Todas las culturas y religiones a lo largo de la historia han tenido una manera de ver el mundo y de situar en él a los dioses, los muertos y los vivos. La visión que se tiene del mundo implica el comportamiento que se tiene en él, los valores, las crencias y prácticas que se llevan cabo, así como la manera de interactuar en todas las esferas de la vida.
La cosmología de la céltica peninsular siempre ha sido una cosmologíaa misteriosa, de la que no hemos sabido mucho y todo lo que hemos podido extraer de ella ha sido a partir de restos arqueológicos y algunas constancias históricas y folclóricas. Pues bien, todos estos vestigios, aunque desordenados y aparentemente difíciles de ordenar, tienen una lógica y sentido y conforman toda una forma de ver el mundo propia de los celtas nativos de la península ibérica.
Antes que nada, haremos un pequeño repaso cosmológico a otras culturas celtas e indoeuropeas de sus cosmologías. Veremos los puntos en común en toda la céltica y el mundo indoeuropeo y la forma de ver el mundo de nuestros antepasados será un poco más clara a partir de lo que nos dicen los restos y la comparación con la Céltica y el mundo indoeuropeo.
Cosmologías en el mundo céltico e indoeuropeo:
Cosmología irlandesa:
Los celtas de irlanda tenían un mundo dividido en tres reinos: el reino del cielo, de la tierra y del mar. Los dioses habitaban el cielo y el sidhe, el submundo existente bajo las colinas. Los antepasados atravesaban el mar e iban a parar a una de las islas del Otro Mundo: Tir na n’Og, Tir na mBeo,Tir na mBan, Tir fo Thuinn, el reino del mar. Los fomorianos habitaban en lo más profundo del océano tras su expulsión por los Tuatha Dé Dannan. El reino de la tierra es el que habitamos nosotros.
Cosmología gala:
Por desgracia, la romanización no nos ha permitido conocer en su totalidad la cosmologíaa de los pueblos galos, pero a partir de lo escrito y los restos podemos suponer lo siguiente.
Existía un mundo celestial habitado por dioses, como Taranis y Teutates, entre otros. Este mundo celestial es común en todas las culturas indoeuropeas, y teniendo en cuenta el carácter celeste de muchos dioses celtas, este mundo es probablemente existente en la cosmología gala.
Del Otro Mundo para los galos conocemos que creían que se llegaba tras un viaje a través del agua, y podemos deducir que existía un inframundo al que iban a parar las almas.
Cosmología escandinava:
Los pueblos del norte creían en la existencia de nueve mundos conectados por el árbol Yggdrasil, un fresno que constituía el axis mundi de esta cosmología. Los germanos creían que ellos habitaban Midgard (literalmente, tierra del medio), que los dioses habitaban en el cielo, en los reinos del Asgard, Vanaheim y Alfheim y que bajo ellos existían los mundos de Jotunheim, Niflheim, Helheim, Svartalfaheim y Muspelheim.
Los muertos caídos en batalla de manera gloriosa iban a parar al Valhalla junto a Odín o al Folkvangr, junto a Freyja, en el Asgard. Estos muertos eran considerados einherjar, los guerreros que batallarán junto a Odín el día del Ragnarok. Los muertos de vejez o enfermedad iban a parar al Helheim, un inframundo frío que era parecido a esta vida del que nadie podía volver, pues lo rodeaba un intrasitable río, el Gjoll.
Cosmología grecorromana:
Los griegos, y luego por sincretismo los romanos, creían en la existencia de tres mundos: el Olimpo, donde habitan los dioses; la tierra, donde habitan los humanos; y el Inframundo, donde van a parar los muertos.
Los muertos, tras cruzar la laguna Estigia, era juzgado y se le enviaba a un lugar dependiendo de la vida que tuvieron: los que caían de manera gloriosa les esperaban los Campos Elíseos, el resto irán al Asfódelos, un lugar donde vivirán una vida similar a la que ya tuvieron. Los malvados y deshonrosos van a parar al Tártaro, un abismo sombrío lleno de tormentos.
La cosmología en el mundo celta hispano:
¿Qué conocemos a partir de lo que nos ha llegado de la cosmología de los celtas peninsulares?
