No se han descubierto hasta la fecha actual templos fechados con anterioridad a la romanización. Se conocen santuarios al aire libre. En la Céltica, al santuario se le llama nemeton, .bosque sagrado. o área donde se celebraban los rituales y ceremonias. Otras veces el santuario ocupaba la cima de una montaña o se elegía un lugar próximo al agua. Siempre era el lugar donde los hombres se comunicaban con los dioses y simbolizaba el centro. El poeta Marcial (4, 55, 23) menciona un robledal sagrado en Buradón. San Braulio ( Vita S. Emil. , 4) cita el sagrado Dercetio. Rituales relacionados con los bosques y árboles eran frecuentes en la Hispania céltica. Martín Dumiense (De correctione rusticorum, 16) prohíbe encender velas junto a los peñascos, a los árboles y a las fuentes, así como en las encrucijadas de los caminos.
Justino (Epit. Hist. Phil. 44, 3, 6) recuerda un dato tomado de Trogo Pompeyo (que escribe en época de Augusto) alusivo a un monte sagrado de Galicia en el que no se podía sacar oro con instrumentos de hierro. En Ulaca (Solosancho, Ávila) se construyó un gran santuario escalonado sobre un cerro que domina el río Amblés. Igualmente se conocen santuarios subterráneos como el de la Cueva de la Griega en Pedraza (Segovia), donde se veneraba a una deidad indígena de nombre Nemedus Augustus. El santuario hispano más famoso al aire libre, excavado en la roca, es el de Panóias (Portugal), construido en dos plataformas comunicadas por una rampa y una escalera, con depósitos tallados en la roca destinados a recoger, según las inscripciones, las entrañas y la sangre de las víctimas. El santuario, fechado a comienzos del siglo III d.C., estaba consagrado a los dioses y diosas, a todos los númenes de los Lapitas, a Plutón y Proserpina, a Serapis, al Destino y a los misterios. Había un templo y unos estanques, donde se quemaban las carnes de las víctimas.
Justino (Epit. Hist. Phil. 44, 3, 6) recuerda un dato tomado de Trogo Pompeyo (que escribe en época de Augusto) alusivo a un monte sagrado de Galicia en el que no se podía sacar oro con instrumentos de hierro. En Ulaca (Solosancho, Ávila) se construyó un gran santuario escalonado sobre un cerro que domina el río Amblés. Igualmente se conocen santuarios subterráneos como el de la Cueva de la Griega en Pedraza (Segovia), donde se veneraba a una deidad indígena de nombre Nemedus Augustus. El santuario hispano más famoso al aire libre, excavado en la roca, es el de Panóias (Portugal), construido en dos plataformas comunicadas por una rampa y una escalera, con depósitos tallados en la roca destinados a recoger, según las inscripciones, las entrañas y la sangre de las víctimas. El santuario, fechado a comienzos del siglo III d.C., estaba consagrado a los dioses y diosas, a todos los númenes de los Lapitas, a Plutón y Proserpina, a Serapis, al Destino y a los misterios. Había un templo y unos estanques, donde se quemaban las carnes de las víctimas.
Un santuario al aire libre es el citado de Peñalba de Villastar. En el recinto, de planta rectangular, de Tomadizos (Ávila), se hallaron más de 20 verracos. Se ha atribuido una función ritual a cierto monumento del castro de Ulaca, donde se celebrarían ritos iniciáticos de cofradías de jóvenes guerreros, en los que el agua desempeñaba un papel importante.
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