La religión de los celtíberos y pueblos vecinos es relativamente bien conocida por varias representaciones sobre cerámica y por las fuentes epigráficas y literarias.
En un fragmento de cerámica se ve la representación torpe de una figura con los brazos levantados en alto y cuya cabeza cubre un par de cuernos de ciervo. Se trata, sin duda, del dios celta Cernunnos, representado en la roca de Valcamónica, Alpes [-133→134-] Lombardos, siglo IV a.C., y varias veces sobre el caldero de Gundestrup, la pieza más importante del arte y religión celtas. El dios representado en un fragmento numantino ofrece un paralelismo impresionante con el de Val Camónica, que se tiene por la imagen más antigua del dios, y es anterior a la de Gundestrup, que se suele fechar entre los años 100 a. C. - 50 a.C. La importancia de esta pintura es tan grande, que uno de los mejores conocedores de la religión celta, P. M. Duval, la reprodujo para que llegase a conocimiento de los investigadores de la religión celta, ya que era práctica- mente desconocida.
Junto a este dios los celtíberos veneraban a otro, igualmente muy importante, mencionado en una inscripción de Uxama, del siglo II, que dice: Lugouibus / sacrum/ L(ucius) L(icinius) urcico(m) colle/gio sutoru/m. D(onum) D(at). El mismo dios aparece en una segunda inscripción de Pozoblanco, en la que se lee: Louci(is) iuteri/s aram cum / monumento y en otras varias de la Península: en Muro de Ágreda, la antigua Augusto-briga, bajo la forma Lougesteric(o), Lucoubus en Sinoga, y Lug en la inscripción grande de Peñalba de Villastar, Teruel.
El nombre es genuinamente celta y entra en la formación de multitud de topóni-mos, como Lug-(u)-beus, Lugu-adicus Lugu-uallium, Lugu-dex, Lugu-dius, Lugu-selua, Lugu-dunum. En Irlanda hay un dios Lug o Lugh.
U. Schmoll se plantea el problema de si estos seis nombres se relacionan unos con otros. Para Lugoues, Luguei una etimología relacionada con el celta lugu-, cuervo, no es aceptable según este autor, y difícilmente se vinculan a estos nombres las formas con L(o)uc, aquí se podía pensar en el indoeuropeo leuk, luz, pero la formación de palabras como Lucoubu, Lucubo no es clara.
Para el teónimo y gentilicio Lougesteric(om) M. L. Albertos piensa (citada en nota 16, 137) en la radical Louc-, que se documenta en esta región, como en Louci en Lan-gosto (Soria), Lougei en Lara, y fuera de la región en Louessa (variantes Lobesa,Lobessa) en Vinhaes, Louessi en Guinzo de Limia; Louesi en Cacabelos, Lougo en Clu-nia y Louessius en Lusitania. Antropónimos formados sobre el indoeuropeo, leuk- bri-llar, leukos, luz, están atestiguando en todas las formas indoeuropeos. Es radical fre-cuente en la onomástica celta e iliria. M. L. Albertos (op. cit. 138) cree que los lugoui-bus de Uxama son el dativo plural de Lugus.
Lug se relaciona con el indoeuropeo Lug, negro, y significaría cuervo, ave de plumaje negro. Es significativo que en la inscripción de Peñalba de Villastar, donde se menciona por dos veces al dios, haya pintado debajo de ella, según J. Cabré, un cuervo.
En un escudo de Lugudunum, del año 44, se representa un cuervo y esta ave ocupa un lugar importante en la leyenda de la fundación de la ciudad. Lug podía ser dios de la luz, como Apolo, que aparece como un cuervo. A Mitra, deidad solar, acompaña también un cuervo. Lug parece ser el dios celta, que César (BG VI, 17): Deorum maxime Mercurium colunt, huius sunt plurima simulacra, hunc omnium inuentorem artium ferunt, huno uiarum atque itinerum ducem, huno ad quaestus pecuniae mercaturasque habere uim maximam arbitrarunt. Post hunc Apollinem et Martem et Iouem et Mineruam, y Tácito (Germ. IX): Deorum maxime Mercurium colunt, cui certis diebus humanis quoque hostiis litare fas habent, identifican con Mercurio, citado también bajo el nombre de Teutates en Lucano (Fars. 1, 444-446): et quibus inmitis placatur sanguine divo Teutates horrensque feris altaribus Esus et Taranis Scythicae non mitior ara Dianae. Según un escoliasta de Lucano, Esus equivale a Mars, Taranis a Dispater y Teutates a [-135→136-] Mercurius. Según un segundo, Teutates sería Mars, Esus Mercurius y Taranis Iupiter. En inscripciones Teutates aparece como Mars y Taranis como Iupiter (CIL III, 2804; VII, 84). Lucano en sus versos alude a los sacrificios humanos, con que se vinculaba el culto a estos dioses, sacrificios también atestiguados en Hispania. El epíteto que los irlandeses dan a Lug es Samb-il dánach, hábil en muchas artes; epíteto que explica el carácter que César atribuye a Mercurio. Carácter que era el que tenía entre los celtíberos, como se desprende del hecho de que el gremio de zapateros de Uxama le dedique un ara. Recientemente E. van Tassel Graves cree que el nombre de Urcico, de la inscripción de Uxama, significa zapatero y que no hay razón para que los Lugoues sean dioses de la luz.