La cosmología de los pueblos célticos hispanos parece un misterio y parece poco indagable, aún así, a partir de lo que nos ha llegado podemos establecer una cosmología común a todos los pueblos célticos hispanos.
La división trina del mundo céltico hispánico.
Los celtas peninsulares creían en una división trinitaria del mundo, creían en la existencia de un mundo celestial, de un mundo terrenal y un submundo. Esta creencia, común en todos los pueblos indoeuropeos, la podemos observar en la península a partir de la arqueología y la historia. A continuación dividiremos los tres mundos que podemos barruntar en la península ibérica a partir de lo que nos ha llegado y justificaremos su existencia a partir de lo que tenemos.
El mundo celestial: morada de dioses y los ancestros caídos en batalla.
Los celtas peninsulares tenían la creencia en un mundo celestial habitado por dioses y al que iban a parar los muertos que caían en batalla.
La existencia de un más allá astral viene atestiguada por la costumbre extendida entre vacceos y celtíberos de exposición de los cadáveres de los guerreros muertos en batalla para que los devoraran los buitres. El buitre es un animal de carácter psicopompo que supone un medio de comunicación entre el mundo de arriba y este. El buitre devoraba al muerto y permitía que este ascendiera a los cielos. Este hecho se llama consecratio, y era común en otras culturas indoeuropeas como la romana, que creían que a las grandes personas, sobretodo emperadores, un águila los llevaba al Olimpo junto a los dioses. Los muertos caídos en batalla gozaban el honor de ser ascendidos junto a los dioses mediante la acción de un buitre. Esta creencia nos recuerda al mundo germánico, donde las valquirias recogían a los guerreros caídos en batalla para llevarlos al Asgard, morada celestial de los dioses.
Esta creencia en un mundo astral habitado por dioses puede verse también en la creencia en dioses astrales como la Luna, el Sol, los dioses de las tormentas, los montes elevados…
El mundo terrenal: morada de dioses de la tierra y los humanos.
El mundo terrenal no guarda muchos misterios aparentemente, pero es donde nosotros vivimos y donde los celtas peninsulares creían que compartíamos con algunos dioses, espíritus y, algunas veces, los mismos muertos. Los lusitanos tenían la creencia que los dioses habitaban la tierra y los vestigios en el folklore sobre la existencia de seres que habitan por nuestro mundo es muy común. Respecto a los muertos y el mundo terrenal podemos ver su interacción los días en los que consideraba que el velo que separa el mundo de los muertos y el de los vivos es más fino, como la noche de la fiesta de Samhain. Existe también la creencia común por casi toda la península de lo que se ha denominado la caza salvaje, una procesión de muertos que va de un lugar a otro, normalmente capitaneados por un espíritu o dios, y que se llevan a todo aquel que se cruza en su camino. En Galicia ésta recibe el nombre de la Santa Compaña, Güestia en Asturias…
El Inframundo: morada de dioses, espíritus y el Más Allá.
El Inframundo céltico, llamado sidhe en Irlanda, está también presente en la península ibérica. Sabemos de la existencia de este submundo a partir de los vestigios que nos han llegado en el folklore de seres que habitan cuevas, ríos y las profundidades de la tierra, lugares de conexión con el Inframundo. También tenemos constancia de él gracias al carácter infernal que possen algunos dioses como Endovélico y Ataecina.
El Inframundo céltico es un lugar donde el tiempo y el espacio no tienen el mismo sentido que el mundo terrenal, un lugar habitado por dioses y espíritus feéricos antiguos al que se puede acceder a partir de los diferentes “portales” existentes: cuevas, grutas, ríos… Existe una leyenda asturiana de un procurador que se perdió y sin quererlo entró en este mundo y al salir se dio cuenta que habían pasado más de cien años.
Existen en la peninsula, al igual que en otros lugares célticos, la creencia que hay determinadas noches que el velo que separa nuestro mundo del Inframundo y el Más Allá desaparece permitiendo el contacto directo con los espíritus feéricos y los dioses, e incluso, con los muertos.
Hemos hecho una diferenciación entre el Inframundo y el Más Allá, y esto tiene su motivo justificado. Tenemos constancia de la creencia en un submundo donde habitaban los espíritus y los dioses, pero no los muertos. El más allá céltico peninsular es, al igual que en Irlanda, un lugar al que se accede tras cruzar unas aguas, elemento comunicador entre mundos y presente en todas las religiones indoeuropeas. Es un lugar al que se accede tras cruzar el agua, al igual que pasa en Irlanda y al igual que creían los galos.
La constancia de cruzar el agua para acceder al Más Allá nos viene dada por distintas fuentes. La arqueología nos ha dejado muestras en la diadema de Moñes. En ella se observa lo que para muchos es una escena de transición hacia el más allá. Vemos peces que se han considerado salmones, animales de gran importancia en toda la céltica; vemos un personaje cornudo con dos calderos, también de gran importancia en toda la céltica y son arquetipo de la regeneración. Vemos también en la escena pájaros, animales que en la céltica se asocian a mensajeros del Más Allá y encarnación de criaturas feéricas. Las figuras montadas a caballo probablemente representen personas destacadas accediendo al Más Allá, siendo el caballo un símbolo de poder en la Hispania prerromana. Toda la escena es acuática y tiene claras similitudes con el caldero de Gundestrup.
Vemos la representación de elementos acuáticos asociados al Más Allá entre celtíberos, donde muchas tumbas presentan peces y pájaros, los primeros como conexión con el agua, transportadora al más allá y los segundos como mensajeros del Otro Mundo.
En el folklore encontramos numerosas referencias semblantes a los immrama irlandeses. En los relatos de San Amaro y Trezenzonio, en el que ambos llegaron a un paraíso terrenal tras atravesar el Océano.
El hecho de que consideremos el Más Allá céltico dentro del Inframundo se debe a que, al igual que pasa en el caso irlandés, el Más Allá es considerado parte del Inframundo y forma parte de un mundo que convive con el nuestro.
Conclusión:
Podemos considerar que los celtas peninsulares mantenían unas creencias cosmológicas trinitasrias, dividirían la realidad en tres mundos: el celeste, el terrestre y el Inframundo/Más allá. En los tres mundos habitaban dioses y había espíritus y podían llegar los muertos. Esto define claramente lo poco estrictas que eran las separaciones entre mundos en la realidad celta. Los velos pueden desaparecer y permitir dejar pasar a las otras realidades. Es una cosmología que fluye y que no establece barreras claras, pero sí que tiene sus partes diferenciadas.
La cosmología de la céltica peninsular siempre ha sido una cosmologíaa misteriosa, de la que no hemos sabido mucho y todo lo que hemos podido extraer de ella ha sido a partir de restos arqueológicos y algunas constancias históricas y folclóricas. Pues bien, todos estos vestigios, aunque desordenados y aparentemente difíciles de ordenar, tienen una lógica y sentido y conforman toda una forma de ver el mundo propia de los celtas nativos de la península ibérica.
Antes que nada, haremos un pequeño repaso cosmológico a otras culturas celtas e indoeuropeas de sus cosmologías. Veremos los puntos en común en toda la céltica y el mundo indoeuropeo y la forma de ver el mundo de nuestros antepasados será un poco más clara a partir de lo que nos dicen los restos y la comparación con la Céltica y el mundo indoeuropeo.
Cosmologías en el mundo céltico e indoeuropeo:
Cosmología irlandesa:
Los celtas de irlanda tenían un mundo dividido en tres reinos: el reino del cielo, de la tierra y del mar. Los dioses habitaban el cielo y el sidhe, el submundo existente bajo las colinas. Los antepasados atravesaban el mar e iban a parar a una de las islas del Otro Mundo: Tir na n’Og, Tir na mBeo,Tir na mBan, Tir fo Thuinn, el reino del mar. Los fomorianos habitaban en lo más profundo del océano tras su expulsión por los Tuatha Dé Dannan. El reino de la tierra es el que habitamos nosotros.
Cosmología gala:
Por desgracia, la romanización no nos ha permitido conocer en su totalidad la cosmologíaa de los pueblos galos, pero a partir de lo escrito y los restos podemos suponer lo siguiente.
Existía un mundo celestial habitado por dioses, como Taranis y Teutates, entre otros. Este mundo celestial es común en todas las culturas indoeuropeas, y teniendo en cuenta el carácter celeste de muchos dioses celtas, este mundo es probablemente existente en la cosmología gala.
