El culto a los animales salvajes que por su fiereza eran admirados por las sociedades guerreras indoeuropeas, era notable y estaba fuertemente arraigado entre los bárbaros.
En Hispania existen claros ejemplos de culto a los animales salvajes tales como lobos, osos o jabalís.
De entre todos es quizás el culto al oso el mas interesante, por su desconocimiento general, y por extenderse notablemente desde la época mas primitiva del hombre, hasta la alta edad media.
Del culto al oso pardo ibérico entre los pueblos de la Hispania celta, Plinio escribe:
cerebro beneficium inese Hispaniae credunt, occisorumque in spectaculis capita cremant testato, quoniam potum in ursinam rabiem agat.
Plinio (NH VIII, 130)
Lo que traducido aproximadamente viene a significar: En Hispana, se cree que su cerebro contiene un hechizo y queman el cráneo de los que son muertos en los espectáculos, habiéndose comprobado por testigos que quienes han tomado el cerebro del oso como bebida experimentaba la misma rabia del animal.
Según el escritor Frías en sus apuntes y reflexiones sobre las religiones celtibericas. Estas prácticas de magia homeopática son características de un nivel ideológico consubstancial a pueblos con una organización tribal y muestran el fondo primitivo del que surge la religión celtibérica una vez constituida.
En efecto todas estas tradiciones proceden a buen seguro del más arcano sentimiento ritual del hombre en Europa. Remontándose incluso a los tiempos pre indoeuropeos, donde las deidades de los hombres eran animales y bestias tales como bisontes, lobos u osos. Y precisamente de donde procede el culto a Cernunnos. Quien si bien es cierto que fue una deidad de los celtas. No menos cierto es que fue a su vez un dios prestado, o mejor dicho, heredado de los pueblos anteriores a la llegada de los indoeuropeos, el cual entraría dentro de los denominados dioses cornudos de las viejas culturas animistas y generalmente matriarcales.
Fuera o no herencia del primitivismo, lo cierto es que los primeros años de la religión celtibera, están fuertemente influenciados por un alto componente de animismo natural, donde los rituales salvajes tienen un notable protagonismo.
En todo este marco de creencias y tradiciones, el oso, o mejor dicho él espirito del oso, tenia por su fuerza, fiereza, y grandeza, un lugar privilegiado, algo que nuestros celtas compartían con los pueblos germanos.
Así pues y según escribió Plinio. Los celtas en la Hispania, refiriéndose en términos genéricos, ya que lamentablemente no especifica las tribus. Tenían la creencia de quemar los cráneos de los osos cazados u ofrecidos en juegos de espectáculos, a buen seguro rituales todos ellos cargados de simbolismo, por temor al propio espíritu del animal.
Aun así y dentro de la misma creencia, aquellos que bebían el cerebro del oso, conseguían un estado de trance místico, mediante el cual obtenían la fuerza, bravura y fiereza del oso.
La fiereza del oso... ese gran tesoro, ese gran grial perdido para los guerreros de cualquier tribu en esos años. No solo en la celtiberia, sino también en las tierras del norte. Donde los viejos pueblos germánicos pretendían conseguir el mismo fin por métodos diferentes.
Seguramente todos nosotros hemos recordado inmediatamente a los mas populares guerreros vikingos, los camisa de oso, los Berserker. Gentes que durante la alta edad media, aterrorizaron Europa por su fiereza. Y de quienes se decía, que poseídos por la fuerza del oso, ignoraban las heridas y el dolor en la batalla, atacando incluso a sus propios amigos en los momentos del frenesí violento.
Seguramente esta imagen no era muy diferente de cualquiera de la celtiberia, donde guerreros celtas en su mas amplio primitivismo, o quizás incluso proto célticos como los ya existentes en las culturas de las Cogotas de la meseta. Bebían en sagrados rituales el cerebro del oso, para intentar conseguir la fuerza divina del animal, y aplicarla en batalla.
El oso como ya hemos dicho, siempre ha sido admirado por los pueblos que han tenido a los guerreros como símbolo de honor de su sociedad. Siendo también animal sagrado para los visigodos, quienes como buen pueblo germánico, continuó conservando una creencia de culto al oso como animal totémico entre ellos.
De tal forma, que en el cantar del héroe pan gótico Waltario, éste tiene atributos de guerrero oso. Presentándose en sueños a sus rivales con la forma del animal. Lo que viene a demostrar a grandes rasgos, que aun en tiempos del cristianismo en la sociedad goda, tenían o existía una constante de creencias y supersticiones propias del paganismo. Incluso se cree a día de hoy, sin llegar a ser una teoría oficial. Que el rey de Asturias Favila, muerto por una osa en una cacería. No fue muerto por accidente, como la historia nos ha dado entender. Si no por intentar emular en proeza a su predecesor Pelayo. Enfrentándose de tal modo el rey godo astur a un animal totémico para su ancestral pueblo del cual él aun tenia sangre pura; el oso.
Así pues, Favila intentando conseguir la admiración de su propio pueblo, o el respeto de los nobles. Se enfrentó con una osa, no por casualidad, sino por admiración. Él era consiente, como lo eran los godos del valor mitológico, esotérico y simbólico que él animal tenia para su nación etnica en los tiempos antiguos. Por ello el rey astur decidió enfrentarse a un oso, sabedor de que si vencía habría conseguido una proeza digna de admiración para su pueblo, suficiente para poder ganar popularidad por su valor, dando así autenticidad a su cargo y su carisma como rey.
Hemos vito que el oso como animal totémico, ha jugado desde siempre un papel fundamental en los pueblos celta y germano en la península ibérica. Como animal relacionado con el poder, la fuerza, y la fiereza. Un Tótem que en la celtiberia hispánica estuvo representado por la diosa pan céltica Artio. Conocida entre algunas tribus de la península (las mas celtizadas) con el nombre de Arco u Arconi, entre los pueblos celtas de Siguenza (Castilla) el pirineo aragones (Sussetanos), las montañas astures, y los beturios de la betica.
En Hispania existen claros ejemplos de culto a los animales salvajes tales como lobos, osos o jabalís.
De entre todos es quizás el culto al oso el mas interesante, por su desconocimiento general, y por extenderse notablemente desde la época mas primitiva del hombre, hasta la alta edad media.
Del culto al oso pardo ibérico entre los pueblos de la Hispania celta, Plinio escribe:
cerebro beneficium inese Hispaniae credunt, occisorumque in spectaculis capita cremant testato, quoniam potum in ursinam rabiem agat.
Plinio (NH VIII, 130)
Lo que traducido aproximadamente viene a significar: En Hispana, se cree que su cerebro contiene un hechizo y queman el cráneo de los que son muertos en los espectáculos, habiéndose comprobado por testigos que quienes han tomado el cerebro del oso como bebida experimentaba la misma rabia del animal.
Según el escritor Frías en sus apuntes y reflexiones sobre las religiones celtibericas. Estas prácticas de magia homeopática son características de un nivel ideológico consubstancial a pueblos con una organización tribal y muestran el fondo primitivo del que surge la religión celtibérica una vez constituida.
En efecto todas estas tradiciones proceden a buen seguro del más arcano sentimiento ritual del hombre en Europa. Remontándose incluso a los tiempos pre indoeuropeos, donde las deidades de los hombres eran animales y bestias tales como bisontes, lobos u osos. Y precisamente de donde procede el culto a Cernunnos. Quien si bien es cierto que fue una deidad de los celtas. No menos cierto es que fue a su vez un dios prestado, o mejor dicho, heredado de los pueblos anteriores a la llegada de los indoeuropeos, el cual entraría dentro de los denominados dioses cornudos de las viejas culturas animistas y generalmente matriarcales.
Fuera o no herencia del primitivismo, lo cierto es que los primeros años de la religión celtibera, están fuertemente influenciados por un alto componente de animismo natural, donde los rituales salvajes tienen un notable protagonismo.