En Palencia, ciudad arévaca según Estrabón (3, 4, 13), se han hallado dos lápidas consagradas a Duillae 11t, que dicen: Annius / Atreus / Caerri / Africani / f(ilius) Duillis / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito). — Cl(audius) Lattu/rus Duil/lis u(otum) s(oluit) l(ibens) / m(erito) / ex ui(su). Duillae, son, sin duda, una diosa de la naturaleza, de carácter protector de la vegetación, si se observan las palabras celtas, como el irlandés duille, duillen, follaje; -dula, hoja; indoeuropeo dhal, dhel, reverdecer, brotar; n. bretóp pempdeylen, cinco hojas, etc. En la religión celta se conocen dioses de este tipo, además de los bosques sagrados o louci, como el encinar del Burado, cantado por Marcial (IV,55, 23), cuyos cultos en la Galia han sido bien descritos por Plinio (NH XVI, 249-251);una encina sagrada era venerada en Angulema (CIL XIII, 1112). El culto a toda clase de árboles está bien documentado en Irlanda y en la Galia, en la que se conocen altares dedicados a Fago (CIL XIII, 33, 223-225), a Sexarbori Deo (CIL XIII, 132,175) y a Sexarboribus (CIL XIII, 129). Entre los germanos los montes elevados eran reverenciados (Tac. Germ. IX), al igual que en Hispania el Vadeuerón (Marc. I, 49, 5-6) y el Mons Caius (Marc. IV, 55, 1-3). Los dioses de la vegetación se hallan también bien documentados en la Península. Contra esta interpretación de M. L. Albertos, seguida por nosotros, U. Schmoll piensa para Duillae en el numeral du- dos, y se apoya para ello en el hecho de que en las proximidades de las aras se hallaran tres representaciones de mujeres que posiblemente son imágenes de la Duillae.
En Peñalba de Castro se documentan unas diosas, Matres, diosas unidas a la idea de la fecundidad y de la abundancia, que aparecen en todo el área celta: Matres Namausicae en Nîmes (CIL XII, 382); Matres Treuerae (CIL XIII, 8634) en Clebes; Matres Masanae (CIL XIII, 8223) en Masen; Matres Demorunae (CIL V, 579), junto a Milán, y en Hispania: Matres Gallaicae en Coruña del Conde (CIL II, 2776), Matres Aufaniae en Carmena (CIL II, 5413) y Bonn, y a las Matres: en Duratón (CIL II, 2764), en Porcuna (CIL II, 2128); en Muro (Soria) (CIL II, 2849). El nombre que acompaña a Matres es frecuentemente un nombre local, como en la inscripción de Peñalba de Castro, que dice: Ma(tribus) / Brigeacis / Laelius / P(h)ainus / u(otum) s(oluit) m(erito). El adjetivo está formado sobre la voz celta briga y el sufijo -ko.
Dioses indígenas de carácter desconocido son Aiorogato: Ai·io / rogato. L(ucius) /
Aemilius / Quartio / Lapidarius / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito) en Peñalba de Castro; Vuarnae en Miranda; Vuarnae / pro salute / Estiteri f(ecit)... / Anto(ni)/us Flauos I
Aeuiensi(s).
En un fragmento de cerámica se ve la representación torpe de una figura con los brazos levantados en alto y cuya cabeza cubre un par de cuernos de ciervo. Se trata, sin duda, del dios celta Cernunnos, representado en la roca de Valcamónica, Alpes [-133→134-] Lombardos, siglo IV a.C., y varias veces sobre el caldero de Gundestrup, la pieza más importante del arte y religión celtas. El dios representado en un fragmento numantino ofrece un paralelismo impresionante con el de Val Camónica, que se tiene por la imagen más antigua del dios, y es anterior a la de Gundestrup, que se suele fechar entre los años 100 a. C. - 50 a.C. La importancia de esta pintura es tan grande, que uno de los mejores conocedores de la religión celta, P. M. Duval, la reprodujo para que llegase a conocimiento de los investigadores de la religión celta, ya que era práctica- mente desconocida.
