Tras los brillantes días de la Roma imperial, una profunda crisis afecto a todos los aspectos de la vida “civilizada”. La crisis agraria y económica debilito a la población y se inicio una progresiva barbarizacion de las fuerzas armadas. Los romanos estaban indefensos ante los pueblos bárbaros...
Los pueblos federados resultaron mal catalogados por los romanos, que genéricamente les denominaron germanos y que ocupaban la categoría mas baja de la escala cosmología romana: la de los bárbaros. Pero lo cierto es que algunos de esos pueblos no eran propiamente germanos. Algunos, como los visigodos y ostrogodos, parecen provenir de un linaje goto – escandinavo de Suecia, parientes de los posteriores vikingos. Otros, como los alanos, ni siquiera eran oriundos de la zona del limes germánico. Realmente conocidos como Alauni o Halani, formaban parte de la familia de los sarmatas y su origen no era germánico o escandinavo si no iranio. Debido a la progresiva expansión de los sarmatas, los alanos junto con sus hermanos roxolanos y yazigas, acabaron estableciéndose en las mismas puertas del imperio. La continua presión sobre los pueblos que se extendían entre los expansivos hunos y el imperio romano, sumado a una época de hambrunas, llevaron a aumentar las razzias sobre los territorios fronterizos. Mas aun, pueblos enteros comenzaron un proceso de migraciones hacia el oeste y llegaron a desbordar a los cada vez mas escasos ejércitos romanos. Como guerreros los alanos demostraron ser una fuerza muy poderosa. Sus habilidades como jinetes y arqueros fueron alabadas por los chinos de la época de los han, y Amiano Marcelino en sus Historias comentaba su gran estatura y fiereza de ojos. Incluso los partos sufrieron en carne propia la fuerza de estas gentes en tiempos de Vologeses I.
Roma, que había conquistado un imperio de mas de cinco millones de km cuadrados, ya no era la misma. Después de profundas calamidades, la paz parecía extenderse de nuevo pero dependía de las fuerzas germanas para mantenerse segura. Teodosio I, llamado el grande (379-395), había restaurado una diarquía, probablemente para poder agilizar la gestión de la burocratizada maquina imperial. El imperio tuvo que enfrentarse a la insurrección del autoproclamado Constantino III (407-411); una situación como esta, que en otros tiempos habría sido rápidamente superada, contó con un poderoso handicap. El crudo invierno del 406 congelo el Rhin, dando paso a una invasión en masa de bárbaros como los romanos no habían conocido. Desbordando a las fuerzas imperiales y aniquilando cualquier resistencia, no quedaron efectivos para acabar con los invasores y con el usurpador a la vez. De hecho, Honorio el emperador de la parte occidental, comprendió que el menor de los dos males pasaba por dedicarse a acabar con el usurpador, que podía poner a todo el imperio de su parte, ya que los bárbaros no contaban con capacidad para erigirse en nuevos gobernantes. Sin embargo las razzias y saqueos de los germanos llevaron consigo una tímida pero sólida transformación en el terreno de la concepción del poder.
Lo cierto es que tres años después de la gran oleada, en el 409 d C. Y sin que nadie pudiera detenerles, un grupo de los invasores formados por los suevos y los vándalos atravesó las Galias y llego a la península Ibérica. Las tierras hispanas que desde hacía tiempo no contaban con fuerzas legionarias, no ofrecieron resistencia. El pueblo alano, o al menos un grupo, al mando de Respendial, también entro desde los Pirineos. Los invasores, a pesar de ser muy inferiores en numero a los cinco millones de hispanos, y a no formar un grupo unido, se hicieron fuertes, encontrando una península muy desproporcionada. Por un lado las costas del este y sur peninsular muy pobladas con actividad comercial marítima, y por otro lado, un interior y norte seme despoblado. Donde tan solo algunos pueblos y ciudades importantes se imponían.
El pueblo alano, acostumbrado a las estepas, había desarrollado una forma de subsistencia basada en la ganadería. Allí donde iba el pueblo, siempre móvil, le acompañaban sus rebaños y los lugares ricos en pastos eran las primeras opciones. Al fin y al cabo, su vida, vinculada a los caballos, hacia necesaria una gran fuente de alimentos para estos animales. De forma un tanto arriesgada y basándonos en los relatos de Amiano Marcelino, podemos deducir como podían ser estos hombres. Por lo que se dice, eran altos, aunque teniendo en cuenta al altura media de los romanos de la época, esto no aclara mucho. Quizás se puede hablar de una media en altura aproximada al 175 / 180 cm mas o menos. Lo que les hacia parecer terroríficos a los ojos de los romanos, que debían medir entre 15 o 20 cm menos. Su tez blanca, cabellos largos y rubios y sus ojos fieros (posiblemente claros). Hablaban a gritos en una lengua extranjera. Siempre a lomos de sus caballos, estos alanos estaban acostumbrados a luchar sobre ellos, siendo excelentes arqueros incluso en movimiento. Esta forma de luchar, alejada de las antiguas concepciones mediterráneas, represento un problema para los romanos. De hecho, el imperio, desde el siglo III, había comenzado a aumentar el numero de jinetes en cada legión, ya que aportaba una excelente movilidad y potencia en la carga. Sin embargo, si en las provincias hispanas no quedaban cuerpos de infantería, mucho menos aun jinetes que pudieran hacer frente. UN alano, incluso equipado con un armadura, y atacando desde la seguridad que le ofrece la distancia, podía significar el comienzo de graves problemas a pesar de su reducido numero. Cantidad, por cierto desconocida. E A Thrompson ha pensado en unos 30 mil, incluyendo a mujeres niños y esclavos . Pues bien, con tan pocos combatientes, llegaron a dominar a los vándalos y suevos. Mientras estos últimos se asentaban en las actuales zonas de Galicia y Portugal, Asturias y León y los vándalos en las áreas rurales de la Betica y parte de la Cartigenense, los alanos se quedaron con la lusitania y el resto de la Cartaginense, es decir con la parte central del territorio peninsular. Estos repartos que muestran una relativa amistad entre los invasores, y que contaron con el beneplácito del usurpador Máximo, fueron vistos por los hispanos como un signo de su propia decadencia moral. Los nuevos señores de las provincias no acabaron por integrarse en el mundo romano. Tampoco ofrecieron una frente cohesionado fuerte, y prueba de ello fue su rápida desaparición de la escena política. Su misma cultura agrafa y carente de instituciones tan organizadas y jerarquizadas como las romanas, no pudo filtrarse en el mundo en el que habían entrado en contacto. Los fuertes dominadores se veían superados por la cultura de los vencidos. Dejando patente, que el pueblo de los alanos, no era un pueblo destinado a la política ni al crear reinos... si no a la guerra, formado por guerreros.
Una vez derrotados los usurpadores y controlada la situación de las Galias, Roma pacto con un pueblo federado, el de los visigodos, para que eliminaran a los invasores de Hispania. El rey Walia guió a sus huestes en una aventura que llevaría a su pueblo con el hispano durante trescientos años acabando con toda resistencia, los visigodos llegaron a matar al rey alano Adhax (416-418), lo que supuso la desmembración de todo su pueblo. Los supervivientes se refugiaron en el reino de los vándalos y los suevos hasta que desaparecieron.
Su aportación cultural posterior fue casi nula. Se desconoce mucho mas de ellos de lo que se sabe. Aparte de las menciones del historiador Hidacio, prácticamente no hay mas información, ni textura ni arqueológica, acerca de ellos. No esta claro si llegaron a dominar las ciudades de su territorio. Tampoco hay detalles de su organización interna, sus costumbres o sus dioses, lo único que parece claro es que eran paganos, por lo que la incógnita alana sigue sin despejarse. De la iberia del caucaso a la Iberia de Occidente quien sabe como evolucionaron hasta caer en el olvido. Aun así es muy lógico pensar que tendrían unas tradiciones similares a sus hermanos de etnia y raza los sarmatas de Ucrania. Quien sabe, posiblemente los mismos dioses. Amiano Marcelino historiador romano describe así una costumbre del pueblo alano:
“(..) a la manera bárbara, clavan una espada desenvainada en el suelo y la veneran como su dios guerrero (..).
Costumbre que recuerda mucho al mito de excalibur, y es que como hoy en día se piensa y queda mas o menos reflejado en una de las ultimas películas. Posiblemente el mito de excalibur, fuera un episodio histórico en el que el pueblo de los sarmatas llegados desde las estepas euroasiáticas a Inglaterra como soldados de roma, tuvieron mucho que ver.
Los pueblos federados resultaron mal catalogados por los romanos, que genéricamente les denominaron germanos y que ocupaban la categoría mas baja de la escala cosmología romana: la de los bárbaros. Pero lo cierto es que algunos de esos pueblos no eran propiamente germanos. Algunos, como los visigodos y ostrogodos, parecen provenir de un linaje goto – escandinavo de Suecia, parientes de los posteriores vikingos. Otros, como los alanos, ni siquiera eran oriundos de la zona del limes germánico. Realmente conocidos como Alauni o Halani, formaban parte de la familia de los sarmatas y su origen no era germánico o escandinavo si no iranio. Debido a la progresiva expansión de los sarmatas, los alanos junto con sus hermanos roxolanos y yazigas, acabaron estableciéndose en las mismas puertas del imperio. La continua presión sobre los pueblos que se extendían entre los expansivos hunos y el imperio romano, sumado a una época de hambrunas, llevaron a aumentar las razzias sobre los territorios fronterizos. Mas aun, pueblos enteros comenzaron un proceso de migraciones hacia el oeste y llegaron a desbordar a los cada vez mas escasos ejércitos romanos. Como guerreros los alanos demostraron ser una fuerza muy poderosa. Sus habilidades como jinetes y arqueros fueron alabadas por los chinos de la época de los han, y Amiano Marcelino en sus Historias comentaba su gran estatura y fiereza de ojos. Incluso los partos sufrieron en carne propia la fuerza de estas gentes en tiempos de Vologeses I.
Roma, que había conquistado un imperio de mas de cinco millones de km cuadrados, ya no era la misma. Después de profundas calamidades, la paz parecía extenderse de nuevo pero dependía de las fuerzas germanas para mantenerse segura. Teodosio I, llamado el grande (379-395), había restaurado una diarquía, probablemente para poder agilizar la gestión de la burocratizada maquina imperial. El imperio tuvo que enfrentarse a la insurrección del autoproclamado Constantino III (407-411); una situación como esta, que en otros tiempos habría sido rápidamente superada, contó con un poderoso handicap. El crudo invierno del 406 congelo el Rhin, dando paso a una invasión en masa de bárbaros como los romanos no habían conocido. Desbordando a las fuerzas imperiales y aniquilando cualquier resistencia, no quedaron efectivos para acabar con los invasores y con el usurpador a la vez. De hecho, Honorio el emperador de la parte occidental, comprendió que el menor de los dos males pasaba por dedicarse a acabar con el usurpador, que podía poner a todo el imperio de su parte, ya que los bárbaros no contaban con capacidad para erigirse en nuevos gobernantes. Sin embargo las razzias y saqueos de los germanos llevaron consigo una tímida pero sólida transformación en el terreno de la concepción del poder.
Lo cierto es que tres años después de la gran oleada, en el 409 d C. Y sin que nadie pudiera detenerles, un grupo de los invasores formados por los suevos y los vándalos atravesó las Galias y llego a la península Ibérica. Las tierras hispanas que desde hacía tiempo no contaban con fuerzas legionarias, no ofrecieron resistencia. El pueblo alano, o al menos un grupo, al mando de Respendial, también entro desde los Pirineos. Los invasores, a pesar de ser muy inferiores en numero a los cinco millones de hispanos, y a no formar un grupo unido, se hicieron fuertes, encontrando una península muy desproporcionada. Por un lado las costas del este y sur peninsular muy pobladas con actividad comercial marítima, y por otro lado, un interior y norte seme despoblado. Donde tan solo algunos pueblos y ciudades importantes se imponían.
El pueblo alano, acostumbrado a las estepas, había desarrollado una forma de subsistencia basada en la ganadería. Allí donde iba el pueblo, siempre móvil, le acompañaban sus rebaños y los lugares ricos en pastos eran las primeras opciones. Al fin y al cabo, su vida, vinculada a los caballos, hacia necesaria una gran fuente de alimentos para estos animales. De forma un tanto arriesgada y basándonos en los relatos de Amiano Marcelino, podemos deducir como podían ser estos hombres. Por lo que se dice, eran altos, aunque teniendo en cuenta al altura media de los romanos de la época, esto no aclara mucho. Quizás se puede hablar de una media en altura aproximada al 175 / 180 cm mas o menos. Lo que les hacia parecer terroríficos a los ojos de los romanos, que debían medir entre 15 o 20 cm menos. Su tez blanca, cabellos largos y rubios y sus ojos fieros (posiblemente claros). Hablaban a gritos en una lengua extranjera. Siempre a lomos de sus caballos, estos alanos estaban acostumbrados a luchar sobre ellos, siendo excelentes arqueros incluso en movimiento. Esta forma de luchar, alejada de las antiguas concepciones mediterráneas, represento un problema para los romanos. De hecho, el imperio, desde el siglo III, había comenzado a aumentar el numero de jinetes en cada legión, ya que aportaba una excelente movilidad y potencia en la carga. Sin embargo, si en las provincias hispanas no quedaban cuerpos de infantería, mucho menos aun jinetes que pudieran hacer frente. UN alano, incluso equipado con un armadura, y atacando desde la seguridad que le ofrece la distancia, podía significar el comienzo de graves problemas a pesar de su reducido numero. Cantidad, por cierto desconocida. E A Thrompson ha pensado en unos 30 mil, incluyendo a mujeres niños y esclavos . Pues bien, con tan pocos combatientes, llegaron a dominar a los vándalos y suevos. Mientras estos últimos se asentaban en las actuales zonas de Galicia y Portugal, Asturias y León y los vándalos en las áreas rurales de la Betica y parte de la Cartigenense, los alanos se quedaron con la lusitania y el resto de la Cartaginense, es decir con la parte central del territorio peninsular. Estos repartos que muestran una relativa amistad entre los invasores, y que contaron con el beneplácito del usurpador Máximo, fueron vistos por los hispanos como un signo de su propia decadencia moral. Los nuevos señores de las provincias no acabaron por integrarse en el mundo romano. Tampoco ofrecieron una frente cohesionado fuerte, y prueba de ello fue su rápida desaparición de la escena política. Su misma cultura agrafa y carente de instituciones tan organizadas y jerarquizadas como las romanas, no pudo filtrarse en el mundo en el que habían entrado en contacto. Los fuertes dominadores se veían superados por la cultura de los vencidos. Dejando patente, que el pueblo de los alanos, no era un pueblo destinado a la política ni al crear reinos... si no a la guerra, formado por guerreros.
Una vez derrotados los usurpadores y controlada la situación de las Galias, Roma pacto con un pueblo federado, el de los visigodos, para que eliminaran a los invasores de Hispania. El rey Walia guió a sus huestes en una aventura que llevaría a su pueblo con el hispano durante trescientos años acabando con toda resistencia, los visigodos llegaron a matar al rey alano Adhax (416-418), lo que supuso la desmembración de todo su pueblo. Los supervivientes se refugiaron en el reino de los vándalos y los suevos hasta que desaparecieron.
Su aportación cultural posterior fue casi nula. Se desconoce mucho mas de ellos de lo que se sabe. Aparte de las menciones del historiador Hidacio, prácticamente no hay mas información, ni textura ni arqueológica, acerca de ellos. No esta claro si llegaron a dominar las ciudades de su territorio. Tampoco hay detalles de su organización interna, sus costumbres o sus dioses, lo único que parece claro es que eran paganos, por lo que la incógnita alana sigue sin despejarse. De la iberia del caucaso a la Iberia de Occidente quien sabe como evolucionaron hasta caer en el olvido. Aun así es muy lógico pensar que tendrían unas tradiciones similares a sus hermanos de etnia y raza los sarmatas de Ucrania. Quien sabe, posiblemente los mismos dioses. Amiano Marcelino historiador romano describe así una costumbre del pueblo alano:
“(..) a la manera bárbara, clavan una espada desenvainada en el suelo y la veneran como su dios guerrero (..).
Costumbre que recuerda mucho al mito de excalibur, y es que como hoy en día se piensa y queda mas o menos reflejado en una de las ultimas películas. Posiblemente el mito de excalibur, fuera un episodio histórico en el que el pueblo de los sarmatas llegados desde las estepas euroasiáticas a Inglaterra como soldados de roma, tuvieron mucho que ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario