sábado, 24 de septiembre de 2011

La Cosmología en el mundo celta hispánico

Todas las culturas y religiones a lo largo de la historia han tenido una manera de ver el mundo y de situar en él a los dioses, los muertos y los vivos. La visión que se tiene del mundo implica el comportamiento que se tiene en él, los valores, las crencias y prácticas que se llevan cabo, así como la manera de interactuar en todas las esferas de la vida.
La cosmología de la céltica peninsular siempre ha sido una cosmologíaa misteriosa, de la que no hemos sabido mucho y todo lo que hemos podido extraer de ella ha sido a partir de restos arqueológicos y algunas constancias históricas y folclóricas. Pues bien, todos estos vestigios, aunque desordenados y aparentemente difíciles de ordenar, tienen una lógica y sentido y conforman toda una forma de ver el mundo propia de los celtas nativos de la península ibérica.
Antes que nada, haremos un pequeño repaso cosmológico a otras culturas celtas e indoeuropeas de sus cosmologías. Veremos los puntos en común en toda la céltica y el mundo indoeuropeo y la forma de ver el mundo de nuestros antepasados será un poco más clara a partir de lo que nos dicen los restos y la comparación con la Céltica y el mundo indoeuropeo.

Cosmologías en el mundo céltico e indoeuropeo:

Cosmología irlandesa:
Los celtas de irlanda tenían un mundo dividido en tres reinos: el reino del cielo, de la tierra y del mar. Los dioses habitaban el cielo y el sidhe, el submundo existente bajo las colinas. Los antepasados atravesaban el mar e iban a parar a una de las islas del Otro Mundo: Tir na n’Og, Tir na mBeo,Tir na mBan, Tir fo Thuinn, el reino del mar. Los fomorianos habitaban en lo más profundo del océano tras su expulsión por los Tuatha Dé Dannan. El reino de la tierra es el que habitamos nosotros.

Cosmología gala:
Por desgracia, la romanización no nos ha permitido conocer en su totalidad la cosmologíaa de los pueblos galos, pero a partir de lo escrito y los restos podemos suponer lo siguiente.
Existía un mundo celestial habitado por dioses, como Taranis y Teutates, entre otros. Este mundo celestial es común en todas las culturas indoeuropeas, y teniendo en cuenta el carácter celeste de muchos dioses celtas, este mundo es probablemente existente en la cosmología gala.
Del Otro Mundo para los galos conocemos que creían que se llegaba tras un viaje a través del agua, y podemos deducir que existía un inframundo al que iban a parar las almas.

Cosmología escandinava:
Los pueblos del norte creían en la existencia de nueve mundos conectados por el árbol Yggdrasil, un fresno que constituía el axis mundi de esta cosmología. Los germanos creían que ellos habitaban Midgard (literalmente, tierra del medio), que los dioses habitaban en el cielo, en los reinos del Asgard, Vanaheim y Alfheim y que bajo ellos existían los mundos de Jotunheim, Niflheim, Helheim, Svartalfaheim y Muspelheim.
Los muertos caídos en batalla de manera gloriosa iban a parar al Valhalla junto a Odín o al Folkvangr, junto a Freyja, en el Asgard. Estos muertos eran considerados einherjar, los guerreros que batallarán junto a Odín el día del Ragnarok. Los muertos de vejez o enfermedad iban a parar al Helheim, un inframundo frío que era parecido a esta vida del que nadie podía volver, pues lo rodeaba un intrasitable río, el Gjoll.

Cosmología grecorromana:
Los griegos, y luego por sincretismo los romanos, creían en la existencia de tres mundos: el Olimpo, donde habitan los dioses; la tierra, donde habitan los humanos; y el Inframundo, donde van a parar los muertos.
Los muertos, tras cruzar la laguna Estigia, era juzgado y se le enviaba a un lugar dependiendo de la vida que tuvieron: los que caían de manera gloriosa les esperaban los Campos Elíseos, el resto irán al Asfódelos, un lugar donde vivirán una vida similar a la que ya tuvieron. Los malvados y deshonrosos van a parar al Tártaro, un abismo sombrío lleno de tormentos.

La cosmología en el mundo celta hispano:
¿Qué conocemos a partir de lo que nos ha llegado de la cosmología de los celtas peninsulares?
La cosmología de los pueblos célticos hispanos parece un misterio y parece poco indagable, aún así, a partir de lo que nos ha llegado podemos establecer una cosmología común a todos los pueblos célticos hispanos.

