domingo, 9 de mayo de 2010

Mitos y leyendas de Cantabria. Agua, elemento ritual y motivo de veneración

Prosiguiendo con los ritos naturalistas que nuestro pueblo llevaba a cabo, nos topamos con un elemento no sólo imprescindible para la vida sino también para cualquier tipo de ritual. El agua, sin duda es básico como instrumento religioso, pero también es objeto de veneración en sus diversas formas, como un río, una fuente, una cascada, un lago, un mar o un océano. Sería difícil hallar una religión en la que el agua no tuviera un papel preponderante y fundamental. Es el símbolo de la purificación, de la renovación, del cambio y la limpieza tanto física como moral.
Los rastros de esta manifestación ritual en Cantabria son bastantes numerosos y más que significativos. Aunque en el mundo antiguo la participación del agua en el rito era fundamental, aún hoy en día se sigue manteniendo una presencia importante en las ceremonias de muchas religiones. Incluso las rogativas para solicitar la lluvia o bien para aplacarla no están lejanas en el tiempo. Hasta ciertos anuncios publicitarios centrados en esta región usaban estas procesiones con reclamo comercial.
Cantabria se caracteriza, entre otras muchas cosas, por la abundancia de agua en sus más diversas formas. Especialmente son los ríos lugares en donde encontrarnos con la divinidad. Cantabria está surcada por lechos fluviales que constituyen el alma de los diversos valles; Saja, Besaya, Deva, Nansa, Asón, Ebro y otros muchos fueron motivo de divinización. Y aunque todos han sido y son realmente interesantes, sin embargo en lo que su participación en el mundo religioso se refiere, dos han escrito una página importante en la tradición mitológica de la región, el Deva y el Ebro.
El río Ebro, Iber o Hiberus, tiene no sólo gran importancia en su relación con lo religioso o mítico, sino que la magnificencia de este río la encontramos perfectamente atestiguada en la denominación de muchos elementos peninsulares. No en vano la piel de toro hispana recibe el nombre de Península Ibérica, los habitantes de gran parte de ella son los íberos, así como los celtíberos. En Cantabria Valderredible nos remite al río, Val de Ripa Hibre, Valle del Ebro. Y no podríamos olvidarnos del nacimiento, la fuente, el lugar inicial del curso fluvial, Fontibre.
El otro río en el que encontramos una clara referencia al mundo mítico-religioso es el Deva. Sólo su nombre nos sitúa en las mismas puertas de la divinidad. Si hacemos un pequeño recorrido por las relaciones que este nombre tiene en otras lenguas, no podremos dudar de que el propio río era venerado. Es un claro paradigma de ese culto naturalista que hemos comentado entre los montañeses. Deva quiere decir “Divina o Diosa”, es un término que se rastrea fácilmente en numerosos idiomas de origen indoeuropeo, aquí tenéis algunos buenos ejemplos: céltico, Deva; antiguo irlandés, dia; Antiguo galés, duiu; antiguo córnico, duy (dios); latín deus (dios); sánscrito, deva-h (dios); vasco, debai (sagrado). Este río fue venerado como tal, como divinidad de la naturaleza. Sin embargo el rito tuvo una clara evolución, y a tenor de una inscripción encontrada en el Monte Cildá, podemos entender que lo que en principio fue un simple culto natural, se convirtió en una divinidad concreta que mantenía el nombre del río, la inscripción es la siguiente: Matri Dev[ae] / G(aius) Licinus Ci[s] / us templum [exv]oto, l(ibens) m(erito).” (A la Madre Deva, Gaio Licino Ciso con motivo de un voto le dedica este recinto sagrado justa y merecidamente). Así pues, Deva se convirtió en una divinidad femenina con un culto claramente atestiguado. Evidentemente, si encontramos una inscripción como la referida es porque hubo muchas más que o bien han desaparecido o bien todavía no se han localizado. La tradición de diosas entre los pueblos celtas y entre los mismos cántabros está muy extendida y es una de las características diferenciales de estas sociedades.
La lingüística nos vuelve a echar una mano en nuestra labor de descubrimiento de las tradiciones mítico-religiosas de nuestro pueblo, así encontramos términos como Aliva que interpretamos como Aa Diva, “Aguas Divinas o Sagradas”, ya que agua en céltico se desprende de Aa, y diva ya ha sido interpretado en líneas anteriores. Otros muchos serían los hidrónimos para acercarnos a la divinidad.
Recurriendo de nuevo a los textos antiguos nos encontramos con que en la región también quizá los lagos fueron lugar de interés mitológico. Suetonio, autor que vivió a caballo de los siglos I y II d.C. cuando nos narra la vida de los Césares en su obra De Viris Illustribus, al hablar de Galba dice: “No mucho después cayó un rayo en un lago de Cantabria y se encontraron doce segures, señal nada dudosa del poder imperial”. Antes, al referirnos al culto en Cantabria de los lagos, usábamos la palabra quizá, porque en el texto original algunos autores leen lacum, lago y otros lucum, bosque. Sea como fuere, esta noticia nos dice que doce hachas fueron presentadas como ofrenda en Cantabria, bien en un lago o en un bosque, ambas cosas son más que posibles.
Otros lugares relacionados con el agua han recibido ofrendas, y aún las siguen recibiendo muchos. La fuentes son un verdadero lugar de culto, símbolo de sabiduría y de conocimiento. Eran los emplazamientos destinados a convertirse en lugar de reunión de los pueblos y de sus gentes más sabias. Fuente Dé, Fontibre y las Fontes Tamáricas son las más destacables. Sobre estas últimas tenemos testimonios que nos indican que servían para los augurios, es decir, a través de ellas se predecían acontecimientos del futuro. Estas fuentes consistían en tres manantiales que curiosamente se secaban durante un tiempo y volvían a brotar de manera anárquica. Al parecer si se acudía a verlas y éstas permanecían secas, eso simbolizaba un mensaje mortal para el curioso viajero, así se afirma que ocurrió a cierto legado romano. También los romanos apreciaron las aguas de Cantabria y así lo confirma la ofrenda conocida como Pátera de Otañes, una pieza votiva al poder curativo y posiblemente a la ninfa de estas aguas, Umeri.
Como hemos comprobado el agua es fundamental para descubrir el mundo mitológico y aunque en Cantabria existen buenos ejemplos, en el resto del mundo no nos van a la zaga. Algunos de ellos los conoceremos en días posteriores
Juan Carlos Cabria

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