viernes, 4 de enero de 2013

El espíritu del oso

Los celtíberos pensaban que en sus bosques, vivía un poderoso espíritu que los recorría y protegía bajo la forma de un gigantesco oso pardo. Este animal, era el símbolo del dios, o la diosa, Arconi.
El escritor romano Plinio, describe como existía la creencia popular entre las diferentes tribus, las cuales pensaban que tras cazar a un oso, y beber su cerebro. Los guerreros adquirían la fuerza del animal. Aquí el cerebro, el cual se encuentra en el interior de la cabeza, la cual era sagrada para los celtas. Pues en parte pensaban que ahí residía el espíritu de los hombres. Cumple la función de elemento mágico conductor de poderes.. Es la simiente, la sabia de la cabeza, donde reside el espíritu de los seres. Por ello nuestros antepasados, pensaban que al beber ese cebero, la fuerza del oso pardo y en parte la fiereza de su espíritu, pasaba del sagrado animal a ellos. En una especie de culto predecesor y ancestral del futuro mito de los berserker germánicos.
El espíritu, o dios encargado de custodiar los bosques era Arconi el oso. Un dios del que poco se sabe. Pero que posiblemente estuviera relacionado con el mundo natural, siendo un guardián de los bosques y lugares naturales, así como señor de los cazadores, y de las fuerzas primitivas.
Con la llegada del cristianismo, el mito se perdió, o quizás modificó, o quizás simplemente pasó de ser creencia popular a ser simple superstición de la gente cercana a los campos. Se sabe con certeza, que durante el periodo visigodo de Hispania, cultos paganos de los tiempos celtas, subsistieron al lado de la creencia cristiana entre los campesinos y pequeñas aldeas. Donde los lugareños no dudaban en rezar a Dios, al tiempo que acudían a depositar pequeñas ofrendas a los antiguos espíritus sagrados para sus antepasados, bajo montes, fuentes, y ríos. Hay constancia de esta existencia de cultos, al menos hasta el siglo VII. La llegada del Islam a la península supone un parón, y aun auge del cristianismo como seña de identidad entre los nativos, unidos contra la religión foránea, que con el paso del tiempo, y poco a poco, va desterrando al olvido a todas las tradiciones y creencias ancestrales. Al menos desde un punto de vista oficial, ya que el cristianismo se asienta con fuerza como alternativa al Islam, aunasí, en las aldeas y los campos, la gente sigue en parte rezando a Dios y siguiendo viejas tradiciones, por si acaso.

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