Uno de los grandes misterios de la Hispania celta, es el tema de los druidas. Tanto en las Galias, como en Britania o Irlanda, parece bastante demostrado que la existencia de una casta sacerdotal dedicada única y expresamente a ser guía espiritual y religiosa de las diferentes tribus. Muy por el contrario en España, aun cuando gran parte de las tradiciones, dioses o nombres de las tribus, tienen un marcado semejante con el pueblo de los galos, no se ha encontrado nada acerca de una casta sacerdotal común con estos, negando por tanto muchísimos autores la existencia de druidas en nuestra tierra.
Parece evidente que no existieron como tal, es decir, como se les conocía en las Galias y en Britania. Pero no obstante todos los autores y expertos sobre el tema, coinciden en afirmar la necesaria existencia en la Hispania celta, de una casta sacerdotal encargada de los cultos y rituales de las diferentes pueblos y tribus.
A este respecto M. S de Frías escribe:
La existencia de un culto público, en el sentido del que tributa el grupo extenso de parentesco o la ciudad por medio de especialistas a los que para entendernos podemos llamar sacerdotes, parece atestiguado entre los celtíberos por varios testimonios indirectos. Uno de ellos es el testimonio de Frontino (III 2, 4) de que Viriato cayó por sorpresa sobre los segobrigentes, celtíberos según Plinio (III, 25: ...Segobrigenses caput Celtiberiae...), cuando éstos realizaban sacrificios públicos: Viriathus, cum tridui iter discendens confecisset, idem Mud uno die remensus secures, Segobrigenses et sacrificio cum maxime occupatos oppressif. Otros es el hallazgo, en distintos lugares de Celtiberia, de espacios de culto generalmente organizados en torno a piedras sacrificiales, con cazoletas y canales excavados, cuyo fin parece haber sido recoger libaciones o la sangre de las víctimas. Cerca de Monreal de Ariza el marqués de Cerralbo descubrió un conjunto de ruinas con una de estas piedras de sacrificios. Consistía en un recinto poligonal abierto con bancadas que aprovechan el descenso de las colinas que rodean una pequeña hondonada y en los cimientos de algunas habitaciones en las que su descubridor creyó identificar la cárcel para las víctimas, una gran habitación para atletas que competirían durante las fiestas que se celebrasen, etc., todo ello con más imaginación que pruebas.
Parece evidente por tanto, que los celtas de nuestra tierra conocidos como celtiberos. Tenían una casta sacerdotal dedicada a los cultos, interpretación de augurios, y ritualización de las ofrendas a los dioses en lugares sagrados. Pero lamentablemente desconocemos su nombre, y hemos que dar por sentado que no fueron llamados ni conocidos como druidas, ya que si así hubiera sido nos habría llegado su nombre o testimonio como ocurrió en las Galias, Briania, Gales o Irlanda.
De cualquier forma es al mismo tiempo evidente, que toda sociedad con un lado espiritual o religioso, y la celtibera lo era. Necesita de un grupo de gentes dedicado únicamente a los asuntos de los dioses. Esa gente en Hispania existió como existió en Germania, aun cuando en ambos dos casos, no fueron conocidos, o no llamaron la atención de los romanos de forma suficiente como para que se les mencionara.
Parece evidente que no existieron como tal, es decir, como se les conocía en las Galias y en Britania. Pero no obstante todos los autores y expertos sobre el tema, coinciden en afirmar la necesaria existencia en la Hispania celta, de una casta sacerdotal encargada de los cultos y rituales de las diferentes pueblos y tribus.
A este respecto M. S de Frías escribe:
La existencia de un culto público, en el sentido del que tributa el grupo extenso de parentesco o la ciudad por medio de especialistas a los que para entendernos podemos llamar sacerdotes, parece atestiguado entre los celtíberos por varios testimonios indirectos. Uno de ellos es el testimonio de Frontino (III 2, 4) de que Viriato cayó por sorpresa sobre los segobrigentes, celtíberos según Plinio (III, 25: ...Segobrigenses caput Celtiberiae...), cuando éstos realizaban sacrificios públicos: Viriathus, cum tridui iter discendens confecisset, idem Mud uno die remensus secures, Segobrigenses et sacrificio cum maxime occupatos oppressif. Otros es el hallazgo, en distintos lugares de Celtiberia, de espacios de culto generalmente organizados en torno a piedras sacrificiales, con cazoletas y canales excavados, cuyo fin parece haber sido recoger libaciones o la sangre de las víctimas. Cerca de Monreal de Ariza el marqués de Cerralbo descubrió un conjunto de ruinas con una de estas piedras de sacrificios. Consistía en un recinto poligonal abierto con bancadas que aprovechan el descenso de las colinas que rodean una pequeña hondonada y en los cimientos de algunas habitaciones en las que su descubridor creyó identificar la cárcel para las víctimas, una gran habitación para atletas que competirían durante las fiestas que se celebrasen, etc., todo ello con más imaginación que pruebas.
Parece evidente por tanto, que los celtas de nuestra tierra conocidos como celtiberos. Tenían una casta sacerdotal dedicada a los cultos, interpretación de augurios, y ritualización de las ofrendas a los dioses en lugares sagrados. Pero lamentablemente desconocemos su nombre, y hemos que dar por sentado que no fueron llamados ni conocidos como druidas, ya que si así hubiera sido nos habría llegado su nombre o testimonio como ocurrió en las Galias, Briania, Gales o Irlanda.
De cualquier forma es al mismo tiempo evidente, que toda sociedad con un lado espiritual o religioso, y la celtibera lo era. Necesita de un grupo de gentes dedicado únicamente a los asuntos de los dioses. Esa gente en Hispania existió como existió en Germania, aun cuando en ambos dos casos, no fueron conocidos, o no llamaron la atención de los romanos de forma suficiente como para que se les mencionara.
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