En todo este marco de creencias y tradiciones, el oso, o mejor dicho él espirito del oso, tenia por su fuerza, fiereza, y grandeza, un lugar privilegiado, algo que nuestros celtas compartían con los pueblos germanos.
Así pues y según escribió Plinio. Los celtas en la Hispania, refiriéndose en términos genéricos, ya que lamentablemente no especifica las tribus. Tenían la creencia de quemar los cráneos de los osos cazados u ofrecidos en juegos de espectáculos, a buen seguro rituales todos ellos cargados de simbolismo, por temor al propio espíritu del animal.
Aun así y dentro de la misma creencia, aquellos que bebían el cerebro del oso, conseguían un estado de trance místico, mediante el cual obtenían la fuerza, bravura y fiereza del oso.
La fiereza del oso... ese gran tesoro, ese gran grial perdido para los guerreros de cualquier tribu en esos años. No solo en la celtiberia, sino también en las tierras del norte. Donde los viejos pueblos germánicos pretendían conseguir el mismo fin por métodos diferentes.
Seguramente todos nosotros hemos recordado inmediatamente a los mas populares guerreros vikingos, los camisa de oso, los Berserker. Gentes que durante la alta edad media, aterrorizaron Europa por su fiereza. Y de quienes se decía, que poseídos por la fuerza del oso, ignoraban las heridas y el dolor en la batalla, atacando incluso a sus propios amigos en los momentos del frenesí violento.
Seguramente esta imagen no era muy diferente de cualquiera de la celtiberia, donde guerreros celtas en su mas amplio primitivismo, o quizás incluso proto célticos como los ya existentes en las culturas de las Cogotas de la meseta. Bebían en sagrados rituales el cerebro del oso, para intentar conseguir la fuerza divina del animal, y aplicarla en batalla.
El oso como ya hemos dicho, siempre ha sido admirado por los pueblos que han tenido a los guerreros como símbolo de honor de su sociedad. Siendo también animal sagrado para los visigodos, quienes como buen pueblo germánico, continuó conservando una creencia de culto al oso como animal totémico entre ellos.
De tal forma, que en el cantar del héroe pan gótico Waltario, éste tiene atributos de guerrero oso. Presentándose en sueños a sus rivales con la forma del animal. Lo que viene a demostrar a grandes rasgos, que aun en tiempos del cristianismo en la sociedad goda, tenían o existía una constante de creencias y supersticiones propias del paganismo. Incluso se cree a día de hoy, sin llegar a ser una teoría oficial. Que el rey de Asturias Favila, muerto por una osa en una cacería. No fue muerto por accidente, como la historia nos ha dado entender. Si no por intentar emular en proeza a su predecesor Pelayo. Enfrentándose de tal modo el rey godo astur a un animal totémico para su ancestral pueblo del cual él aun tenia sangre pura; el oso.
Así pues, Favila intentando conseguir la admiración de su propio pueblo, o el respeto de los nobles. Se enfrentó con una osa, no por casualidad, sino por admiración. Él era consiente, como lo eran los godos del valor mitológico, esotérico y simbólico que él animal tenia para su nación etnica en los tiempos antiguos. Por ello el rey astur decidió enfrentarse a un oso, sabedor de que si vencía habría conseguido una proeza digna de admiración para su pueblo, suficiente para poder ganar popularidad por su valor, dando así autenticidad a su cargo y su carisma como rey.
Hemos vito que el oso como animal totémico, ha jugado desde siempre un papel fundamental en los pueblos celta y germano en la península ibérica. Como animal relacionado con el poder, la fuerza, y la fiereza. Un Tótem que en la celtiberia hispánica estuvo representado por la diosa pan céltica Artio. Conocida entre algunas tribus de la península (las mas celtizadas) con el nombre de Arco u Arconi, entre los pueblos celtas de Siguenza (Castilla) el pirineo aragones (Sussetanos), las montañas astures, y los beturios de la betica.
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