La división trina del mundo céltico hispánico.
Los celtas peninsulares creían en una división trinitaria del mundo, creían en la existencia de un mundo celestial, de un mundo terrenal y un submundo. Esta creencia, común en todos los pueblos indoeuropeos, la podemos observar en la península a partir de la arqueología y la historia. A continuación dividiremos los tres mundos que podemos barruntar en la península ibérica a partir de lo que nos ha llegado y justificaremos su existencia a partir de lo que tenemos.

El mundo celestial: morada de dioses y los ancestros caídos en batalla.
Los celtas peninsulares tenían la creencia en un mundo celestial habitado por dioses y al que iban a parar los muertos que caían en batalla.
La existencia de un más allá astral viene atestiguada por la costumbre extendida entre vacceos y celtíberos de exposición de los cadáveres de los guerreros muertos en batalla para que los devoraran los buitres. El buitre es un animal de carácter psicopompo que supone un medio de comunicación entre el mundo de arriba y este. El buitre devoraba al muerto y permitía que este ascendiera a los cielos. Este hecho se llama consecratio, y era común en otras culturas indoeuropeas como la romana, que creían que a las grandes personas, sobretodo emperadores, un águila los llevaba al Olimpo junto a los dioses. Los muertos caídos en batalla gozaban el honor de ser ascendidos junto a los dioses mediante la acción de un buitre. Esta creencia nos recuerda al mundo germánico, donde las valquirias recogían a los guerreros caídos en batalla para llevarlos al Asgard, morada celestial de los dioses.
Esta creencia en un mundo astral habitado por dioses puede verse también en la creencia en dioses astrales como la Luna, el Sol, los dioses de las tormentas, los montes elevados…

El mundo terrenal: morada de dioses de la tierra y los humanos.
El mundo terrenal no guarda muchos misterios aparentemente, pero es donde nosotros vivimos y donde los celtas peninsulares creían que compartíamos con algunos dioses, espíritus y, algunas veces, los mismos muertos. Los lusitanos tenían la creencia que los dioses habitaban la tierra y los vestigios en el folklore sobre la existencia de seres que habitan por nuestro mundo es muy común. Respecto a los muertos y el mundo terrenal podemos ver su interacción los días en los que consideraba que el velo que separa el mundo de los muertos y el de los vivos es más fino, como la noche de la fiesta de Samhain. Existe también la creencia común por casi toda la península de lo que se ha denominado la caza salvaje, una procesión de muertos que va de un lugar a otro, normalmente capitaneados por un espíritu o dios, y que se llevan a todo aquel que se cruza en su camino. En Galicia ésta recibe el nombre de la Santa Compaña, Güestia en Asturias…

El Inframundo: morada de dioses, espíritus y el Más Allá.
El Inframundo céltico, llamado sidhe en Irlanda, está también presente en la península ibérica. Sabemos de la existencia de este submundo a partir de los vestigios que nos han llegado en el folklore de seres que habitan cuevas, ríos y las profundidades de la tierra, lugares de conexión con el Inframundo. También tenemos constancia de él gracias al carácter infernal que possen algunos dioses como Endovélico y Ataecina.
El Inframundo céltico es un lugar donde el tiempo y el espacio no tienen el mismo sentido que el mundo terrenal, un lugar habitado por dioses y espíritus feéricos antiguos al que se puede acceder a partir de los diferentes “portales” existentes: cuevas, grutas, ríos… Existe una leyenda asturiana de un procurador que se perdió y sin quererlo entró en este mundo y al salir se dio cuenta que habían pasado más de cien años.
Existen en la peninsula, al igual que en otros lugares célticos, la creencia que hay determinadas noches que el velo que separa nuestro mundo del Inframundo y el Más Allá desaparece permitiendo el contacto directo con los espíritus feéricos y los dioses, e incluso, con los muertos.
Hemos hecho una diferenciación entre el Inframundo y el Más Allá, y esto tiene su motivo justificado. Tenemos constancia de la creencia en un submundo donde habitaban los espíritus y los dioses, pero no los muertos. El más allá céltico peninsular es, al igual que en Irlanda, un lugar al que se accede tras cruzar unas aguas, elemento comunicador entre mundos y presente en todas las religiones indoeuropeas. Es un lugar al que se accede tras cruzar el agua, al igual que pasa en Irlanda y al igual que creían los galos.
La constancia de cruzar el agua para acceder al Más Allá nos viene dada por distintas fuentes. La arqueología nos ha dejado muestras en la diadema de Moñes. En ella se observa lo que para muchos es una escena de transición hacia el más allá. Vemos peces que se han considerado salmones, animales de gran importancia en toda la céltica; vemos un personaje cornudo con dos calderos, también de gran importancia en toda la céltica y son arquetipo de la regeneración. Vemos también en la escena pájaros, animales que en la céltica se asocian a mensajeros del Más Allá y encarnación de criaturas feéricas. Las figuras montadas a caballo probablemente representen personas destacadas accediendo al Más Allá, siendo el caballo un símbolo de poder en la Hispania prerromana. Toda la escena es acuática y tiene claras similitudes con el caldero de Gundestrup.
Vemos la representación de elementos acuáticos asociados al Más Allá entre celtíberos, donde muchas tumbas presentan peces y pájaros, los primeros como conexión con el agua, transportadora al más allá y los segundos como mensajeros del Otro Mundo.
En el folklore encontramos numerosas referencias semblantes a los immrama irlandeses. En los relatos de San Amaro y Trezenzonio, en el que ambos llegaron a un paraíso terrenal tras atravesar el Océano.
El hecho de que consideremos el Más Allá céltico dentro del Inframundo se debe a que, al igual que pasa en el caso irlandés, el Más Allá es considerado parte del Inframundo y forma parte de un mundo que convive con el nuestro.

Conclusión:
Podemos considerar que los celtas peninsulares mantenían unas creencias cosmológicas trinitasrias, dividirían la realidad en tres mundos: el celeste, el terrestre y el Inframundo/Más allá. En los tres mundos habitaban dioses y había espíritus y podían llegar los muertos. Esto define claramente lo poco estrictas que eran las separaciones entre mundos en la realidad celta. Los velos pueden desaparecer y permitir dejar pasar a las otras realidades. Es una cosmología que fluye y que no establece barreras claras, pero sí que tiene sus partes diferenciadas.
Carlos Sanchéz García - Celtica Hispana

viernes, 23 de septiembre de 2011

sábado, 17 de septiembre de 2011

Celtiberia

SALVEMOS DEÓBRIGA

EL PRÓXIMO MÉS DE OCTUBRE DEL 2011 LAS EXCAVADORAS COMENZARÁN CON LA DESTRUCCIÓN DE LAS RUINAS DE LA MÍTICA CIUDAD CELTIBÉRICA DE DEÓBRIGA, PARA CONSTRUIR UNA NUEVA CARRETERA


Parece que la Junta de Castilla la Vieja, perdón, León, ha decidido ya mandar a casa a los arqueólogos que llevan tiempo excavando en las ruinas prerromanas de Arce-Mirapérez, cerca de Miranda de Ebro (Burgos), porque se impone construir una carretera que una dos polígonos industriales. La vida sigue y hay que dejar a los muertos que entierren a sus muertos, según el Nuevo Testamento.
De modo que hétenos de nuevo aquí ante las dos Españas (de entre las miles que hay): la España que quiere saber de sí misma, de sus orígenes, que quiere documentarse para no ir de ignorantona por ahí y la España del progreso, capaz de arrasar cuanto encuentra a su paso, más aún si hay un buen negocio de por medio, que no sé si es el caso.
El burgalés, Pedro García Cuartango, periodista y hombre culto, ha dado la voz de alarma en una modesta columna en la sección de cultura del diario El Mundo del día del Pilar. “Si el tiempo o la autoridad competente no lo impiden –empieza su llamada Cuartango-, las máquinas de excavar empezarán a demoler las ruinas de la antigua Deóbriga el próximo viernes”. O sea, ya mismo.
No es un chigre arqueológico de un grupo de amigos, se trata de la antigua ciudad autrigona de 250.000 metros cuadrados, descubierta hace tres siglos, donde coexisten vestigios ibéricos, quizás celtas, con restos romanos que dan fe de una civilización de la que ya hablan Estrabón yTito Livio, como detalla el periodista y amigo. Y Plinio el Viejo y Ptolomeo. Y hasta Azorín se refirió a La Bureba, la región donde se encuentran, como el corazón de la tierra de Burgos.
Andan vascones y autrigones a palo limpio por la tierra y el poder entre los surcos que atraviesan la vieja ciudad excavada en la tierra. Historias de conquistas y batallas y también pequeñas historias. Ya sé que de esto podría salir una de esas novelas. Pero lo mejor que podría salir es la decisión del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, de encontrar una solución de carretera que no tenga que volver a enterrar la historia arqueológica que tanto ha costado sacar a flote.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Mutina Boica 2011

Recreación histórica, la IIIª edición del "Mutina Boica", celebrada este pasado fin de semana, esta vez en Ferrara, Italia, recreando una batalla de celtas contra romanos.

Sucellus en Hispania

No conocemos ninguna inscripción dedicada a Sucellus en la Península Ibérica pero sí tenemos sin embargo imágenes sobre su aspecto y atributos, hallados en lugares tan dispares como el centro de Portugal, Mérida, Azaila (Teruel), Ampurias y Almería, es decir, en zonas tanto célticas como íberas. El origen de esta divinidad lo encontramos en la Galia así que podemos suponer que su culto fue importado por los celtas hispánicos, al igual que pasó con el de Taranis o el de Epona. Las figuras identificadas con Sucellus aparecidas en Hispania se muestran barbudas, cubiertas con una piel de lobo y un martillo en la mano, atributos de la divinidad. Sabemos, además, que los heraldos celtibéricos se cubrían con una piel de lobo cuando iban a entregar sus mensajes. Es probable que Sucellus sea una de las representaciones de una divinidad indoeuropea relacionada con la soberanía, el rayo, el trueno, el roble y la encina, etc... siendo sus compañeros el celtibérico Candamio, el nórdico Thor, el heleno Zeus y el romano Júpiter, entre otros. García y Bellido lo hace descender del latino Sylvannus, dios de los bosques y la vida salvaje, o incluso con la figura del Dis Pater. En este sentido, también podríamos relacionarlo con el lusitano Endovelico.
Teniendo en cuenta además el carácter funerario y psicopompo del lobo, podemos darle a Sucellus una función de ultratumba en cuanto a los guerreros. ¿Podría ser Sucellus quien guiase a los guerreros muertos hasta el mundo de ultratumba? Existen representaciones en la Península Ibérica en la que lobos con las fauces abiertas devoran literalmente la cabeza de un guerrero. Para los celtas, el alma estaba en la cabeza y no en el corazón, así que esta imagen es bastante simbólica. En cuanto a esto, encontramos en Ávila, en tierras vettonas, un santuario dedicado al dios Vaelico, a quien se identifica también con el lobo y que quizá tuvo muchas semejanzas con Sucellus.
En Braga, Portugal, ha aparecido la figura de Sucellus acompañado de una divinidad femenina, Nantosuelta (significa “arroyo, curso de agua”) con la que se le ha relacionado también en ámbitos extrahispanos en base a diversas imágenes halladas en diferentes excavaciones. Nantosuelta aparece sosteniendo en su mano una pátera o algún tipo de recipiente para hacer libaciones y acompañada de un ave (¿un mirlo?), aunque hay algunos estudiosos que afirman que no es una diosa sino que se trata de un sacerdote. La piedra, en cualquier caso, está desgastada y los rasgos de la cabeza no se aprecian bien como para poder decir algo definitivo al respecto.
Laura Diaz - Celtica Hispania

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El cántabro dios de la Guerra

Si algo ha sido considerado como característico del pueblo cántabro y ha sido transmitido a las sociedades futuras, es su gran belicosidad y su profundo apego a la guerra. Es cierto que la lucha ha caracterizado a este pueblo, al menos así se deduce de los testimonios de muchos autores antiguos, aunque no todo era guerra y salvajismo. Los apelativos que nos remiten a nuestra sociedad antigua no dejan dudas del fervor y ardor del cántabro en todos los aspectos que configuran la vida cotidiana, pero muy especialmente en lo tocante a la guerra.
La apelación a la belicosidad que los antiguos atribuían a nuestro pueblo es constante; si bien ésta parece ser verdadera, su resistencia y perseverancia no nos sitúan ante un pueblo salvaje, guerrero y sin instrucción, mas bien parece que nos encontremos con una sociedad bastante bien definida y en la que el ejercicio de la guerra no estaba sujeto al azar o la improvisación. La sociedad antigua que encontramos en Cantabria, sin duda estaba provista de un panteón divino acorde con un pueblo como el nuestro. Dentro de la triple división que un autor como Dumézil establece para el contexto social indoeuropeo, nos encontramos con sacerdotes, guerreros y agricultores. La presencia del guerrero es transpolable a la división triple de la funcionalidad divina. Este dios sería fuerte, poderoso, importante y muy venerado; dependiendo tanto del tipo de sociedad en la que nos encontremos o de la situación del pueblo en un momento determinado, es evidente que cada dios tiene una función bastante bien delimitada. Por tanto, un dios guerrero sería muy venerado en momentos de guerra o lucha. Sin duda, las guerras cántabras constituirían uno de los puntos álgidos de este dios. Esta sociedad estaba profundamente marcada por la guerra, al estilo de la edad de bronce que encontramos en la sociedad griega, donde los hombres luchan de contínuo y no comen pan, como signo de barbarismo y desprecio por la agricultura. Este tradicional salvajismo vinculado a nuestro pueblo parece estar alejado de nuestros antepasados. Esto no quiere decir que no se aplicaran con contundencia en la defensa de un determinado estilo de vida.
No contamos con ninguna representación de esta divinidad guerrera, sin embargo a tenor de los elementos que portaban los guerreros podemos imaginarnos los pertrechos del dios, ya que como estamos viendo semana tras semana cada sociedad crea su propios dioses a su imagen y semejanza. Es evidente que la iconografía no era demasiado apreciada por los montañeses, pues los restos son más que exiguos.
A este dios de la guerra se le tributaban numerosos sacrificios en su honor, fundamentalmente de animales, machos cabríos y caballos. Cabe también la posibilidad de que la conocida práctica de los concanos de beber sangre de caballo, fuera en realidad un ritual sacrificial que teniendo como elemento de ofrenda al équido, se venerara a una divinidad como la guerrera. Es ésta sin duda una teoría, no una certeza, aunque no descartable. La tradición celta y celtíbera nos invita a pensar en el sacrificio de humanos entre los propios cántabros, ya que estos se llevaban a cabo entre lusitanos, galos, caledonios, germanos..., aunque esto no significa que aquí también tuvieran lugar, es conveniente dejar esa posibilidad abierta.
Desconocemos el nombre que este dios recibía, si bien parece claro que sí pudiera poseerlo, pues los pueblos cercanos cultural y geográficamente así lo atestiguan. Es muy posible que se perdiera a raíz de la invasión romana, a partir de ese momento se habla de Marte. No sería el nuestro un caso aislado. Los romanos, poco amigos de usar la terminología indígena, eran más proclives a asimilar los dioses de los conquistados, otorgándoles su propia nomenclatura. Del ara del pico Dobra, que ya hemos mencionado en alguna ocasión, sacamos la divinidad de nombre indígena Erudino, asociada por algunos autores con una deidad guerrera, lo cual no se puede asegurarse de manera clara, al menos de momento.
El divino Marte de los cántabros contaría con la gran parte de los atributos que conocemos de los dioses de los pueblos vecinos. Un dios que es invocado en la batalla, con armas contundentes, astucia, crueldad e inteligencia. Sin duda protegería al guerrero, quien en ocasiones podemos considerar como una ofrenda para el dios. Es decir, la muerte del guerrero en el combate no es algo nefasto y terrible, sino que supone la inmolación y el sacrificio del hombre por su pueblo, por un estilo de vida y por un dios que ha de abrirle las puertas del Más Allá.
De nuevo es la epigrafía la que acaba por constatar lo que los sesudos estudios intuyen. En esta línea encontramos en la Comunidad de Madrid una inscripción en la que Marte es venerado por un cántabro:

CANTABER/ ELGUISM/IO, LUCI(I) P(VER)/MARTI/MAGNO/V(OTUM)S
(OLVIT) A(NIMO) L(IBENS).

El cántabro Elguismio, esclavo de Lucio, cumplió el voto con el gran Marte de buen grado.
Se habla en esta inscripción de una divinidad profundamente romana, la cual tenía consagrada el mes de Marzo, tiempo en el que se iniciaba la guerra, aplazada en la antigüedad durante la época invernal; algo ciertamente curioso, ya que en nuestro mundo, supuestamente civilizado, no se para nunca la guerra. A Marte se le representa con majestuosidad, pertrechado de escudo, lanza, casco y luciendo una larga melena patrimonio de los guerreros, lo cual no nos aleja en exceso de la estampa de nuestros esforzados antepasados. Nombres como Ares, Teutates o Tyr nos remiten a divinidades guerreras de pueblos de la antigüedad cercanos en el tiempo y el espacio a nuestras ancestrales montañas.
La pervivencia de algunos de estos dioses como el germano Tyr o el Marte romano la encontramos una vez más en el calendario, ya que el tercer día de la semana está consagrado al dios de la guerra. Así este día encuentra las siguientes denominaciones. Meurzh en bretón, Dienstag en alemán, Mardi en francés, Tuesday en inglés, Ziestac en antiguo alto alemán, Tiwesdaeg en anglosajón, Tysdarg en antiguo nórdico o Dies Martis en latín.
Como todas las semanas, ponemos ante vosotros dos libros que os abrirán las puertas del conocimiento a este maravilloso espectáculo que es la mitología y todo lo que la rodea.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Ritual FRS verano 2011

Como indicamos en la entrada anterior, a esta reunión de la FRS, tenían previsto acudir unos 10 componentes, de los cuales dos eran nuevos. Tristemente, por diferentes problemas muchos compañeros no pudieron acudir en la fecha señalada, y dado que no podíamos retrasar los días acordados, nos vimos obligados a realizar el ritual y la reunión simplemente los que pudimos.
No obstante este nuestro segundo año de reunión, nos cundió bastante en actividades a realizar. Máxime cuando pudimos reunirnos dos veces en el mes de Septiembre.
Este año realizamos unas marchas por la montaña, realizamos recetas de cocina tradicionales, entrenamos una mezcla de ataques defensas de esgrima medieval con esgrima china sacada del Kung Fu. Entrenamos golpes y defensa de artes marciales, y naturalmente.. ofrecimos un ritual conmemorativo en agradecimiento a los dioses al cumplirse el segundo año de reunión.
En el aspecto religioso / identitario pagano, realizamos un rezo conjunto al dios celta hispánico Lugoves (lugh). Quien como ya vimos, en la península ibérica se le ha representado comúnmente con dos cabezas. Lo que viene a significar que es omnipresente (el que todo lo vé).
Seguidamente ofrendamos de sangre (vino) al dios de la propiedad, y protector del clan Baraecus. Pidiendo a la deidad que protegiera y bendijera nuestra asociación y hermandad, a cambio de ofrecerle una ofrenda de sangre (vino) cada vez que nos reuniéramos anualmente.
Como tercer acto, y tras despedir a las deidades, comenzamos una charla sobre la necesidad de defender la identidad pagana europea en estos días. No tanto como vinculación religiosa, sino como símbolo de identidad propia y símbolo de distinción nativo ibérico En un mundo globalizado la defensa de las identidades nativas propias de los diferentes pueblos del mundo, se hacen muy necesarias. De lo contrario en unos cuantos años toda diferencia indígena mundial habrá sido barrida de la tierra por el multiculturalismo y la globalización. Aclarando que indígenas son tanto los pueblos y tribu nativos del amazonas, como los diferentes pueblos y etnias nativas de Europa, sus culturas, tradiciones, folclore, herencia historia y espiritualidad.
Retirándonos ya a nuestro lugar de descanso con las primeras horas de la tarde noche. Comenamos nuestro banquete ritual, igual que antaño nuestros antepasados realizaban tras sus ceremonias. Una barbacoa exquisita sirvió de cena, y un delicioso vino de la tierra de bebida. Dando paso después a unas interesantes charlas debate espontáneas a la luz de la luna, donde expusimos diferentes puntos de vista y preocupaciones actuales. Reafirmando nuevamente nuestra intención de acudir el año que viene a una concentración pagana en Lituania, por lo cual quizás no se realice la reunión de estos dos últimos años, y en cambio viajemos a una ceremonia en Europa.
Por este año todo terminó, simplemente esperamos que el próximo año los que no pudieron acudir, acudan. Y que todo nos salga a titulo personal, igual de bien que nos ha salido este año que damos por terminado tras la caída del verano.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Candamuis, dios del trueno, las montañas y las tormentas

Todo parece indicar que la deidad llamada Candamio o Candamius, era un dios de la zona norte peninsular relacionada con el cielo, las tormentas y el trueno. Fue dios de los astures y los cántabros, y muy posiblemente de los pueblos cercanos a estos en su área geográfica.
A Candamius se han encontrado referencias en León, Candela de Ferrar, documentado como Iuppiter Candamius. En el monte Cilda de Palencia, también por influencia dentro del área cántabra, se documenta Iuppiter deus Candamius. Y en Galicia hay un Iuppiter Candiedo, también por influencia cántabra, ya que el firmante de la dedicación al dios fue un cántabro llegado a Galicia del pueblo de los Saleni. En Asturias hay un pueblo llamado Candamo que se supone pudo tomar el nombre de la deidad celtibérica del trueno.
La raíz del nombre de Candamio parece tener el significado en el indoeuropeo Kand “brillar, arder, resplandeciente”. Lo que nos pudiera dar una indicación de su relación con las tormentas, rayos, relámpagos. O según otra interpretación con las cumbres de las montañas nevadas en invierno.
Teniendo en cuenta que era un dios de astures y cántabros, y que las fronteras geográficas y étnicas de estos, no fueron las de las actuales regiones autonómicas de España. Es muy posible que el culto a Candamius se extendiera por buena parte de la provincia de León, y las zonas nortes de Castilla la vieja, antiguas tierras de astures y cántabros respectivamente. Inclusiva puede que fuera una deidad relacionada igualmente con otras tribu del área indoeuropea peninsular aun cuando no se han encontrado aras votivas en su honor. Tal cosa puede ser interpretada siguiendo los topónimos de algunos de los pueblos existentes hoy, como por ejemplo en Avila, donde nos encontramos con un Candeleda. Cuya raíz esta emparentada con Candanedo (Santander), Candiano (laredo), Candanedo, Candán, Candano etc etc.
Sea como fuere su área geográfica de influencia y culto, lo cierto es que parece evidente que Candamius fue una deidad celeste que los romanos emparentaron con el propio Jupiter, su dios padre. Esto nos puede dar a entender que fue la deidad mas importante del panteón de cántabros y astures, quizás asimilándolo en comparativa con una versión primitiva de Odin, Zeus, Júpiter, o Wotan.
Eduardo Peralta Labrador nos comenta el sincretismo entre Júpiter y Candamius:

Según J.M. Blázquez los hispanos indoeuropeos suponían que el cielo era la morada de los muertos y el dominio de la divinidad suprema -representada por el sol-, lo que indica una concepción astral de la otra vida. En la Galia la rueda y la rosácea hexapétala eran el símbolo del Júpiter galo (Taranis). A este respecto R. Lefort des Ylouses y J. J. Hatt han demostrado la ambivalencia de la rosácea, la svástica y la espiral como símbolos del sol y del rayo empuñado por Taranis, divinidad del cielo y de la tormenta. J. M. Blázquez mantiene que las svásticas y las rosáceas que coronan las estelas hispano-romanas representaban también al sol y al rayo, estando asociadas al culto a Júpiter, dios supremo de los cielos y de la tormenta que, por el fenómeno del sincretismo religioso, se asocia al dios supremo de los cielos al que los indígenas daban culto con diferentes nombres en las cumbres de las montañas, tratándose probablemente del Júpiter-Candamio que conocemos por la epigrafía. En el territorio de los astures y de los cántabros se tiene constancia de la existencia de un Júpiter Cantábricus y del culto a Taranis.

Como hemos leído, no solo Candamius era una deidad del cielo y las cumbres de las montañas, sino que ademas era una deidad de las tormentas y los fenómenos de poder asociadas a ellas, los truenos. Es por ello que se le compara o emparenta con la deidad de los galos Taranis, de quien en Asturias y Soria (Numancia) existen representaciones. Siendo así seguramente una versión indoeuropea primitiva del dios Taranis y el romano Júpiter
Es por tanto el dios Candamius un dios celeste, padre, relacionado con la fuerza del trueno, la potencia de las tormentas, la furia celestial, la ira, la energía vital, y la rueda solar como símbolo de energía primaria heroica y salvaje.
Por otro lado, la relación que Candamius tiene con las montañas, no es bajo mi punto de viesta mas que una simple similitud nativa con un elemento sagrado. Candamius vive en las cumbres de las montañas conocidas, por que están próximas a lso cielos. Por que todas las mañanas amanecen cubiertas de nubes, por que en ellas nacen las tormentas, por que son zonas inaccesibles en esos tiempos, y por que en invierno las nieves blancas nunca desaparecen. Lo sagrado de la montaña es lo que vinculo al espíritu de Candamius con las montañas. No significa que el dios viviera en ellas, ya que era una deidad celeste que a buen seguro en la mitología desconocida viviría en algún lugar del lejano y sagrado cielo. Significa que su espíritu, el espíritu del dios, vivían en las montañas ya que estas mostraban parte de los atributos asociados al dios, por ello eran lugares sagrados vinculados al dios del trueno de los astur cántabros.
Respecto al área geográfica de su devoción, como ya hemos dicho queda demostrada únicamente en la zona del norte cantábrico; Asturias (antigua) y Cantabria (antigua). Pero seguramente pueblos limítrofes con estas naciones celtas, y de las que poco o nada conocemos sobre sus deidades, conocían igualmente a Candamius, sino lo tenían entre sus deidades. Turmogos, Autrigones, Bardulos, caristios... fueron pueblos fronterizos y de cultura muy semejante a la de los cántabros Es muy posible que los dioses de ambas naciones fueran semejantes, dado que todos ellos dejaron en país vasco por ejemplo la tradición de estelas decoradas con ruedas solares (lauburu). Símbolos indoeuropeos ajenos al pueblo étnico vasco, y que a su vez utilizaron los cántabros como símbolo celestial del dios Candamius (según Blázquez).

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Reve vs Iuppiter Cadamios, el Taranis de los astur cantabros

J.C. Olivares concede a Reve el título de dios supremo del cielo para los galaico-lusitanos, donde en varias inscripciones dedicadas a Iuppiter, el epíteto que acompaña al teónimo, alude a montes o a lugares altos.
Lo mismo sucede con Iuppiter Candamius, de Candanedo (en la frontera entre Asturias y León), del nombre del monte donde se recogió la inscripción; Iuppiter Candiedo de Galicia (aunque el dedicante es un cántabro salaeno) y el Iuppiter deus Candamius, de Monte Cilda (Palencia) Con lo atendiendo a su área de localización que estaría muy bien definida, el culto a Candamios estaría compartido por cántabros y astures.
El problema se complica, al identificar a este Iuppiter Candamios vinculado a las montañas con el teónimo galaico-lusitano Reve. El carácter de este dios y su género han sido muy discutidos por los investigadores. Se le ha considerado, frecuentemente, una diosa de carácter acuático. Otros le atribuían género masculino debido al epíteto que le acompaña, como Reve Langanitaeco o Reve Anabaraeco de Las Brugas (Orense), vinculado a manantiales de aguas medicinales por el lugar de aparición.
J.C. Olivares considera que Reve es un dios semejante al Iuppiter galo o Taranis. Las inscripciones que aduce J.C. Olivares, nos parecen de mucho peso para defender su teoría, que creemos muy novedosa y altamente probable, Estas dedicatorias son a Reve Laraucus. El monte Larauco se localiza en el norte de Portugal. Una segunda dedicada a Laraucus Deus Maximus, apareció con otros objetos alusivos a Marte. Estas inscripciones permiten identificar a Reve con el dios supremo de los romanos.
Una tercera dedicatoria hallada en Guidães (Vila Real) muy cerca de Marão, está dedicada a Reve Marandicus con epíteto del dios vinculado con un orónimo. El teónimo Reve está escrito en una alta montaña como es la de Cabeço das Fraguas (Sebugal, Guardia). Otro dios asociado a las montañas seria Salamati, apelativo de Salamanca, relacionado con el homónimo Jálama, que es la Sierra de Gata hasta la Sierra de la Mesta. Sal- entra en la formación de muchos nombres de montañas en Europa. Reve y Salamati recibían culto en territorios complementarios. Varios epítetos de Reve exceden a un ámbito local, como Laraucus, Anabaraecus y Langanitaecus. Los epítetos de Iuppiter derivan frecuentemente de homónimos, como el citado asturcántabro Candamius.
Reve sería el dios supremo protector de comunidades locales, que eran un grupo
Mayor, aunque no sólo se vinculado con nombres de montañas, sino con ríos, como prueba J.C. Olivares con multitud de ejemplos, lo que nos parece muy acertado. Este autor encuentra apoyo en el hecho que las famosas columnas de Iuppiter se encuentran próximas al nacimiento o a la confluencia de los ríos.
El teónimo del dios supremo galo Taranis podía ser la forma originaria del río Tarn, mencionado por Plinio como Tarnis y del río Tanaro, afluente del Po, citado por Plinio y por el Itinerario de Antonino como Taranus, y el río Tarna en Asturias. El dios indoiranio Varuna también se relaciona con las aguas, como recuerda J.C. Olivares y con las montañas, exactamente como Reve y como Iuppiter (Tarannis) Candamios de los astures y cántabros.

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Primera reunión FRS - 2011

El pasado fin de semana nos reunimos en nuestro lugar habitual para discutir algunas cuestiones y preparar lo que sera la ritualizacion del próximo fin de semana. Como suele ser habitual, problemas de ultima hora con los que no contábamos, nos han obligado a modificar algunos planes. Esto viene a significar, que esperamos que todo salga bien, pero no estamos seguros de poder asegurarlo. De cualquier forma la reunión anual de la FRS fue bastante productiva.
Tratamos algunos temas referentes a los dioses Baelisto, Baraecus y Arconi. Y naturalmente ultimamos detalles para el ritual de este fin de semana
Como anécdota contar, que en el interior del bosque sobre las 3 de la madrugada, tuvimos un incidente “paranormal” con un ¿animal?. Realmente no sabemos que es lo que era, pero muy al contrario que la mayoría de los animales de la zona, y con los que hemos tenido contacto visual en múltiples ocasiones: tejones, corzos, jabalís, zorros. Quienes por norma general cuando huelen al hombre se marchan por otro camino, o simplemente si escuchan el mas mínimo ruido desaparecen en la espesura como fantasmas. Este.. fuera lo que fuera, se acercó peligrosamente a hacia nosotros sin miedo y gruñendo de forma muy amenazante. Lamentablemente no teníamos linternas y no pudimos ver que es lo que nos amenazo durante la noche. Un Jabalí (pensamos), pero el gruñido no era de Jabalí, animal que conocemos ya que es bastante frecuente verle y escucharle en el bosque, al igual que escuchar la ladra de los corzos. En todo caso y en un tono de broma, nosotros ya hemos nombrado a esa criatura con el nombre de; el hombre lobo del Guadarrama.
Igualmente durante el fin de semana, acordamos comenzar a preparar nuestra incursión al territorio de Lituania para el 2012. Donde si todo marcha según lo planeado, en Septiembre del mismo año acudiremos invitados al ritual pagano que se celebrará en la isla de Zarasai, en mar Báltico.