Del Otro Mundo para los galos conocemos que creían que se llegaba tras un viaje a través del agua, y podemos deducir que existía un inframundo al que iban a parar las almas.
Cosmología escandinava:
Los pueblos del norte creían en la existencia de nueve mundos conectados por el árbol Yggdrasil, un fresno que constituía el axis mundi de esta cosmología. Los germanos creían que ellos habitaban Midgard (literalmente, tierra del medio), que los dioses habitaban en el cielo, en los reinos del Asgard, Vanaheim y Alfheim y que bajo ellos existían los mundos de Jotunheim, Niflheim, Helheim, Svartalfaheim y Muspelheim.
Los muertos caídos en batalla de manera gloriosa iban a parar al Valhalla junto a Odín o al Folkvangr, junto a Freyja, en el Asgard. Estos muertos eran considerados einherjar, los guerreros que batallarán junto a Odín el día del Ragnarok. Los muertos de vejez o enfermedad iban a parar al Helheim, un inframundo frío que era parecido a esta vida del que nadie podía volver, pues lo rodeaba un intrasitable río, el Gjoll.
Cosmología grecorromana:
Los griegos, y luego por sincretismo los romanos, creían en la existencia de tres mundos: el Olimpo, donde habitan los dioses; la tierra, donde habitan los humanos; y el Inframundo, donde van a parar los muertos.
Los muertos, tras cruzar la laguna Estigia, era juzgado y se le enviaba a un lugar dependiendo de la vida que tuvieron: los que caían de manera gloriosa les esperaban los Campos Elíseos, el resto irán al Asfódelos, un lugar donde vivirán una vida similar a la que ya tuvieron. Los malvados y deshonrosos van a parar al Tártaro, un abismo sombrío lleno de tormentos.
La cosmología en el mundo celta hispano:
¿Qué conocemos a partir de lo que nos ha llegado de la cosmología de los celtas peninsulares?
La cosmología de los pueblos célticos hispanos parece un misterio y parece poco indagable, aún así, a partir de lo que nos ha llegado podemos establecer una cosmología común a todos los pueblos célticos hispanos.
La división trina del mundo céltico hispánico.
Los celtas peninsulares creían en una división trinitaria del mundo, creían en la existencia de un mundo celestial, de un mundo terrenal y un submundo. Esta creencia, común en todos los pueblos indoeuropeos, la podemos observar en la península a partir de la arqueología y la historia. A continuación dividiremos los tres mundos que podemos barruntar en la península ibérica a partir de lo que nos ha llegado y justificaremos su existencia a partir de lo que tenemos.
El mundo celestial: morada de dioses y los ancestros caídos en batalla.
Los celtas peninsulares tenían la creencia en un mundo celestial habitado por dioses y al que iban a parar los muertos que caían en batalla.
La existencia de un más allá astral viene atestiguada por la costumbre extendida entre vacceos y celtíberos de exposición de los cadáveres de los guerreros muertos en batalla para que los devoraran los buitres. El buitre es un animal de carácter psicopompo que supone un medio de comunicación entre el mundo de arriba y este. El buitre devoraba al muerto y permitía que este ascendiera a los cielos. Este hecho se llama consecratio, y era común en otras culturas indoeuropeas como la romana, que creían que a las grandes personas, sobretodo emperadores, un águila los llevaba al Olimpo junto a los dioses. Los muertos caídos en batalla gozaban el honor de ser ascendidos junto a los dioses mediante la acción de un buitre. Esta creencia nos recuerda al mundo germánico, donde las valquirias recogían a los guerreros caídos en batalla para llevarlos al Asgard, morada celestial de los dioses.
Esta creencia en un mundo astral habitado por dioses puede verse también en la creencia en dioses astrales como la Luna, el Sol, los dioses de las tormentas, los montes elevados…
El mundo terrenal: morada de dioses de la tierra y los humanos.
El mundo terrenal no guarda muchos misterios aparentemente, pero es donde nosotros vivimos y donde los celtas peninsulares creían que compartíamos con algunos dioses, espíritus y, algunas veces, los mismos muertos. Los lusitanos tenían la creencia que los dioses habitaban la tierra y los vestigios en el folklore sobre la existencia de seres que habitan por nuestro mundo es muy común. Respecto a los muertos y el mundo terrenal podemos ver su interacción los días en los que consideraba que el velo que separa el mundo de los muertos y el de los vivos es más fino, como la noche de la fiesta de Samhain. Existe también la creencia común por casi toda la península de lo que se ha denominado la caza salvaje, una procesión de muertos que va de un lugar a otro, normalmente capitaneados por un espíritu o dios, y que se llevan a todo aquel que se cruza en su camino. En Galicia ésta recibe el nombre de la Santa Compaña, Güestia en Asturias…
El Inframundo: morada de dioses, espíritus y el Más Allá.
El Inframundo céltico, llamado sidhe en Irlanda, está también presente en la península ibérica. Sabemos de la existencia de este submundo a partir de los vestigios que nos han llegado en el folklore de seres que habitan cuevas, ríos y las profundidades de la tierra, lugares de conexión con el Inframundo. También tenemos constancia de él gracias al carácter infernal que possen algunos dioses como Endovélico y Ataecina.
El Inframundo céltico es un lugar donde el tiempo y el espacio no tienen el mismo sentido que el mundo terrenal, un lugar habitado por dioses y espíritus feéricos antiguos al que se puede acceder a partir de los diferentes “portales” existentes: cuevas, grutas, ríos… Existe una leyenda asturiana de un procurador que se perdió y sin quererlo entró en este mundo y al salir se dio cuenta que habían pasado más de cien años.
Existen en la peninsula, al igual que en otros lugares célticos, la creencia que hay determinadas noches que el velo que separa nuestro mundo del Inframundo y el Más Allá desaparece permitiendo el contacto directo con los espíritus feéricos y los dioses, e incluso, con los muertos.
Hemos hecho una diferenciación entre el Inframundo y el Más Allá, y esto tiene su motivo justificado. Tenemos constancia de la creencia en un submundo donde habitaban los espíritus y los dioses, pero no los muertos. El más allá céltico peninsular es, al igual que en Irlanda, un lugar al que se accede tras cruzar unas aguas, elemento comunicador entre mundos y presente en todas las religiones indoeuropeas. Es un lugar al que se accede tras cruzar el agua, al igual que pasa en Irlanda y al igual que creían los galos.
La constancia de cruzar el agua para acceder al Más Allá nos viene dada por distintas fuentes. La arqueología nos ha dejado muestras en la diadema de Moñes. En ella se observa lo que para muchos es una escena de transición hacia el más allá. Vemos peces que se han considerado salmones, animales de gran importancia en toda la céltica; vemos un personaje cornudo con dos calderos, también de gran importancia en toda la céltica y son arquetipo de la regeneración. Vemos también en la escena pájaros, animales que en la céltica se asocian a mensajeros del Más Allá y encarnación de criaturas feéricas. Las figuras montadas a caballo probablemente representen personas destacadas accediendo al Más Allá, siendo el caballo un símbolo de poder en la Hispania prerromana. Toda la escena es acuática y tiene claras similitudes con el caldero de Gundestrup.
Vemos la representación de elementos acuáticos asociados al Más Allá entre celtíberos, donde muchas tumbas presentan peces y pájaros, los primeros como conexión con el agua, transportadora al más allá y los segundos como mensajeros del Otro Mundo.
En el folklore encontramos numerosas referencias semblantes a los immrama irlandeses. En los relatos de San Amaro y Trezenzonio, en el que ambos llegaron a un paraíso terrenal tras atravesar el Océano.
El hecho de que consideremos el Más Allá céltico dentro del Inframundo se debe a que, al igual que pasa en el caso irlandés, el Más Allá es considerado parte del Inframundo y forma parte de un mundo que convive con el nuestro.
Conclusión:
Podemos considerar que los celtas peninsulares mantenían unas creencias cosmológicas trinitasrias, dividirían la realidad en tres mundos: el celeste, el terrestre y el Inframundo/Más allá. En los tres mundos habitaban dioses y había espíritus y podían llegar los muertos. Esto define claramente lo poco estrictas que eran las separaciones entre mundos en la realidad celta. Los velos pueden desaparecer y permitir dejar pasar a las otras realidades. Es una cosmología que fluye y que no establece barreras claras, pero sí que tiene sus partes diferenciadas.
Carlos Sanchéz García - Celtica Hispana
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