Junto a este dios los celtíberos veneraban a otro, igualmente muy importante, mencionado en una inscripción de Uxama, del siglo II, que dice: Lugouibus / sacrum/ L(ucius) L(icinius) urcico(m) colle/gio sutoru/m. D(onum) D(at). El mismo dios aparece en una segunda inscripción de Pozoblanco, en la que se lee: Louci(is) iuteri/s aram cum / monumento y en otras varias de la Península: en Muro de Ágreda, la antigua Augusto-briga, bajo la forma Lougesteric(o), Lucoubus en Sinoga, y Lug en la inscripción grande de Peñalba de Villastar, Teruel.
El nombre es genuinamente celta y entra en la formación de multitud de topóni-mos, como Lug-(u)-beus, Lugu-adicus Lugu-uallium, Lugu-dex, Lugu-dius, Lugu-selua, Lugu-dunum. En Irlanda hay un dios Lug o Lugh.
U. Schmoll se plantea el problema de si estos seis nombres se relacionan unos con otros. Para Lugoues, Luguei una etimología relacionada con el celta lugu-, cuervo, no es aceptable según este autor, y difícilmente se vinculan a estos nombres las formas con L(o)uc, aquí se podía pensar en el indoeuropeo leuk, luz, pero la formación de palabras como Lucoubu, Lucubo no es clara.
Para el teónimo y gentilicio Lougesteric(om) M. L. Albertos piensa (citada en nota 16, 137) en la radical Louc-, que se documenta en esta región, como en Louci en Lan-gosto (Soria), Lougei en Lara, y fuera de la región en Louessa (variantes Lobesa,Lobessa) en Vinhaes, Louessi en Guinzo de Limia; Louesi en Cacabelos, Lougo en Clu-nia y Louessius en Lusitania. Antropónimos formados sobre el indoeuropeo, leuk- bri-llar, leukos, luz, están atestiguando en todas las formas indoeuropeos. Es radical fre-cuente en la onomástica celta e iliria. M. L. Albertos (op. cit. 138) cree que los lugoui-bus de Uxama son el dativo plural de Lugus.
Lug se relaciona con el indoeuropeo Lug, negro, y significaría cuervo, ave de plumaje negro. Es significativo que en la inscripción de Peñalba de Villastar, donde se menciona por dos veces al dios, haya pintado debajo de ella, según J. Cabré, un cuervo.
En un escudo de Lugudunum, del año 44, se representa un cuervo y esta ave ocupa un lugar importante en la leyenda de la fundación de la ciudad. Lug podía ser dios de la luz, como Apolo, que aparece como un cuervo. A Mitra, deidad solar, acompaña también un cuervo. Lug parece ser el dios celta, que César (BG VI, 17): Deorum maxime Mercurium colunt, huius sunt plurima simulacra, hunc omnium inuentorem artium ferunt, huno uiarum atque itinerum ducem, huno ad quaestus pecuniae mercaturasque habere uim maximam arbitrarunt. Post hunc Apollinem et Martem et Iouem et Mineruam, y Tácito (Germ. IX): Deorum maxime Mercurium colunt, cui certis diebus humanis quoque hostiis litare fas habent, identifican con Mercurio, citado también bajo el nombre de Teutates en Lucano (Fars. 1, 444-446): et quibus inmitis placatur sanguine divo Teutates horrensque feris altaribus Esus et Taranis Scythicae non mitior ara Dianae. Según un escoliasta de Lucano, Esus equivale a Mars, Taranis a Dispater y Teutates a [-135→136-] Mercurius. Según un segundo, Teutates sería Mars, Esus Mercurius y Taranis Iupiter. En inscripciones Teutates aparece como Mars y Taranis como Iupiter (CIL III, 2804; VII, 84). Lucano en sus versos alude a los sacrificios humanos, con que se vinculaba el culto a estos dioses, sacrificios también atestiguados en Hispania. El epíteto que los irlandeses dan a Lug es Samb-il dánach, hábil en muchas artes; epíteto que explica el carácter que César atribuye a Mercurio. Carácter que era el que tenía entre los celtíberos, como se desprende del hecho de que el gremio de zapateros de Uxama le dedique un ara. Recientemente E. van Tassel Graves cree que el nombre de Urcico, de la inscripción de Uxama, significa zapatero y que no hay razón para que los Lugoues sean dioses de la luz.
En Palencia, ciudad arévaca según Estrabón (3, 4, 13), se han hallado dos lápidas consagradas a Duillae 11t, que dicen: Annius / Atreus / Caerri / Africani / f(ilius) Duillis / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito). — Cl(audius) Lattu/rus Duil/lis u(otum) s(oluit) l(ibens) / m(erito) / ex ui(su). Duillae, son, sin duda, una diosa de la naturaleza, de carácter protector de la vegetación, si se observan las palabras celtas, como el irlandés duille, duillen, follaje; -dula, hoja; indoeuropeo dhal, dhel, reverdecer, brotar; n. bretóp pempdeylen, cinco hojas, etc. En la religión celta se conocen dioses de este tipo, además de los bosques sagrados o louci, como el encinar del Burado, cantado por Marcial (IV,55, 23), cuyos cultos en la Galia han sido bien descritos por Plinio (NH XVI, 249-251);una encina sagrada era venerada en Angulema (CIL XIII, 1112). El culto a toda clase de árboles está bien documentado en Irlanda y en la Galia, en la que se conocen altares dedicados a Fago (CIL XIII, 33, 223-225), a Sexarbori Deo (CIL XIII, 132,175) y a Sexarboribus (CIL XIII, 129). Entre los germanos los montes elevados eran reverenciados (Tac. Germ. IX), al igual que en Hispania el Vadeuerón (Marc. I, 49, 5-6) y el Mons Caius (Marc. IV, 55, 1-3). Los dioses de la vegetación se hallan también bien documentados en la Península. Contra esta interpretación de M. L. Albertos, seguida por nosotros, U. Schmoll piensa para Duillae en el numeral du- dos, y se apoya para ello en el hecho de que en las proximidades de las aras se hallaran tres representaciones de mujeres que posiblemente son imágenes de la Duillae.
En Peñalba de Castro se documentan unas diosas, Matres, diosas unidas a la idea de la fecundidad y de la abundancia, que aparecen en todo el área celta: Matres Namausicae en Nîmes (CIL XII, 382); Matres Treuerae (CIL XIII, 8634) en Clebes; Matres Masanae (CIL XIII, 8223) en Masen; Matres Demorunae (CIL V, 579), junto a Milán, y en Hispania: Matres Gallaicae en Coruña del Conde (CIL II, 2776), Matres Aufaniae en Carmena (CIL II, 5413) y Bonn, y a las Matres: en Duratón (CIL II, 2764), en Porcuna (CIL II, 2128); en Muro (Soria) (CIL II, 2849). El nombre que acompaña a Matres es frecuentemente un nombre local, como en la inscripción de Peñalba de Castro, que dice: Ma(tribus) / Brigeacis / Laelius / P(h)ainus / u(otum) s(oluit) m(erito). El adjetivo está formado sobre la voz celta briga y el sufijo -ko.
Dioses indígenas de carácter desconocido son Aiorogato: Ai·io / rogato. L(ucius) /
Aemilius / Quartio / Lapidarius / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito) en Peñalba de Castro; Vuarnae en Miranda; Vuarnae / pro salute / Estiteri f(ecit)... / Anto(ni)/us Flauos I
Aeuiensi(s).
En Sigüenza se ha hallado un dios, bien conocido en la religión celta. La lectura de la inscripción es como sigue: Arconi Pompeius Placidus Meducenicum u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito). El nombre del dios es frecuente como nombre de persona en Hispania (CIL II, 671, 948, 2615, 5223, 5307, 6336a; EE IX, 32, p. 22). La diosa es la misma citada en una inscripción votiva del país de los Tréveros, en Bollendorf, en la que se lee Artioni Biber (CIL XIII, 4113); en esta misma región vuelve a aparecer bajo la forma Artio (CIL XIII, 4203), y en Germania Superior, en Hedderheim bajo la forma (A)rtioni (CIL XIII, 7375). En un bronce de Berna la diosa se encuentra sentada delante de una osa y la inscripción dice: deae Artioni. La diosa Artio tuvo también un primitivo estado teriomorfo. Esta diosa ursina es un aspecto muy concreto del culto al oso. Una serie grande de teóforos de nombres y de lugares atestiguan entre los celtas este culto; con él hay que relacionar ciertas prácticas mágicas de la Península, que tienen por protagonista al oso como la descrita por Plinio (NH VIII, 130): cerebro beneficiuminese Hispaniae credunt, occisorumque in spectaculis capita cremant testato, quoniam potum in ursinam rabiem agat.
En Valtierra, a 20 Km. de Alcalá de Henares, se encontró un ara dedicada a las Nimphae Varcilenae, que dice: L(ucius) I(ulius) Rufinus / Nimphis / Varcilen(i)s / u(otum) s(oluit) l(ibens). El adjetivo de Nimphis se explica por el topónimo Varciles, próximo a donde apareció el ara, que lleva el sufijo en.
