domingo, 8 de enero de 2012

Dercetius, el dios de las montañas

Que los pueblos celtas en Hispania y en toda la Europa en general veneraban a las montañas y a las cumbres es algo sobradamente conocido. Es muy raro el no encontrar alguna montaña, cumbre o colina próxima a un asentamiento celta en Hispania, que no estuviera consagrada a un dios o espíritu poderoso.
Dentro de este innumerable y casi tribal culto a las montañas de los pueblos celto hispanicos, nos encontramos con una deidad que se repite entre algunos pueblos, Dercetius.
Al parecer Dercetius fue una deidad de la montaña, de la que se encontró un ara en el Monte Castelló, cerca de San Millán de la Cogolla. El nombre de esta divinidad a la que estaba consagrada el ara es el mismo que el del mons Dercetius mencionado con S. Braudio en su Vit. S. Emiliani, al que el santo se retiro a meditar.
Acerca de todo esto, el escritor sobre religión de los celtiberos Manuel Salinas de Frias, escribe:

Se trata de un ara hallada en Monte Castelló, cerca de S. Millán de la Cogulla, que tiene una gran importancia (CIL II, 5809): Dercetio sacrum ihedera) M(arcelus Aurelius) s{olvit)... 1. m.
El nombre de la divinidad a la que estaba consagrada el ara es el mismo que el del mons Dercetius mencionado por S. Braudio en su Vit. S. Emiliani, 4, al que el santo se retiró a meditar y orar: Hic ubi pervenit ad remotiora Dercetii montis secreta, culminique eius, quantum qualitas coeli silvaque sinebant, propinquus, ac collibus hospes effectus, consortio hominum privatus, angelorum solummodo fungebatur consolationibus, quadragesimis ibi habitans annorum recursibus.
Según Taracena42 el mons Dercetius serían las actuales sierras de San Lorenzo
y la Demanda, en el límite entre celtíberos y berones. Dercetius sería, por consiguiente, el numen tutelar de este monte, tal vez un dios uránico con asiento
en las montañas de un tipo que es común entre los pueblos indoeuropeos. Podemos poner además en relación la dedicatoria a Dercetio con el culto muy extendido en Celtiberia a las cumbres montañosas y a los bosques. Cita Marcial como sagrados el sacrum Vadaveronem (V, 6) identificado con la sierra del Madero y el senemque Caium (V, 5) que es el Moncayo actual, así como el sanctum Buradonis ilicetum (V, 23). De estas citas de Marcial se deduce que el culto indígena a las cumbres montañosas perduraba en el siglo I y que también los encinares de las montañas (ilicetum) se consideraban sagrados. Esta sacralidad de los encinares recuerda lo que sabemos acerca del bosque sagrado de Zeus en Dodona, por ejemplo, o de los encinares de la Galia donde los druidas celebraban sus cultos. De una manera indirecta, además, podemos comprobar la pervivencia de estos cultos hasta época muy avanzada y el texto de S. Braulio es ilustrativo a este respecto.
Se ha señala do que la penetración del cristianismo en las regiones del norte de la Península se debió principalmente a la labor de los anacoretas que, en un movimiento de disconformidad con el episcopado urbano, se retiraron durante el siglo VI a aquellas regiones. A. Barbero y M. Vigil ban analizado1 precisamente la actividad de San Millán y probado que es precisamente en su época cuando se documentan los primeros indicios de cristianismo en las regiones del norte. Podemos suponer pues que el culto a los montes y a los bosques en Celtiberia pervivió basta esos momentos aproximadamente. La visita de los ángeles a San Millán en la cima del monte Dercetio traslada a un contexto cristiano la calidad religiosa y sobrenatural que rodeaba a la cumbre de la montaña unos doscientos años después de realizarse la dedicatoria al dios indígena.


Como vemos al menos para los Berones, el dios Dercetius era una entidad relacionada con las montañas, cuyo culto se extendió hasta bien entrada la era cristiana.. y esto fue el siglo VI (por lo menos).
Aun cuando desconozco la fuente, también hemos encontrado referencias al dios con el mismo nombre en la zona Lusitana y Galaica, pero insistimos, no tenemos las fuentes oficiales ni sabemos en que yacimientos arqueológicos se basan.
No obstante y generalizando bastante, ya que repetimos, para el mundo celtibero cada monte tenia un dios con un nombre diferente. Si que podríamos decir que el Dios Dercetius, era una deidad que simbolizaba de forma genérica el poder de la montaña, o la admiración y veneración que hacia las montañas tenían los celtas en Hispania. Estamos seguros que existirían muchísimos nombres desconocidos para cada una de las tribus, quienes nombrarían a su deidad de los montes de una forma concreta. Pero igualmente estamos seguros que básicamente todos tendrían una misma raíz, un mismo significado esotérico espiritual, y un mismo simbolismo.
Dercetius es el señor de los montes, de todo lo que en ello ocurre. De la vida salvaje, de lo desconocido. De toda la vida natural que gira entorno a la montaña, y quizás y sobre todo de las cumbres, de las nieves y de todo lo que en ella escapa a al poder de los mortales.


1 comentario:

  1. Estupendo texto, como siempre. Compartimos en Celtica Hispana, con vuestro permiso y adjuntando link a vuestro blog. ¡Un saludo!

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