Coamhain, Mediosaminos, Là Fhéile Eoin, An Fhéill-Eoin, Gwyl Ifan, Golowan, y Alban Heruin para los druidas,Litha para los Wiccas, aunque la palabra es de origen sajón, incluso Randaghadh que es un término de origen rúnico que significa mitad del verano,son algunos de los nombres de esta festividad.
No existe ninguna certeza sobre una concreta celebración celta para la festividad del solsticio de verano, pero igual que ocurre con los otros solsticios, bien a consecuencias de influencias germánicas, bien a consecuencias de influjos cristianos, la festividad se halla bien asentada en todo ámbito céltico, aunque los paganos celtas actuales insistimos en festejarlo en la fecha astronómica exacta, 21 de Junio del calendario gregoriano, no como viene acaeciendo, el 24 de junio.
Muchos investigadores nos cuentan que Coamhain era la fiesta más importante de los celtas y también la de más derroche, puesto que se festejaba en una época de abundancia. Y la Diosa Madre, en su apariencia de Reina de la Abundancia se encuentra simbólicamente embarazada de una exuberante cosecha, mientras que el Dios Bel o Belenos, su esposo y fecundador, está en el ápice de su virilidad y se muestra en el aspecto de Sol Supremo. Otros apuntan su importancia porque afirman que es la más solemne para los druidas e incluso nos dicen que la piedra en la entrada de Stonehenge, marca la salida del sol en mitad del verano, desde la perspectiva del centro del Crónlech y por ello un lugar de concentraciones y celebraciones ancestrales durante el solsticio de verano.
Sea como sea, y siendo como somos los celtas, observadores de los cambios climáticos y de nuestro entorno que afectan tanto a los aspectos físicos como psíquicos de los humanos, no está de más apuntar, que aunque la importancia de la mitad del verano celta, derive o no derive directamente de alguna tradición asentada, si es un evento en el medio ambiente de mucha consideración, pues es el punto álgido de Samos, el triunfo de la Luz y de su energía.
Una faceta importante del solsticio de verano en diversas comunidades celtas de antaño e incluso actuales, es la construcción de fogatas circulares en algún punto que tuviera alguna importancia ritual, como un pozo sagrado, un cruce de caminos etc., y se encendía en el justo momento del ocaso y se la bendecía para consagrar sus poderes para la protección de los cultivos que estaban creciendo, hoy en día se sigue popularmente el ritual, pero desgraciadamente las personas desconocen su significado. Para estas fogatas se designaba a un miembro de la comunidad para que vigilara su construcción y una vez prendida para que controlara sus llamas, a este individuo se le designaba con el nombre gaélico de “giolla an tiene”, esta persona a su vez también recitaba invocaciones y plegarias sobre las llamas con el fin de que no decrecieran en intensidad y conseguir que la influencia del mágico fuego extendiera su ámbito de influjo a los campos cercanos, donde los cultivos esperaban para crecer satisfactoriamente en bien de la comunidad. Con tal fin, se prendían antorchas y teas de la propia fogata y los mas atrevidos jugaban con el fuego, lanzándolas por el aire, corriendo con ellas a campo traviesa, e incluso haciendo procesiones con antorchas encendidas y encendiendo ruedas y lanzándolas por pendientes.
Estos rituales han persistido hasta nuestros días, si bien los fuegos de artificio han suplantado algo las antiguos rituales, pero consiguiendo a cambio expandir más la atmósfera de fuego y colorido.Conforme la fiesta iba progresando y las llamas de las fogatas iban decreciendo en intensidad, las gentes saltaban por encima del fuego como un ritual más de buscar la bendición de las llamas y su poder para sí mismos. Seguimos celebrando el solsticio con fogatas, igual que antaño, siendo la atracción y el ritual central de la Fiesta. Cuando las llamas crepiten y absorban nuestra atención con su mágica danza, es el momento de meditar en los aspectos más benéficos de la energía del fuego y sobre este día de máxima influencia solar, donde el astro y su influjo es y será protagonista porque nos da su energía, la cual notaremos en nosotros mismos, como en todas las cosas y seres de nuestro entorno.
Podemos incluso encender nuestra propia tea y dirigir nuestra mirada hacia el punto por donde emergerá el sol y cantar algún tipo de invocación celta, llena de alegría y júbilo ante lo que acontecerá. Podemos bailar alrededor de la hoguera, con nuestra antorcha, acercándonos tanto al fuego central como nos permita nuestra piel, para recibir el calor mágico de la hoguera en esta noche ancestral. Recordando que con esta intensidad del calor, el sol, a partir de esta noche irá perdiendo su aspecto nutritivo, y los rayos, conforme pasen los días puedan ser más enérgicos y llegar incluso a sobrecalentar nuestra propia vida y nuestros cultivos, tanto interiores, como los propios de la agricultura, si los tenemos. Una vez que la hoguera se haya extinguido y sólo resten brasas y cenizas aún ardientes, es el adecuado momento de saltar por encima para recibir la última bendición, incluso este salto ritual podemos hacerlo con nuestra pareja como un modo de afirmar que nos sentimos enlazados a su corazón y a sus proyectos y sendero en la vida. O visualizándose si se prefiere un nuevo comienzo que se volverá real, gracias al poder del fuego.
Ahora sólo queda esperar, en silencio y con respeto absoluto la salida del Sol y en el instante que se eleve, cuando nuestros ojos y corazones perciban el primer rayo dorado. Será el gran momento para hacer sonar un gran exclamación de alegría que inunde la estancia, bosque o lugar donde nos hallemos celebrándolo. Que suenen los cuernos y retumben los tambores para dar nuestra cordial bienvenida al Sol, en su día más enérgico y amplio. Y los druidas, que busquen sus varitas en los regalos del bosque entre sus pobladores arbóreos, pues en sus maderas se halla concentrado el mayor poder de la Luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario