Se cuenta que en otro tiempo los godos salieron con su rey, llamado Beng, de esta isla de Escandía, a la que se puede considerar una fábrica de razas o un vivero de pueblos. Tan pronto como desembarcaron de sus naves y tocaron tierra dieron su nombre al territorio que hoy, según se dice, se llama Gotiscandia1. Desde allí marcharon al territorio de los ulmerugos, que por entonces ocupaban las riberas del Océano, acamparon allí y, tras entablar combate con ellos, los expulsaron de sus propias tierras. Más tarde sometieron a los vándalos, vecinos de aquéllos, y los añadieron al número de sus vencidos. Pero como su población aumentó notablemente, después de que aproximadamente cinco reyes hubieran sucedido a Beng, Filimer, hijo de Gadanco, nada más comenzar a reinar, decidió salir de allí al frente del ejército de los godos al que acompañaban sus familias.
Mientras buscaba territorios y lugares convenientes y apropiados para establecerse, llegó a las tierras de Escitia, que en su lengua se llamaban «Oium», donde se quedó maravillado por la riqueza de estas regiones. Pero se cuenta que el puente por el que cruzaban un río se derrumbó cuando tan sólo la mitad del ejército lo había atravesado y no hubo manera de repararlo, de modo que ni los unos pudieron volver atrás ni los otros continuar adelante, pues este lugar, por lo que se cuenta, está cerrado por un abismo rodeado de pantanos con arenas movedizas y al que la Naturaleza ha convertido en un lugar inaccesible por la mezcla de estos elementos. Sin embargo, hoy todavía se pueden escuchar allí las voces de los rebaños e incluso distinguir rastros humanos, según testimonio de los viajeros, a los que se puede creer aunque sólo las hayan oído desde lejos. Así que la parte de los godos que se cuenta que llegó junto a Filimer a las tierras de «Oium» después de atravesar el río tomó posesión del suelo deseado.
Sin demorarse lo más mínimo llegan ante el pueblo de los espalos, trabaron combate y consiguen vencerlos. Desde allí, ya como vencedores, se dirigen rápidamente hacia los últimos territorios de Escitia, limítrofes con el mar del Ponto. Así se narra comúnmente en sus más antiguos poemas, escritos a modo de historia; así lo atestigua también Ablavio, que describe admirablemente al pueblo godo en su verídica Historia, y algunos otros escritores antiguos se muestran también partidarios de esta opinión. Ignoro por qué Josefo, autor de anales muy digno de crédito, cuando siempre es fiel a la verdad e investiga las últimas causas de los hechos que narra, ha omitido lo que yo he contado sobre los orígenes remotos de la nación goda; tan sólo menciona a este pueblo desde que se asentó en este lugar y asegura que esta denominación de escitas se refiere tanto a su nombre como a su raza. Pero, antes de pasar a otros asuntos, es preciso que señalemos los límites de esta tierra tal y como se encuentran fijados.
Jordanes - Origen y gestas de los godos
Mientras buscaba territorios y lugares convenientes y apropiados para establecerse, llegó a las tierras de Escitia, que en su lengua se llamaban «Oium», donde se quedó maravillado por la riqueza de estas regiones. Pero se cuenta que el puente por el que cruzaban un río se derrumbó cuando tan sólo la mitad del ejército lo había atravesado y no hubo manera de repararlo, de modo que ni los unos pudieron volver atrás ni los otros continuar adelante, pues este lugar, por lo que se cuenta, está cerrado por un abismo rodeado de pantanos con arenas movedizas y al que la Naturaleza ha convertido en un lugar inaccesible por la mezcla de estos elementos. Sin embargo, hoy todavía se pueden escuchar allí las voces de los rebaños e incluso distinguir rastros humanos, según testimonio de los viajeros, a los que se puede creer aunque sólo las hayan oído desde lejos. Así que la parte de los godos que se cuenta que llegó junto a Filimer a las tierras de «Oium» después de atravesar el río tomó posesión del suelo deseado.
Sin demorarse lo más mínimo llegan ante el pueblo de los espalos, trabaron combate y consiguen vencerlos. Desde allí, ya como vencedores, se dirigen rápidamente hacia los últimos territorios de Escitia, limítrofes con el mar del Ponto. Así se narra comúnmente en sus más antiguos poemas, escritos a modo de historia; así lo atestigua también Ablavio, que describe admirablemente al pueblo godo en su verídica Historia, y algunos otros escritores antiguos se muestran también partidarios de esta opinión. Ignoro por qué Josefo, autor de anales muy digno de crédito, cuando siempre es fiel a la verdad e investiga las últimas causas de los hechos que narra, ha omitido lo que yo he contado sobre los orígenes remotos de la nación goda; tan sólo menciona a este pueblo desde que se asentó en este lugar y asegura que esta denominación de escitas se refiere tanto a su nombre como a su raza. Pero, antes de pasar a otros asuntos, es preciso que señalemos los límites de esta tierra tal y como se encuentran fijados.
Jordanes - Origen y gestas de los godos
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