En Valtierra, a 20 Km. de Alcalá de Henares, se encontró un ara dedicada a las Nimphae Varcilenae, que dice: L(ucius) I(ulius) Rufinus / Nimphis / Varcilen(i)s / u(otum) s(oluit) l(ibens). El adjetivo de Nimphis se explica por el topónimo Varciles, próximo a donde apareció el ara, que lleva el sufijo en.
Consagradas a Epona hay dos inscripciones: una procede de Lara de los Infantes: Epon(ae) Rennius Pat(ernus).
u(otum) l(ibens) s(oluit); la segunda de Sigüenza: Eponae s(acrum?)... Secundus u(otum) s(oluit) m(erito); una tercera de Loncejares, Epan(a)e.
Las fuentes son sumamente parcas en ofrecernos datos sobre la región de los celtíberos y pueblos vecinos; algo se puede espigar en ellas, como la existencia de sacrificios colectivos. En el año 145 a. C. Viriato cayó sobre los habitantes de Sego-briga, cuando hacía uno de estos sacrificios colectivos: Viriathus, cum tridui iter discendens, conjecisset, idem illud uno die remensus securos Segobrigenses et sacrificio cum maxime occupatos oppresit (Front. III, 11, 4). Se ignora el rito y la particularidad de estos sacrificios. Posiblemente estos sacrificios colectivos iban precedidos de comidas, Floro (1, 34, 12) escribe de los numantinos: compulsi primum ut destinada morte in proelium ruerent, cum, se prius epulis quasi inferis impleuissent carnis semicrudae et caeliae. En un fragmento pintado de cerámica recogida en Numancia se representa una escena de sacrificio. Aparece un varón, cubierta la cabeza con alto peinado cónico, que sostiene en su mano izquierda una figura de barro, que B. Taracena cree ser una imagen de algún dios, mientras dirige su derecha al altar, sobre el que hay unas aves, a las que una segunda persona acerca un cuchillo.
Del hecho de que las fuentes literarias que narran la guerra de Numancia nunca mencionen sacerdotes parece deducirse que los celtíberos son como los germanos descritos por César, de los que escribió el Dictador (BG VI, 21); neque druides habent qui rebus diuinis praesint. Sin embargo Tácito (Germ. X-XI, XL, XLIII) menciona los sacerdotes en Germania. No se conocen entre los celtíberos la existencia de grandes templos ni de imágenes. Los bosques, como entre los germanos (Tac. Germ. IX), eran los lugares de culto, sin duda.
Diodoro (V, 34, 1) alude, en general, a los dioses de estos pueblos, al igual que Floro (1, 33, 14), al escribir que Olíndico en el año 170 a. C. qui hastam argenteam quatiens quasi caelo missam uaticinanti similis omnium in se mentes conuerterat. J.
Ramos Loscertales ha caído perfectamente en la cuenta de la importancia del texto de Diodoro y de su significación: que atestigua la práctica de la hospitalidad instituida por medio de una convención, sino la impuesta por las divinidades populares, y por la costumbre de las gentes, un hospitium, de origen e índole religiosos y sociales a la vez. Del hecho de que en el año 152 a. C. a Marcelo le enviasen los nertobrigenses un heraldo cubierto con piel de lobo (App. Ib. 48), parece deducirse la existencia del dios Sucellus, dios nocturno, cuyo emblema era entre los galos la piel de lobo, dios de carácter civilizador, que representan varios bronces de Hispania, procedentes de Puebla de Alcocer (Badajoz), de Villaricos y de la Hispanic Society de Nueva York, éste proce- dente de la antigua colección Vives y que quizás también se represente en la cerámica de Azaila en las pinturas de hombres con martillo.
Cicerón (de nat. deorum 1, 84) habla de un dios hispano equivalente a Vulcano; el orador latino no puntualiza, pero tenía que ser venerado entre los pueblos dados a la forja del metal, como los celtíberos (Phil. Mech. Synt., IV-V; Suid. machaira; Diod. V, 33, 3-4; Liv. VII. 10, 5; XXX 1, 34, 4; Pol. fragm. 95; Gel. NA IX, 13, 14): at primum quot hominum lingua tot nomina deorum; non enim ut Uellius quocumque ueneris sic idem, in Italia Volcanus idem in Africa, idem in Hispania.
