Aquí en estos mismos momentos comienza una verdadera aventura. Un camino sin retorno en busca de la verdadera realidad, en busca de la verdadera historia. Tras la pista de la cultura robada, un largo periplo a través de las leyendas y tradiciones de un pueblo, nuestro pueblo. Desde estas líneas, por medio de estas simples palabras, emprenderemos un verdadero viaje de la mano de la mitología de Cantabria que nos guiará por innumerables senderos, valles y montañas. Descubriremos paisajes y paisanajes, mitos y leyendas, historias vivas y relatos alegóricos, nos perderemos en las brumas del tiempo compartiendo con antepasados lejanos dioses casi olvidados, héroes imperecederos, ritos sorprendentes y narraciones dignas de ser oídas. Semana tras semana, deambularemos por nuestra geografía desde Valderredible hasta la costa, desde el Valle del Pas a Liébana, desde el oriente al occidente. Ascenderemos por montañas sagradas, nos uniremos al artista que esculpía con mano firme las impresionantes estelas, grabando sobre piedra gran parte de nuestra riqueza pasada. Nos sumergiremos en ríos divinizados y beberemos de las fuentes de la sabiduría y el conocimiento. Contemplaremos a animales asociados a la divinidad escondidos tras árboles milenarios, que nos cobijan desde su sabiduría. Volveremos la mirada tras la sombra de duendes que se pierden entre los helechos y las llamas del hogar. Comprenderemos a gigantes ciclópeos que habitan nuestras grutas y pasean por nuestro sueños, y hasta respiraremos hondo ante la presencia de hadas salvadoras, y todo ello sin salir de estas páginas.
Son nuestros mitos y nuestra historia los que nos llaman desde ese largo letargo que durante años ha complacido a muchos, aunque sin embargo están ahí, son presente, son indiscutible realidad. Nuestra región ha sufrido durante mucho tiempo un proceso de desmantelamiento cultural y tradicional. Pero ha sido segar en verde, porque la fuerza de todo un pueblo es imposible que sea eliminada de la memoria colectiva. Cantabria es sinónimo de paisaje, de belleza, pero también lo es de cultura y de tradición. Y nuestra tradición es nuestra historia.
Somos una pequeña porción de mapa, pero con innumerables páginas de gloria. Eso y mucho más es nuestra tierra y la mitología es una parte importante de nosotros. Todos los pueblos parten en sus inicios de una historia que es más leyenda que verdadero testimonio fiel. Pero no por ello ésta deja de ser menos válida, más bien todo lo contrario. En cuanto un pueblo toma como propio un mito, pasa a integrar su realidad y a configurar parte de su Historia. Muy a menudo no nos hemos dado cuenta del verdadero valor que nuestra tierra ha tenido a lo largo de los siglos. Es lamentable que no hayamos comprendido la auténtica dimensión de una sociedad como la montañesa. Pero este hecho no ha sido algo fortuito o casual. Sin embargo, ahora estamos en un momento importante y podemos recuperar el tiempo perdido.
No pretendemos inculcar dogmas ni mucho menos. No es nuestra intención, sino todo lo contrario. A lo largo de muchas semanas os mostraremos la riqueza de los mitos de Cantabria, a menudo desconocidos o erróneamente interpretados. Mitos que nos unen con numerosas tradiciones de zonas limítrofes; y en ocasiones mitos que tienden un puente entre nuestro pueblo y muchos otros, lejanos en el espacio, pero cercanos en el pensamiento y con conexiones claras y patentes. Es sin duda la mitología uno de los más claros puntos de unión entre los pueblos. Lejos de rivalizar entre las diversas comunidades y sociedades que conforman el mundo, los mitos son un punto de unión entre las gentes que los crearon. Es sorprendente lo que se puede llegar a conocer de una civilización ahondando en sus mitos, en sus rituales o creencias.
Pero estos mitos que se pierden entre nebulosas históricas no han desaparecido sin más, sin un rastro que seguir. Nada más lejos de la verdadera realidad. Están muy presentes aquí y ahora. Nos persiguen a cada uno de nosotros en nuestra vida cotidiana, cada fiesta, cada nombre propio, cada topónimo, cada montaña, cada árbol, cada piedra. Esconden tras su simple apariencia todo un simbolismo apasionante. La huella de estos mitos es extensa. A pesar de todo, en los tiempos que corren creemos que sólo la modernidad es nuestro destino, pero a menudo en el pasado está la respuesta a la pregunta de cómo encarar el futuro. Pertenecemos a una sociedad que parece que en ocasiones ha hecho oídos sordos a ese clamor de los tiempos pretéritos, pero sin duda todo esto está cambiando. Nuestra sociedad está plagada de símbolos del pasado, la historia regional se va convirtiendo en un centro común de reunión. Los jóvenes han dado un giro a nuestra sociedad, se está produciendo una revitalización del sentimiento del pueblo como tal, Cantabria es una verdadera aldea común, una tierra en la que todos nos conocemos y a la que cada uno podemos aportar nuestra pequeña contribución, en aras de un lugar de convivencia mejor. En muchas ocasiones se desprecia lo que no se conoce. No cometamos ese error y concedamos una oportunidad a Cantabria, dejémosla que hable y escuchemos atentos sus palabras.
