarios con piel de lobo, ¿Ricla?

Hoy volvemos a merodear por la Celtiberia en busca de una antigua ciudad de los belos, Nertóbriga, homónima de la betúrica y lejana de Fregenal de la Sierra. Se desconoce su ubicación exacta, aunque se cree pudo estar ubicada entre las localidades de Calatorao, Ricla o La Almunia de Doña Godina. Hemos señalado, entre interrogantes, a Ricla como posible ubicación, pues son bastantes los autores que opinan que Nertóbriga estuvo bajo su casco urbano, aunque se señalan otras posibles ubicaciones como el Yacimiento de La Torre en Calatorao o el de Puyrredondo-Virgen de Cabañas en La Almunia.
Pero adentrándonos en nuestro tema de hoy, hemos querido traer una de las pocas fuentes antiguas que hacen mención a las creencias de los celtíberos; no estamos refiriendo a Apiano, el cual nos dejó escrito que los nertobrigenses mandaron en el año 152 a. C. a un grupo de heraldos cubiertos de manera ritual con piel de lobo ante Marco Claudio Marcelo, a quién solicitaron la paz en la segunda Guerra Celtíbera. Sobre este pasaje es mucho lo que se ha especulado e incluso se ha llegado a asociar este ritual de adoración al lobo con el culto al dios Sucellos, identificado con el Silvano latino, como se indica en la fuente que hoy traemos.

Tenemos para el tema una interesante correspondencia literaria en una de las escasas fuentes escritas sobre la religiosidad de los celtíberos: por Apiano se sabe que los habitantes de Nertobriga, ciudad que se ubicaría en las proximidades de La Almunia o Calatorao, enviaron en el 152 al romano Marcelo heraldos cubiertos con piel de lobo en petición de paz. Estos elementos están aludiendo probablemente al dios Sucellos celta, identificado con el Silvanus romano y representado con un martillo o mazo en muchos relieves galorromanos, deidad de carácter infernal y funerario con la que podrían relacionarse diversas evidencias lingüísticas de la Celtiberia, tanto antropónimos (Lubos, Lubbos en los Bronces de Botorrita) como etnónimos (lobetanos).
Gran Enciclopedia Aragonesa

Elaneobriga y la mitificación del ciervo, Ponte da Barca

Hoy volvemos a hacernos eco de un topónimo celta y, como en el caso anterior de la Nertóbriga celtíbera, de ubicación desconocida. En una inscripción romana hallada en Braga aparece el nombre de la antigua ciudad de Elaneobriga aún no localizada pero que casi todos los autores sitúan en los alrededores de Ponte da Barca. El topónimo en cuestión nos desvela el culto al ciervo entre los antiguos celtas y nos hace recordar a ese dios pancéltico conocido como Cernunnos.

Que esta noción es indígena se aprecia si consideramos el topónimo galaico Elaneobriga, compuesto por Elanus y briga. La etimología de elanus relaciona este término con el griego élaphos, "ciervo", o el galés elain "cierva". Por otra parte, -briga significa ciudad o fortaleza. Además, el nombre del pueblo de los Helleni, ubicado en el sur de la Galicia actual, tal vez signifique "los ciervos". Hay que señalar también la clara relación entre guerreros y ciervos en el marco de las afinidades que muchos pueblos percibieron entre éstos y otros animales salvajes, y el carácter indómito y fiero de sus combatientes. De ahí la frecuente caracterización animal del guerrero indoeuropeo. La base de estas nociones radica en pensar las cualidades o técnicas de los guerreros a través de las cualidades o técnicas propias de ciertos animales. No sorprende, pues, que Elaneobriga expresa una identidad guerrera mediante el ciervo. esto está muy presente en el ciclo feniano irlandés, donde el héroe Finn se apoda Demmne, "pequeño ciervo". Sus descendientes son Oisín, "cervato", y Óscar, "amigo de los ciervos", y existe una palabra, Osraige, que no significa otra cosa que "reino del ciervo".

Mitos hispánicos: La Edad Antigua. Marco V. García Quintela

domingo, 15 de enero de 2012

Roberto. Descansa en paz en el mundo de tus dioses

Hace unos días nos llegó la noticia del fallecimiento de un amigo, Roberto. Parece que siempre vemos la muerte como algo ajeno o distante a nosotros y nuestro entorno. Algo que no suele ocurrir mas que en telediarios o en familias alejadas a la nuestra. Es entonces cuando un día alguien te comenta que tal o cual amigo al que hace tiempo que no ves, ha muerto. E inmediatamente corre un gusanillo por tu cuerpo que te hace entender que es real.
Roberto era un camarada de Madrid, nos conocimos hace muchísimo tiempo, mediados de los años 90. Recuerdo perfectamente ese día. Fue gracias a otro amigo que nos presentó en la plaza de Callao. Charlando nos dimos cuenta que compartíamos algunas aficiones, y pronto comenzamos a trabajar juntos en algunos proyectos.
Así fue como Roberto pasó a formar parte y a colaborar en el ya desaparecido FCP (Frente Celtibero Pagano). Él No solo se encargaba de realizar la pagina web, sino que ademas solía ayudar en otros campos relacionados con la publicidad, o el estudio del paganismo desde un punto de vista ideológico. Traduciendo textos del ingles al castellano y del castellano al ingles.
Los avatares de la vida hicieron que Roberto se marchara a vivir y trabajar a Barcelona. Aun así durante un tiempo continuamos teniendo contacto con él por medio de internet. Pero la distancia y su vida diaria le distanció de nosotros. Perdimos contacto, y ahora muchos años después, nos hemos enterado de su muerte.
No cave mas que dar nuestras condolencias a la familia y a sus últimos y allegados amigos, aquellos que pasaron con el sus últimos años. Como decimos en el texto adjunto al flyer. Fue fiel siempre a los dioses, héroes y tradiciones de su legado indoeuropeo. Y ese es el mejor recuerdo y honor que podemos dar de él, para toda la gente que no le conoció personalmente como amigo.

domingo, 8 de enero de 2012

Dercetius, el dios de las montañas

Que los pueblos celtas en Hispania y en toda la Europa en general veneraban a las montañas y a las cumbres es algo sobradamente conocido. Es muy raro el no encontrar alguna montaña, cumbre o colina próxima a un asentamiento celta en Hispania, que no estuviera consagrada a un dios o espíritu poderoso.
Dentro de este innumerable y casi tribal culto a las montañas de los pueblos celto hispanicos, nos encontramos con una deidad que se repite entre algunos pueblos, Dercetius.
Al parecer Dercetius fue una deidad de la montaña, de la que se encontró un ara en el Monte Castelló, cerca de San Millán de la Cogolla. El nombre de esta divinidad a la que estaba consagrada el ara es el mismo que el del mons Dercetius mencionado con S. Braudio en su Vit. S. Emiliani, al que el santo se retiro a meditar.
Acerca de todo esto, el escritor sobre religión de los celtiberos Manuel Salinas de Frias, escribe:

Se trata de un ara hallada en Monte Castelló, cerca de S. Millán de la Cogulla, que tiene una gran importancia (CIL II, 5809): Dercetio sacrum ihedera) M(arcelus Aurelius) s{olvit)... 1. m.
El nombre de la divinidad a la que estaba consagrada el ara es el mismo que el del mons Dercetius mencionado por S. Braudio en su Vit. S. Emiliani, 4, al que el santo se retiró a meditar y orar: Hic ubi pervenit ad remotiora Dercetii montis secreta, culminique eius, quantum qualitas coeli silvaque sinebant, propinquus, ac collibus hospes effectus, consortio hominum privatus, angelorum solummodo fungebatur consolationibus, quadragesimis ibi habitans annorum recursibus.
Según Taracena42 el mons Dercetius serían las actuales sierras de San Lorenzo
y la Demanda, en el límite entre celtíberos y berones. Dercetius sería, por consiguiente, el numen tutelar de este monte, tal vez un dios uránico con asiento
en las montañas de un tipo que es común entre los pueblos indoeuropeos. Podemos poner además en relación la dedicatoria a Dercetio con el culto muy extendido en Celtiberia a las cumbres montañosas y a los bosques. Cita Marcial como sagrados el sacrum Vadaveronem (V, 6) identificado con la sierra del Madero y el senemque Caium (V, 5) que es el Moncayo actual, así como el sanctum Buradonis ilicetum (V, 23). De estas citas de Marcial se deduce que el culto indígena a las cumbres montañosas perduraba en el siglo I y que también los encinares de las montañas (ilicetum) se consideraban sagrados. Esta sacralidad de los encinares recuerda lo que sabemos acerca del bosque sagrado de Zeus en Dodona, por ejemplo, o de los encinares de la Galia donde los druidas celebraban sus cultos. De una manera indirecta, además, podemos comprobar la pervivencia de estos cultos hasta época muy avanzada y el texto de S. Braulio es ilustrativo a este respecto.
Se ha señala do que la penetración del cristianismo en las regiones del norte de la Península se debió principalmente a la labor de los anacoretas que, en un movimiento de disconformidad con el episcopado urbano, se retiraron durante el siglo VI a aquellas regiones. A. Barbero y M. Vigil ban analizado1 precisamente la actividad de San Millán y probado que es precisamente en su época cuando se documentan los primeros indicios de cristianismo en las regiones del norte. Podemos suponer pues que el culto a los montes y a los bosques en Celtiberia pervivió basta esos momentos aproximadamente. La visita de los ángeles a San Millán en la cima del monte Dercetio traslada a un contexto cristiano la calidad religiosa y sobrenatural que rodeaba a la cumbre de la montaña unos doscientos años después de realizarse la dedicatoria al dios indígena.


Como vemos al menos para los Berones, el dios Dercetius era una entidad relacionada con las montañas, cuyo culto se extendió hasta bien entrada la era cristiana.. y esto fue el siglo VI (por lo menos).
Aun cuando desconozco la fuente, también hemos encontrado referencias al dios con el mismo nombre en la zona Lusitana y Galaica, pero insistimos, no tenemos las fuentes oficiales ni sabemos en que yacimientos arqueológicos se basan.
No obstante y generalizando bastante, ya que repetimos, para el mundo celtibero cada monte tenia un dios con un nombre diferente. Si que podríamos decir que el Dios Dercetius, era una deidad que simbolizaba de forma genérica el poder de la montaña, o la admiración y veneración que hacia las montañas tenían los celtas en Hispania. Estamos seguros que existirían muchísimos nombres desconocidos para cada una de las tribus, quienes nombrarían a su deidad de los montes de una forma concreta. Pero igualmente estamos seguros que básicamente todos tendrían una misma raíz, un mismo significado esotérico espiritual, y un mismo simbolismo.
Dercetius es el señor de los montes, de todo lo que en ello ocurre. De la vida salvaje, de lo desconocido. De toda la vida natural que gira entorno a la montaña, y quizás y sobre todo de las cumbres, de las nieves y de todo lo que en ella escapa a al poder de los mortales.


Dercetius, dios de las montañas

jueves, 5 de enero de 2012