En Celtiberia, como entre los galos (Ael. Lampr. Alex. Seu. LX, 6; Fl. Vop. Aurel XLIV, 4-5; Car. XIV-XV), germanos (Tac. Germ. VIII) y cimbrios (Str. 7, 2, 2), vaticinaban las mujeres, al igual que los hombres, como se desprende de un pasaje de la vida de Galba, de Suetonio (Galba IX, 2): nam et mandata Neronis de nece sua ad procuratores clam missa deprehenderat et confirmabatur cum secundissimis auspicis et omnibus, tum uirginis honestae uaticinatione, tanto magis, quod eadem illa carmina sacerdos Iouis Cluniae ex penetrali somnio monitus eruerat ante ducentos annos similiter a fatidica puella pronunciata quorum carminum sententia erat, oriturum quandoque ex Hispania principem dominumque rerum.
En Numancia existió también un culto al toro, como lo demuestran las pinturas en que este animal va lleno de signos astrales, las figuras sobre la cerámica, catalogadas por R. de Apraiz , con danzas rituales vinculadas a su culto, también representadas dos veces en dos fragmentos de cerámica numantina, en los que un hombre corre con cuernos enfundados en los brazos. Se trata de un culto muy propio de poblaciones ganaderas, como los celtíberos.
Los celtíberos llevaron su religión a la región comprendida entre los ríos Guadalquivir y Guadiana según Plinio (NH III, 13), que toma la noticia de Varrón: celticos a celtiberis ex Lusitania aduenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum uocabulis, quae cognominibus in Baetica distinguntur. La confirmación arqueológica de esta frase son las recientes excavaciones de A. Blanco en Riotinto.
Entre los vacceos la divinidad principal era la luna, como entre los Germanos (Caes. BG VI, 21, 1) y en el Lacio (Ovid. Fast. III, 883; Caer. Praen. CIL I, 2, 212, 234, 314; Varr. De IL. V, 68; Hor. Carm. IV, 6, 38; Macr. Saturn. III, 8, 3), como se desprende de la narración de Apiano (Ib. 82), que cuenta que en el año 136 a. C. E. Lépido sitió la ciudad de Palantia, de la que los romanos se retiraron por falta de víveres, cuando los habitantes de Palantia supieron la fuga les atacaron, y sólo por un eclipse de luna que les pareció prohibición de su dios, la luna, logró salvarse el ejército romano. La luna era también venerada en Galicia [-141→142-] (Ptol. II, 5, 3). Signos astrales hay representados frecuentemente en la cerámica de Numancia, pero no se puede afirmar que existiera un dios de carácter astral.
RITO FUNERARIO
u(otum) l(ibens) s(oluit); la segunda de Sigüenza: Eponae s(acrum?)... Secundus u(otum) s(oluit) m(erito); una tercera de Loncejares, Epan(a)e.
Las fuentes son sumamente parcas en ofrecernos datos sobre la región de los celtíberos y pueblos vecinos; algo se puede espigar en ellas, como la existencia de sacrificios colectivos. En el año 145 a. C. Viriato cayó sobre los habitantes de Sego-briga, cuando hacía uno de estos sacrificios colectivos: Viriathus, cum tridui iter discendens, conjecisset, idem illud uno die remensus securos Segobrigenses et sacrificio cum maxime occupatos oppresit (Front. III, 11, 4). Se ignora el rito y la particularidad de estos sacrificios. Posiblemente estos sacrificios colectivos iban precedidos de comidas, Floro (1, 34, 12) escribe de los numantinos: compulsi primum ut destinada morte in proelium ruerent, cum, se prius epulis quasi inferis impleuissent carnis semicrudae et caeliae. En un fragmento pintado de cerámica recogida en Numancia se representa una escena de sacrificio. Aparece un varón, cubierta la cabeza con alto peinado cónico, que sostiene en su mano izquierda una figura de barro, que B. Taracena cree ser una imagen de algún dios, mientras dirige su derecha al altar, sobre el que hay unas aves, a las que una segunda persona acerca un cuchillo.
Del hecho de que las fuentes literarias que narran la guerra de Numancia nunca mencionen sacerdotes parece deducirse que los celtíberos son como los germanos descritos por César, de los que escribió el Dictador (BG VI, 21); neque druides habent qui rebus diuinis praesint. Sin embargo Tácito (Germ. X-XI, XL, XLIII) menciona los sacerdotes en Germania. No se conocen entre los celtíberos la existencia de grandes templos ni de imágenes. Los bosques, como entre los germanos (Tac. Germ. IX), eran los lugares de culto, sin duda.
Diodoro (V, 34, 1) alude, en general, a los dioses de estos pueblos, al igual que Floro (1, 33, 14), al escribir que Olíndico en el año 170 a. C. qui hastam argenteam quatiens quasi caelo missam uaticinanti similis omnium in se mentes conuerterat. J.
Ramos Loscertales ha caído perfectamente en la cuenta de la importancia del texto de Diodoro y de su significación: que atestigua la práctica de la hospitalidad instituida por medio de una convención, sino la impuesta por las divinidades populares, y por la costumbre de las gentes, un hospitium, de origen e índole religiosos y sociales a la vez. Del hecho de que en el año 152 a. C. a Marcelo le enviasen los nertobrigenses un heraldo cubierto con piel de lobo (App. Ib. 48), parece deducirse la existencia del dios Sucellus, dios nocturno, cuyo emblema era entre los galos la piel de lobo, dios de carácter civilizador, que representan varios bronces de Hispania, procedentes de Puebla de Alcocer (Badajoz), de Villaricos y de la Hispanic Society de Nueva York, éste proce- dente de la antigua colección Vives y que quizás también se represente en la cerámica de Azaila en las pinturas de hombres con martillo.
Cicerón (de nat. deorum 1, 84) habla de un dios hispano equivalente a Vulcano; el orador latino no puntualiza, pero tenía que ser venerado entre los pueblos dados a la forja del metal, como los celtíberos (Phil. Mech. Synt., IV-V; Suid. machaira; Diod. V, 33, 3-4; Liv. VII. 10, 5; XXX 1, 34, 4; Pol. fragm. 95; Gel. NA IX, 13, 14): at primum quot hominum lingua tot nomina deorum; non enim ut Uellius quocumque ueneris sic idem, in Italia Volcanus idem in Africa, idem in Hispania.
En Celtiberia, como entre los galos (Ael. Lampr. Alex. Seu. LX, 6; Fl. Vop. Aurel XLIV, 4-5; Car. XIV-XV), germanos (Tac. Germ. VIII) y cimbrios (Str. 7, 2, 2), vaticinaban las mujeres, al igual que los hombres, como se desprende de un pasaje de la vida de Galba, de Suetonio (Galba IX, 2): nam et mandata Neronis de nece sua ad procuratores clam missa deprehenderat et confirmabatur cum secundissimis auspicis et omnibus, tum uirginis honestae uaticinatione, tanto magis, quod eadem illa carmina sacerdos Iouis Cluniae ex penetrali somnio monitus eruerat ante ducentos annos similiter a fatidica puella pronunciata quorum carminum sententia erat, oriturum quandoque ex Hispania principem dominumque rerum.
En Numancia existió también un culto al toro, como lo demuestran las pinturas en que este animal va lleno de signos astrales, las figuras sobre la cerámica, catalogadas por R. de Apraiz , con danzas rituales vinculadas a su culto, también representadas dos veces en dos fragmentos de cerámica numantina, en los que un hombre corre con cuernos enfundados en los brazos. Se trata de un culto muy propio de poblaciones ganaderas, como los celtíberos.
Los celtíberos llevaron su religión a la región comprendida entre los ríos Guadalquivir y Guadiana según Plinio (NH III, 13), que toma la noticia de Varrón: celticos a celtiberis ex Lusitania aduenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum uocabulis, quae cognominibus in Baetica distinguntur. La confirmación arqueológica de esta frase son las recientes excavaciones de A. Blanco en Riotinto.
Entre los vacceos la divinidad principal era la luna, como entre los Germanos (Caes. BG VI, 21, 1) y en el Lacio (Ovid. Fast. III, 883; Caer. Praen. CIL I, 2, 212, 234, 314; Varr. De IL. V, 68; Hor. Carm. IV, 6, 38; Macr. Saturn. III, 8, 3), como se desprende de la narración de Apiano (Ib. 82), que cuenta que en el año 136 a. C. E. Lépido sitió la ciudad de Palantia, de la que los romanos se retiraron por falta de víveres, cuando los habitantes de Palantia supieron la fuga les atacaron, y sólo por un eclipse de luna que les pareció prohibición de su dios, la luna, logró salvarse el ejército romano. La luna era también venerada en Galicia [-141→142-] (Ptol. II, 5, 3). Signos astrales hay representados frecuentemente en la cerámica de Numancia, pero no se puede afirmar que existiera un dios de carácter astral.