Nos guste o no, somos testigos de un pueblo y de ellos hemos recibido el relevo, no nos defraudemos a nosotros mismos.
En Cantabria aún estamos a tiempo de muchas cosas: nuestro patrimonio cultural se encuentra vivo. No es sólo folklore para turistas, todavía existe una tradición oral que trasciende a los libros y a los ordenadores; la música, las historias, las artes tradicionales, los juegos, los deportes, forman un conglomerado que nos envuelve y enriquece un poco más cada día.
A partir de aquí, cada semana hablaremos de la riqueza mitológica de nuestra región, un aspecto mucho más que anecdótico, un verdadero valor cultural. Sin duda el espíritu con el que comenzamos esta ilusionante aventura necesita de vuestro apoyo, esperamos contar con cada uno de vosotros.
Juan Carlos Cabria
Son nuestros mitos y nuestra historia los que nos llaman desde ese largo letargo que durante años ha complacido a muchos, aunque sin embargo están ahí, son presente, son indiscutible realidad. Nuestra región ha sufrido durante mucho tiempo un proceso de desmantelamiento cultural y tradicional. Pero ha sido segar en verde, porque la fuerza de todo un pueblo es imposible que sea eliminada de la memoria colectiva. Cantabria es sinónimo de paisaje, de belleza, pero también lo es de cultura y de tradición. Y nuestra tradición es nuestra historia.
Somos una pequeña porción de mapa, pero con innumerables páginas de gloria. Eso y mucho más es nuestra tierra y la mitología es una parte importante de nosotros. Todos los pueblos parten en sus inicios de una historia que es más leyenda que verdadero testimonio fiel. Pero no por ello ésta deja de ser menos válida, más bien todo lo contrario. En cuanto un pueblo toma como propio un mito, pasa a integrar su realidad y a configurar parte de su Historia. Muy a menudo no nos hemos dado cuenta del verdadero valor que nuestra tierra ha tenido a lo largo de los siglos. Es lamentable que no hayamos comprendido la auténtica dimensión de una sociedad como la montañesa. Pero este hecho no ha sido algo fortuito o casual. Sin embargo, ahora estamos en un momento importante y podemos recuperar el tiempo perdido.
No pretendemos inculcar dogmas ni mucho menos. No es nuestra intención, sino todo lo contrario. A lo largo de muchas semanas os mostraremos la riqueza de los mitos de Cantabria, a menudo desconocidos o erróneamente interpretados. Mitos que nos unen con numerosas tradiciones de zonas limítrofes; y en ocasiones mitos que tienden un puente entre nuestro pueblo y muchos otros, lejanos en el espacio, pero cercanos en el pensamiento y con conexiones claras y patentes. Es sin duda la mitología uno de los más claros puntos de unión entre los pueblos. Lejos de rivalizar entre las diversas comunidades y sociedades que conforman el mundo, los mitos son un punto de unión entre las gentes que los crearon. Es sorprendente lo que se puede llegar a conocer de una civilización ahondando en sus mitos, en sus rituales o creencias.
Pero estos mitos que se pierden entre nebulosas históricas no han desaparecido sin más, sin un rastro que seguir. Nada más lejos de la verdadera realidad. Están muy presentes aquí y ahora. Nos persiguen a cada uno de nosotros en nuestra vida cotidiana, cada fiesta, cada nombre propio, cada topónimo, cada montaña, cada árbol, cada piedra. Esconden tras su simple apariencia todo un simbolismo apasionante. La huella de estos mitos es extensa. A pesar de todo, en los tiempos que corren creemos que sólo la modernidad es nuestro destino, pero a menudo en el pasado está la respuesta a la pregunta de cómo encarar el futuro. Pertenecemos a una sociedad que parece que en ocasiones ha hecho oídos sordos a ese clamor de los tiempos pretéritos, pero sin duda todo esto está cambiando. Nuestra sociedad está plagada de símbolos del pasado, la historia regional se va convirtiendo en un centro común de reunión. Los jóvenes han dado un giro a nuestra sociedad, se está produciendo una revitalización del sentimiento del pueblo como tal, Cantabria es una verdadera aldea común, una tierra en la que todos nos conocemos y a la que cada uno podemos aportar nuestra pequeña contribución, en aras de un lugar de convivencia mejor. En muchas ocasiones se desprecia lo que no se conoce. No cometamos ese error y concedamos una oportunidad a Cantabria, dejémosla que hable y escuchemos atentos sus palabras.
Nos guste o no, somos testigos de un pueblo y de ellos hemos recibido el relevo, no nos defraudemos a nosotros mismos.
En Cantabria aún estamos a tiempo de muchas cosas: nuestro patrimonio cultural se encuentra vivo. No es sólo folklore para turistas, todavía existe una tradición oral que trasciende a los libros y a los ordenadores; la música, las historias, las artes tradicionales, los juegos, los deportes, forman un conglomerado que nos envuelve y enriquece un poco más cada día.
A partir de aquí, cada semana hablaremos de la riqueza mitológica de nuestra región, un aspecto mucho más que anecdótico, un verdadero valor cultural. Sin duda el espíritu con el que comenzamos esta ilusionante aventura necesita de vuestro apoyo, esperamos contar con cada uno de vosotros.
Juan Carlos Cabria
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