El politeísmo era la característica principal de las religiones prerromanas en Hispania. Los carpetanos eran devotos de las fuerzas de la naturaleza y de los elementos relacionados con la tierra (ríos, montes, mares, tormentas), dioses con los cuales realizaban pactos. Posiblemente la religión de los carpetanos, pueblo indudablemente céltico aunque con una innegable carga ibérica, presenta a grandes rasgos los condicionantes de la religión céltica europea, con algunas variaciones. La religión de raíz céltica en Hispania presenta gran arcaísmo, al igual que la lengua, lo que puede deberse a que los celtas hispanos procedían de una corriente indoeuropea más antigua que los celtas de la Galia. Los celtas hispanos estaban atrasados si los comparamos con sus vecinos de allende los Pirineos. Los celtas de Hispania procedían de antiguas estirpes ancestrales cuyas costumbres se habían fosilizado en la Meseta, mientras evolucionaban al otro lado de los Pirineos.
En la religión carpetana desempeñaban un papel muy importante los árboles y los bosques, así como las fuentes de agua. Es de destacar que, al contrario que en la Galia, en Hispania no existe la figura del druida. En los santuarios hispanos no hay imágenes de dioses, que eran más bien entes abstractos que no se podían precisar.
Los carpetanos rendían cierto culto o veneración al caballo, y en regiones limítrofes como la arévaca Segontia (Sigüenza) se ha documentado una diosa llamada Epona, protectora de los caballos, lo cual hace suponer que los carpetanos también veneraran a esa diosa.
Ignoramos por completo los teónimos específicamente carpetanos, aunque los cultos de pueblos limítrofes debieron influir grandemente en la religión carpetana, como la diosa Iscallis, versión hispana de la diosa romana Diana, o como Ataecina, diosa de la primavera, la fertilidad y el renacer, presente en una inscripción en Caleruela, zona de los vettones. El animal característico de Ataecina era la cabra. Era venerada por lusitanos, vacceos y celtíberos, por lo cual parece inexcusable que también los carpetanos (situados en medio) le rindieran culto.
Por otra parte el agua en los pueblos prerromanos era un poderoso agente terapéutico y mágico, hogar de la divinidad. En Uclés (Cuenca), zona carpetana, se ha encontrado una inscripción cerca de Fuente Redonda, dedicada al dios Airón, dios del inframundo, pero también de la vegetación y el agua, por lo que por otra parte también es considerado dios de la vida. Cara y cruz de la misma moneda, que refleja la propia existencia del ciclo vital para todos los seres humanos.
También se ha documentado por las fuentes clásicas la existencia en la Carpetania de olivares sagrados, que eran concebidos como templos al aire libre por sus gentes.
En la religión carpetana desempeñaban un papel muy importante los árboles y los bosques, así como las fuentes de agua. Es de destacar que, al contrario que en la Galia, en Hispania no existe la figura del druida. En los santuarios hispanos no hay imágenes de dioses, que eran más bien entes abstractos que no se podían precisar.
Los carpetanos rendían cierto culto o veneración al caballo, y en regiones limítrofes como la arévaca Segontia (Sigüenza) se ha documentado una diosa llamada Epona, protectora de los caballos, lo cual hace suponer que los carpetanos también veneraran a esa diosa.
Ignoramos por completo los teónimos específicamente carpetanos, aunque los cultos de pueblos limítrofes debieron influir grandemente en la religión carpetana, como la diosa Iscallis, versión hispana de la diosa romana Diana, o como Ataecina, diosa de la primavera, la fertilidad y el renacer, presente en una inscripción en Caleruela, zona de los vettones. El animal característico de Ataecina era la cabra. Era venerada por lusitanos, vacceos y celtíberos, por lo cual parece inexcusable que también los carpetanos (situados en medio) le rindieran culto.
Por otra parte el agua en los pueblos prerromanos era un poderoso agente terapéutico y mágico, hogar de la divinidad. En Uclés (Cuenca), zona carpetana, se ha encontrado una inscripción cerca de Fuente Redonda, dedicada al dios Airón, dios del inframundo, pero también de la vegetación y el agua, por lo que por otra parte también es considerado dios de la vida. Cara y cruz de la misma moneda, que refleja la propia existencia del ciclo vital para todos los seres humanos.
También se ha documentado por las fuentes clásicas la existencia en la Carpetania de olivares sagrados, que eran concebidos como templos al aire libre por sus gentes.
José Manuel Sanz
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