RITO FUNERARIO
Silio Itálico (III, 341-343) considera rito propio de los celtíberos el dejar los cuerpos de los guerreros a la intemperie para que los despedazasen los buitres: His pugna cecidisse decus, corpusque cremari tale nefas. Caelo credunt superisque referri, impastus carpas si membra iacentia uultur. Eliano (De nat. ann. X, 22) hace extensivo este rito a los vacceos y añade que los buitres son animales sagrados. Este rito es propio de los pueblos de tendencias pastoriles como los celtíberos. Se documenta entre los persas (Her. 1, 140, 1; III, 16, 2) y es contrario a lo que las fuentes aseguran de fuera de Hispania (Diod. V, 28, 6). Lucano (Fars. 1, 454-458) sobre las creencias de la vida de ultratumba de los celtas escribe: uobis auctoribus umbrae non tacitos Erebi sedes Ditisque profundi pallida regna petunt, regit idem, spiritus artus orbe alio; longae; canitis si cognita, uitae mors media est ... y César (BC VI, 14, 5): im primis hoc uolunt permadere, non interire animas, sed ab aliis post mortem transire ad alios, atque hoc maxime ad uirtutem excitari putant, metu mortis neglecto.
La confirmación arqueológico de la encuentra. Taracena en el hecho de que en Numancia no han aparecido necrópolis; unos montones de piedra servían para la expo-sición de los cadáveres. Dos fragmentos de cerámica representan a dos guerreros caídos y a dos buitres volando hacia ellos, en una estela de Lara de los Infantes se observa el mismo tema, que vuelve a aparecer en la estela de Zurita.
En las estelas de La Bureba, Burgos, de forma de casa, posiblemente se tenga, como en la Etruria arcaica, en Roma, en Egipto, en la época paleocristiana, en Galia y entre los mediomátricos, la creencia de que la tumba es la morada de los difuntos.
En una estela de Clunia, se representa un tema funerario: el bóvido mordido por un felino, en la otra cara un jinete marcha con lanza y escudo redondo; el mismo tema se documenta en la pátera de Tivisa, también con carácter funerario.
En un grupo numeroso de estelas de Lara de los Infantes se representa el banquete fúnebre. En algunas de estas estelas el simbolismo funerario es más claro, por haber debajo arcos de herradura, también aparece la guerra con sentido funerario, al igual que la caza. Alguna de estas estelas lleva en la parte inferior dos prótomos equinos, que refuerzan el sentido funerario de la escena de caza; el caballo con sentido funerario se documenta en Hispania, al igual que en Etruria, en Grecia y en el resto del Mediterráneo. En tres estelas de Clunia se representan guerreros con varios escudos, alusivos a los enemigos muertos en la lucha. Una de ellas lleva el nombre teóforo de Lugesterico.
La confirmación arqueológico de la encuentra. Taracena en el hecho de que en Numancia no han aparecido necrópolis; unos montones de piedra servían para la expo-sición de los cadáveres. Dos fragmentos de cerámica representan a dos guerreros caídos y a dos buitres volando hacia ellos, en una estela de Lara de los Infantes se observa el mismo tema, que vuelve a aparecer en la estela de Zurita.
En las estelas de La Bureba, Burgos, de forma de casa, posiblemente se tenga, como en la Etruria arcaica, en Roma, en Egipto, en la época paleocristiana, en Galia y entre los mediomátricos, la creencia de que la tumba es la morada de los difuntos.
En una estela de Clunia, se representa un tema funerario: el bóvido mordido por un felino, en la otra cara un jinete marcha con lanza y escudo redondo; el mismo tema se documenta en la pátera de Tivisa, también con carácter funerario.
En un grupo numeroso de estelas de Lara de los Infantes se representa el banquete fúnebre. En algunas de estas estelas el simbolismo funerario es más claro, por haber debajo arcos de herradura, también aparece la guerra con sentido funerario, al igual que la caza. Alguna de estas estelas lleva en la parte inferior dos prótomos equinos, que refuerzan el sentido funerario de la escena de caza; el caballo con sentido funerario se documenta en Hispania, al igual que en Etruria, en Grecia y en el resto del Mediterráneo. En tres estelas de Clunia se representan guerreros con varios escudos, alusivos a los enemigos muertos en la lucha. Una de ellas lleva el nombre teóforo de Lugesterico.
En cuatro estelas de Lara de los Infantes aparece un jinete con lanza; quizás alude a una escena de caza o de guerra, ambas representadas en la temática funeraria, de Lara de los Infantes. Posiblemente no se puede hablar en estas estelas de heroización. Lo verdaderamente interesante es que se trata de estelas indígenas, algunos de cuyos temas funerarios los recibieron de Roma seguramente, como los del banquete, caza y guerra. Tienen generalmente signos astrales y otra simbología funeraria, que indica una concepción astral de ultratumba, como se deduce de los textos mencionados de Silio Itálico y Eliano, bien estudiada por A. García Bellido y no privativa de estas regiones.
José María Blázquez
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