El excepcional patrimonio ibero de la provincia de Jaén cuenta con un nuevo referente: una necrópolis del siglo I antes de Cristo, descubierta en el municipio de Arjona. El pieza fundamental de este importante hallazgo es la llamada caja de los guerreros, una urna cineraria de tamaño reducido, de forma cúbica y realizada en piedra arenisca. En sus cuatro paredes laterales se representan escenas de luchas entre dos guerreros, que aparecen en distintas actitudes, a pie y con espada o a caballo y con lanza.
En su interior, según los primeros resultados del estudio realizado por forenses de la Universidad Complutense de Madrid, había restos de un hombre y una mujer, que fueron cremados a una temperatura no superior a los 800 grados, algo habitual en la cultura ibera. Por algunos huesos que no se quemaron completamente, se sabe que la mujer era de aspecto grácil, mientras que el varón era de complexión fuerte y atlética.
La caja de los guerreros llegó ayer al Museo Provincial de Jaén de la mano del alcalde de Arjona, José Puentes, y en pasará a formar parte de la colección del futuro Museo de Arte Ibero que en la actualidad construye la Consejería de Cultura. El descubrimiento de esta necrópolis se produjo de forma casual como consecuencia de las fuertes precipitaciones que en el último invierno han afectado al yacimiento de la Cuesta del Parral de Arjona, una ciudad que durante el Imperio Romano fue conocida con el nombre ibero de Urgavo o Urgao.
El Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) se vio obligado a promover una intervención, realizada entre febrero y mayo, que ha permitido recuperar más de una veintena de enterramientos, en su mayor parte colectivos, que se fechan en el siglo I antes de Cristo y que muestran ritos de cremación de clara tradición ibera, según indicó el director del CAAI, Arturo Ruiz.
Los arqueólogos consideran que el valor de la urna cineraria y del resto de tumbas se debe a que pertenecen al ibero tardío, periodo final de esta civilización del que apenas se conocían restos similares, ya que la mayoría de necrópolis aparecidas son del siglo IV antes de Cristo.
"Lo importante", subrayó Arturo Ruiz, "es que los elementos romanos no se notan". "Todo el concepto de la muerte es todavía ibero y se siguen utilizando las inscripciones iberas y no en latín, a pesar de que la llegada de los romanos se produjo dos siglos antes". Para el director del Centro Andaluz de Arqueología Ibera, este hallazgo supone un cambio respecto a las esculturas funerarias aristocráticas de los yacimientos de Cerrillo Blanco de Porcuna o El Pajarillo de Huelma. "Se pone de manifiesto una democratización de la imagen en la que todo el mundo empieza a representarse".
De los enterramientos destaca también una cámara, de mayor tamaño, de cuidada mampostería, con acceso por escaleras y un rico ajuar. Los resultados de esta investigación se darán a conocer los días 17 y 18 de junio en Arjona en una reunión internacional.
En su interior, según los primeros resultados del estudio realizado por forenses de la Universidad Complutense de Madrid, había restos de un hombre y una mujer, que fueron cremados a una temperatura no superior a los 800 grados, algo habitual en la cultura ibera. Por algunos huesos que no se quemaron completamente, se sabe que la mujer era de aspecto grácil, mientras que el varón era de complexión fuerte y atlética.
La caja de los guerreros llegó ayer al Museo Provincial de Jaén de la mano del alcalde de Arjona, José Puentes, y en pasará a formar parte de la colección del futuro Museo de Arte Ibero que en la actualidad construye la Consejería de Cultura. El descubrimiento de esta necrópolis se produjo de forma casual como consecuencia de las fuertes precipitaciones que en el último invierno han afectado al yacimiento de la Cuesta del Parral de Arjona, una ciudad que durante el Imperio Romano fue conocida con el nombre ibero de Urgavo o Urgao.
El Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) se vio obligado a promover una intervención, realizada entre febrero y mayo, que ha permitido recuperar más de una veintena de enterramientos, en su mayor parte colectivos, que se fechan en el siglo I antes de Cristo y que muestran ritos de cremación de clara tradición ibera, según indicó el director del CAAI, Arturo Ruiz.
Los arqueólogos consideran que el valor de la urna cineraria y del resto de tumbas se debe a que pertenecen al ibero tardío, periodo final de esta civilización del que apenas se conocían restos similares, ya que la mayoría de necrópolis aparecidas son del siglo IV antes de Cristo.
"Lo importante", subrayó Arturo Ruiz, "es que los elementos romanos no se notan". "Todo el concepto de la muerte es todavía ibero y se siguen utilizando las inscripciones iberas y no en latín, a pesar de que la llegada de los romanos se produjo dos siglos antes". Para el director del Centro Andaluz de Arqueología Ibera, este hallazgo supone un cambio respecto a las esculturas funerarias aristocráticas de los yacimientos de Cerrillo Blanco de Porcuna o El Pajarillo de Huelma. "Se pone de manifiesto una democratización de la imagen en la que todo el mundo empieza a representarse".
De los enterramientos destaca también una cámara, de mayor tamaño, de cuidada mampostería, con acceso por escaleras y un rico ajuar. Los resultados de esta investigación se darán a conocer los días 17 y 18 de junio en Arjona en una reunión internacional.
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